La Antártida, un reino de hielo que empieza a verdear
publicado en La Gaceta de los Negocios
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El continente helado se derrite. A un ritmo acelerado, aunque lento en apariencia, los bloques de hielo de la Antártida occidental empiezan a menguar. El calentamiento global comienza a hacer mella en el Polo Sur.
Larry Rohter
Nueva York. Desde el avión, que surca el gélido aire a 152, 4 metros de altura, se divisa una vasta y blanquecina extensión que se pierde en el infinito. Desgarran esta nívea monotonía unas arrugas y pliegues formados por placas de hielo sometidas a una sosegada mudanza. Todo parece tranquilo.
Pero bajo esta superficie helada, se están sucediendo cambios profundos a un ritmo acelerado. Y hay más: esas tranformaciones pueden acarrear unas mayores. ¿Qué está sucediendo en la Antártida? Muy sencillo: desde hace unos años las temperaturas están aumentando. Y por eso hilos de agua comienzan a filtrarse por las grietas y ranuras del hielo debilitado. Las inmensas formaciones blancas, cuya naturaleza impenetrable parecía rayar en lo eterno, se derriten y decrecen. De hecho, las zonas heladas de los estados americanos están inmersos en una fase de desintegración y retroceso.
Es en las zonas más remotas de este desierto blanco azulado donde los científicos creen haber encontrado algunas respuestas a este fenómeno, que no es otro, en líneas generales, que la acción del calentamiento global. Pero se barajan más causas: el aumento del aire, el descenso del nivel de las costas... Sin embargo, no hay unanimidad entre los investigadores.
Transformaciones
Miembros de la British Antartic Survey comprobaron el pasado diciembre que por cientos de penínsulas del continente helado han asomado anchas franjas de hierba, antes ocultadas por los mantos de hielo. "La diferencia entre un glaciar y un hielo flotante no es fácil de establecer. ¿Cúando y cómo el primero se convierte en el segundo? No está nada claro", se pregunta Robert Thomas, un glaciólogo de la Nasa.
"Hemos comprobado —añade— que cuando la cúspide de un hielo se rompe, se acelera la rotura de la base y, consecuentemente, toda la masa se deshace". Pero esta evidencia, en opinión de Claudio Teitelboim, director del Centro de Estudios Científicos de Chile, no ha aportado mucho al estudio del fenómeno. No obstante, opina que, si persiste esta tendencia, puede producirse una gran inestabilidad.
Los glaciólogos también saben que los hielos flotantes no hacen aumentar el nivel del mar a la manera de un cubito de hielo que produce un desbordamiento del agua que contiene un vaso. El peligro lo representan realmente los glaciares, toda vez que reposan en la superficie terrestre y son muy voluminosos. Si uno de ellos se hunde en el fondo marino, la masa del océano crece desproporcioanadamente, lo que termina provocando un incremento del nivel de los mares.
Merced a los vuelos que la Nasa y el centro chileno realizan en diferentes zonas de la Antártida, tal vez pueda saberse a qué obedecen estos cambios en el frío continente del Polo Sur. Los estudios aéreos se llevan a cabo en un Orion p-3, un avión que ha sido equipado con sofisticados dispositivos. Éstos incluyen un sistema láser de fotografía que permite obtener mapas exactos de los paisajes. Asimismo este aeroplano viene provisto con un radar que determina la profundidad de las placas de hielo después de examinarlas minuciosamente.
En 1995, el Larsen, un bloque de hielo, se desintegró. Posteriormente, en 1998, se derrumbó otro que se encontraba muy cerca, el Wilkins. Durante 35 días, a comienzos de 2002, miles de icebergs quedaron a la deriva en el Mar Weddell. "El tiempo que tarda el hielo en reaccionar a una alteración ambiental es más corto de lo que pensamos", apunta Robert Bindschadler, un científico de Nasa. "No sabemos —prosigue el investigador— cuál es la causa exacta de todo esto, pero hemos observado que lo que pasa hoy también pasará mañana".
Todos los fragmentos de hielo derrumbados se apilan en lo que constituye la península Antártica, una colección de islas, sierras y glaciares que se orientan hacia el norte, hacia Argentina y Chile, lugares en donde las temperaturas están subiendo de manera asombrosa. No en vano, esta parte del globo se disputa con Yukón el título de área donde el calentamiento global está operando más intensamente.
Sin hielos interiores
Otros datos revelan que estas penínsulas contienen poco hielo en su interior. Los glaciólogos están profundamente preocupados porque comienzan a descubrir estos mismos signos cerca del núcleo del Polo Sur. De nuevo, ante tales informaciones, planea sobre el planeta la amenaza del crecimiento de los mares. " Si en la Antártida siguen sucediéndose estos derrumbamientos de bloques, el globo entero, no sólo una parte, sufrirá las consecuencias", advierte Eric Rignot, un glaciólogo del Propulsion Laboratory, Pasadena (California). ¿Existen o se atisban soluciones? Algunos especialistas han sugerido que se debería buscar algún modo de tapiar el agujero que hay en la capa de ozono para frenar el aumento de las temperaturas en el planeta. ¿Es realidad o un simple deseo?
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