publicado en La Prensa Austral (Chile)
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Por Adrián González Subiabre
24Nov07
En vez de enfrentarnos con un tenso y complicado panorama anímico, dada la difícil experiencia que vivieron en el mar, al entrar a la hostería de la base Presidente Frei en la Antártida sólo encontramos rostros serenos, amistosos y esperanzados: eran los turistas y tripulantes que hace más de un día habían naufragado a bordo del crucero Explorer en aguas antárticas, y que esperaban el arribo del transporte aéreo que los traería a Punta Arenas.
El avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea de Chile, llegó cerca de las 14,30 horas de ayer a la pista del aeródromo Teniente Marsh, en la isla Rey Jorge, procedente de Punta Arenas. A bordo venían funcionarios y oficiales de la Fach, junto a una comitiva de periodistas nacionales.
Al advertir la presencia de las cámaras filmadoras y fotográficas de los reporteros, los náufragos se mostraron un poco escépticos, pero al momento todo se tornó en simpatía, lo que se prestó para un grato momento.
A bordo del avión también llegó el comandante en jefe de la IV Brigada Aérea, general Federico Klock, quien compartió con los turistas y les explicó el procedimiento para el traslado a Punta Arenas. Fue tan cordial el diálogo con los extranjeros que el general fue aplaudido, a modo de agradecimiento general.
El oficial explicó que el grupo total de 154 pasajeros se dividió en dos de 77, partiendo el primero de éstos ayer a las 16,30 horas, llegando pasadas las 19 al aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo de nuestra ciudad. El segundo viaje se estaría haciendo hoy domingo.
Testimonios
Mientras los ciudadanos extranjeros realizaban su trámite de migración con el funcionario de Policía Internacional Alex González -quien también viajó para estos efectos-, varios de ellos accedieron a conversar con medios de prensa, aunque la mayoría pidió reserva de su nombre y en algunos casos incluso la publicación de sus comentarios, en especial los británicos, quienes fueron muy requeridos por los medios ingleses en las últimas horas, por lo que se sentían algo agotados.
Quien accedió a entregar su testimonio fue el inglés Bryan Hackett, un profesor de escuela de 40 años, oriundo de Manchester. Recordando el episodio del accidente en el mar señaló que “recuerdo que momentos antes del impacto, estuve hablando con el capitán, cuando ocurrió todo. Creo que viví una difícil experiencia, pero al momento de producirse no se actuó de forma irracional, ni hubo pánico, pienso que tuvimos buenos líderes en ese momento”.
Consultado sobre qué va a contar a sus estudiantes y cercanos de esta vivencia, respondió que “como profesor y profesional voy a tratar de transmitir esta experiencia y todo lo que significó para mí, que fue muy fuerte. De hecho, tengo pensado volver a hacer este tour más adelante, pero por ahora voy a visitar las islas Falkland”.
Por su parte, la holandesa Marlie Van De Berg, de 49 años, nos contó que “yo estaba en el segundo piso, en el salón común. Me enteré de lo que ocurrió sólo cuando comenzó a sonar la alarma para la tripulación y luego la de los pasajeros. No hubo pánico porque había confianza en la tripulación del barco y en el manejo de la situación, ya que se había ensayado un simulacro”.
Indicó que “todos sabíamos lo que había que hacer. Cuando sonó la alarma fuimos a un salón grande de reunión y tras darse la orden de abandonar el barco, nos dirigimos a los botes salvavidas, cada uno tenía asignado un bote específico y un salvavidas”.
El regreso
Pasadas las 16 horas, en la pista Teniente Marsh, los 77 turistas –de diferentes nacionalidades- se embarcaron en el avión Hércules, en una fría y nevada tarde con cielo nublado y una temperatura de cero grados. El ambiente era muy cordial y se prestó para las bromas y la conversación, más las infaltables fotos de despedida en el continente blanco.
A las 16,30 horas despegó el avión generando espontáneos aplausos de los viajeros que repletaban la aeronave. Transcurridas las horas, la expectación iba aumentando a medida que el Hércules iniciaba el descenso, aterrizando en la losa del aeropuerto Carlos Ibáñez pasadas las 19 horas de ayer, lo que fue sellado con otro vibrante aplauso y expresiones de alegría de los extranjeros.
“Cuando ella vio el anillo, dijo: “¡Sí, grandioso!”
Aunque él no era un polizón, casi como la película del Titanic resultó la experiencia vivida por la joven Mette Larsen (29 años) y Jan Henkel (42 años), dos de los 154 náufragos del accidente que sufrió el buque de turismo Explorer en la península antártica.
El danés esperaba pedirle matrimonio a su compatriota al llegar al territorio antártico, en medio del crucero. Pero, sus planes se vieron entorpecidos cuando el Explorer chocó con un iceberg.
Sin embargo, ya sobre un bote salvavidas y en medio de la total incertidumbre sobre sus vidas, Jan Henkel sólo atinó a sacar el anillo de compromiso que tenía guardado y se lo mostró, sin decirle nada.
“Cuando ella vio la argolla, dijo: “¡Sí, grandioso!”, relató feliz.
Ella, también visiblemente contenta, mostró orgullosa su anillo.
Los rostros resplandecientes de la pareja reflejaban su doble felicidad: haber sobrevivido al naufragio y estar comprometidos en matrimonio.
Los daneses llegaron ayer, a las 19,21 horas, al aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo, como parte del primer grupo de 77 pasajeros que fueron evacuados de la base antártica por el avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea de Chile.
En el terminal aéreo, fueron recibidos por la intendenta Eugenia Mancilla, quien les dio la bienvenida en nombre de la Presidenta Michelle Bachelet. Junto a la máxima autoridad regional, también estuvieron los representantes consulares de todas las nacionalidades de los primeros evacuados.
Así, llegaron 17 turistas holandeses, quince británicos, diez estadounidenses, nueve australianos, cuatro suizos, tres canadienses, tres daneses, tres chinos (dos de ellos de Hong Kong), dos belgas, dos irlandeses, un neozelandés, un sueco, un francés, un japonés y un alemán.
Si las condiciones climáticas lo permitían, el resto de los náufragos, incluida la tripulación, iban a ser trasladados a Punta Arenas en el curso de esta tarde. El avión Hércules tenía previsto despegar de la base Chabunco a las 6 de esta madrugada.
“¡Estoy muy contento de estar vivo!”
El primer grupo de evacuados comenzó a salir del avión Hércules y fueron recibidos por la intendenta Mancilla.
La máxima autoridad los guió hasta las dependencias habilitadas en el terminal aéreo, donde se había dispuesto un operativo de chequeo médico, mientras seis ambulancias (tres del Samu y tres del Hospital de las Fuerzas Armadas), aguardaban por si era necesario trasladar a alguno de los sobrevivientes.
El operativo de evacuación de los náufragos concitó gran expectación periodística, sobre todo de agencias y medios extranjeros, que querían informar a los respectivos países sobre el estado de salud de sus connacionales.
Pese a la dura experiencia vivida, lo más sorprendente de verlos fue la tremenda expresión de alegría que había en sus rostros.
A la incansable pregunta: “¿Cómo se siente?”, la mayoría contestó: “¡Muy feliz!”.
Y no era para menos si se piensa que estuvieron como seis horas sobre botes salvavidas antes de poder refugiarse en el crucero que llegó a su rescate, el Nordnorge, y que pasaron otras tantas horas antes de llegar a las bases chilena, Presidente Frei, y uruguaya, General Artigas.
“Me siento bien. ¡Estoy muy, muy contento de estar vivo!”, dijo el danés Jan Henkel.
Relató que tras el choque con el iceberg, toda la gente estaba muy asustada, pero que el desembarco fue conducido de manera profesional.
Agradeció la amabilidad y cuidado que tuvieron en todo momento en la base chilena.
Luego, Henkel relató la inusual y romántica manera en que se comprometió con Mette Larsen.
Otra pareja de sobrevivientes levantó los brazos y realizó expresiones de júbilo al enfrentarse con la prensa.
“Sólo pensé en sobrevivir”
El californiano Eli Chane bajó con un salvavidas en el cuello y dijo: “Me siento bien ahora. Estoy muy feliz porque todos sobrevivieron y están bien”.
Indicó que él estaba en el camarote 44 –bajo la línea de flotación- junto a otros dos turistas cuando sintieron el estruendoso y fuerte choque. Al levantarse, ya tenían el agua hasta las rodillas.
Relató que el desembarco y las horas siguientes fueron muy difíciles. “Lo primero que pensé es que tenía que sobrevivir”, recordó.
Indicó que había mucho frío, que se sentían muy desprotegidos en medio del agua.
También señaló que no fue fácil soportar las largas horas de espera sobre el bote salvavidas, así como el viaje hasta la base Frei. Después, también debieron esperar un par de horas para poder abordar el avión que los trajo a Punta Arenas.
“¡No se olviden que son náufragos!”
Por Elia Simeone
esimeone@laprensaaustral.cl
“Yo he cubierto muchos naufragios y ésta es la primera vez que un ejecutivo de una empresa se maneja tan mal. Tú no estás preparado para esto. Se necesita alguien más tranquilo, más sereno”.
Tal fue la reprimenda que se llevó, de parte de un corresponsal, un representante del armador del Explorer, la nave siniestrada en la península antártica.
El personaje, aparentemente argentino por su entonación al hablar, puso la nota negra de la jornada, al interferir el trabajo de la prensa y evitar que los turistas entregaran sus testimonios al arribo del avión Hércules que los trajo desde la base Frei.
Primero, el cada vez más histérico hombrecillo comenzó a sacar del brazo a los náufragos que accedían amablemente a entregar su reporte del desastre en la losa del aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo.
Luego y visiblemente inquieto y molesto, protagonizó un altercado con el seremi de Gobierno, Eduardo Barros, quien había ideado un esquema de salida de los turistas que permitiera que quienes quisieran hablar con la prensa lo hicieran y quienes no, pudieran subirse a los buses sin ser molestados.
El seremi Barros le pidió a este representante del armador que enfrentara a todos los medios y admitieran que eran ellos los que no querían que la prensa tuviera acceso a los pasajeros.
El hombre se negó y sólo enfrentó a los medios para decir desaforado:
“¡No se olviden que son náufragos!”.
Luego, logró que los buses ingresaran directamente a la losa del aeropuerto, sacando a los turistas para impedir que hablasen.
La misma actitud antipática mantuvo este personaje en el hotel Diego de Almagro, lugar donde fueron hospedados.
Gobierno argentino confirmó que hundimiento provocó derrame
Diarios argentinos dieron cuenta en la tarde de ayer que el gobierno nacional -de ese país- anunció que el hundimiento del crucero Explorer en aguas antárticas, provocó una “mancha concentrada de gasoil” de casi 2 kilómetros de largo por 2,5 de ancho, y adelantó que evaluará en las próximas horas si el derrame provocó daños ambientales. Fue la propia secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la provincia de Tierra del Fuego, Argentina, Romina Picolotti, quien durante la tarde sobrevoló el área del siniestro en un avión de la Armada.
A estas alturas ya no es posible divisar restos del barco, que terminó hundiéndose en la zona donde chocó con un iceberg.
Desde nuestro país, en tanto, se informó que la Armada de Chile asumió medidas destinadas a paliar eventuales efectos ambientales por el accidente.
Si bien se espera que un grupo de especialistas arribe a la zona, una vez que las condiciones de tiempo lo permitan, la fuerza naval envió un barco de guerra con el fin de recuperar la mayor cantidad de desechos posibles.
Tras conocerse la emergencia, se destinó a la zona del accidente al rompehielos Viel que inició el plan de reparación.
fuente LPA
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