martes, enero 06, 2009

Base Esperanza: instalan "Módulo Argentino de Energía Limpia" (MAEL)

Las energías limpias llegan a la base antártica Esperanza
5 de enero de 2009
Publicado en www.energias-renovables.com

En la Antártida, concrentamente en la base argentina Esperanza, comenzará a funcionar este mes de enero el primer Módulo Argentino de Energía Limpia (MAEL), un sistema que a través del aprovechamiento de la fuerza eólica, producirá hidrógeno. Este es un primer paso en el objetivo de lograr que el llamado continente blanco pueda estar libre de combustibles fósiles.
Ya existe en la Antártida un módulo similar, que funciona en la Estación Científica Princesa Elisabeth, de Bélgica, que tiene la característica de ser la primera Base Antártica Científica que trabaja sin emitir gases de CO2.
En la Base Esperanza viven en invierno unas 60 personas, entre ellas familias con niños. Su consumo de gasolina es de 350 mil litros al año, un componente esencial para poder alimentar los sistemas de calefacción e iluminación, y vehículos de transporte. En la zona, los vientos pueden alcanzar los 200 km/h, y la temperatura media es de -20º C. Entre otras particularidades, en 1978 se registró allí el primer nacimiento de un ser humano en la Antártida.
En este contexto, el desarrollo e investigación de energías renovables ha hecho unir esfuerzos al Comando Antártico del Ejército Argentino, a la Dirección Nacional del Antártico y al Instituto Antártico Argentino para el proyecto Viento-Hidrógeno.
Se trata de un Laboratorio de Energías Alternativas, climatizado con la acción de un aerogenerador de 4,5 kW, procedimiento por el cual se ahorra un 30 % del combustible usado en ese recinto. También funciona una pila de hidrógeno que alimenta un televisor portátil. Precisamente, a partir de estos dos desarrollos es que pronto comenzará su actividad el MAEL, cuyo objetivo es reducir en la base el consumo de combustibles en un 50 % en 15 años y generar un mínimo de 150 kW.
Para ello, se tiene planeado, además del aprovechamiento del circuito eólico y del hidrógeno almacenado, agregar paneles solares, utilizar de biodiésel en generadores eléctricos y vehículos, desarrollar biogás y aprovechar las mareas.

Más información:
www.ejercito.mil.ar/antartico
www.dna.gov.ar

lunes, enero 05, 2009

Videos enviados desde la Base San Martín

Recibimos y publicamos estos videos del blog "Lince bajo cero"

http://lincebajocero.blogspot.com/

ENLACES A BLOG VIDEOS/ FOTOS BASE SAN MARTÍN
Día de la Primavera/ Fiesta de disfraces, domingo 21 de septiembre de 2008
Festejos del día de la primavera (2da Fiesta de Disfraces)-BASM

Picadito de fútbol: dotación 2008 Base San Martín vs Tripulantes velero Pangaea / POTRERO ANTÁRTICO
lunes 3 de noviembre de 2008
BASM vs PANGAEA

domingo, enero 04, 2009

Bella descripción de la Antártida histórica y presente

Antártida: noticias de tierra incógnita
Nada hay comparable al lejano sur. Allí labraron sus hazañas los exploradores de la edad heroica y sitúan la última frontera los viajeros de nuestro tiempo. Hito geográfico, pero también un estado de ánimo
Por MIGUEL ÁNGEL BARROSO
Publicado en http://www.eldiariomontanes.es
4 enero 2009

«Fram» atraviesa una crujiente lámina salpicada de galletas de hielo, flanqueado por imponentes acantilados y lenguas de glaciares que se reflejan en el espejo grisáceo del mar. La tripulación llama al Canal de Lemaire el «Kodak Crack» por la cantidad de disparos de las cámaras que rompen el silencio durante la travesía. Es el único ruido que se escucha, con permiso del viento, pues los pasajeros apenas balbucean alguna palabra de admiración.
A menudo se preguntan si de verdad están aquí, si este lugar salvaje e inhóspito existe, si la pétrea espina dorsal que surge del océano es real y no un decorado digital, y les asalta la convicción de que un paso más allá del refugio flotante serían carne de cañón. Aunque otros experimentaron la desolación y vivieron para contarlo.
Con 11 kilómetros de longitud y 1.500 metros de anchura, este canal pegado a la Península Antártica fue descubierto por una expedición alemana durante el verano austral de 1873-74, pero no fue navegado en su totalidad hasta el viaje de Adrien de Gerlache a bordo del «Bélgica» en 1898-99. Gerlache lo bautizó en honor del explorador del Congo Charles Lemaire. Por aquel entonces quedaban últimas fronteras que cruzar, en África, en la Terra Australis Incognita y hasta en la Luna, y el mundo era tan interesante que no había segundas vidas que vivir en el ciberespacio. La edad heorica de la exploración estaba a punto de comenzar con su rosario de hazañas y tragedias. Pero el viajero de nuestro tiempo, ese que muestra a los suyos, a miles de kilómetros de distancia, los témpanos de hielo a través de la webcamde su portátil, no puede abstraerse de esas historias del lejano sur.
Quizás sienta una presencia invisible que le acompaña en la Antártida, como la sintieron Shackleton y sus compañeros de naufragio en el último tramo de su epopeya.

La carrera hacia el Polo Sur
Aunque algunos historiadores creen que el español Gabriel de Castilla pudo ver alguna de las islas Shetland del Sur en 1603 y el británico James Cook fue el primero en cruzar el Círculo Polar Antártico y circunnavegar el continente en la década de 1770, la confirmación de que más allá del Pasaje de Drake había tierra llegaría el 19 de febrero de 1819: el inglés William Smith avistó de forma casual la isla Livingston cuando viajaba desde Montevideo a Valparaíso. Los cazadores de focas tomarían las Shetland y el extremo norte de la Península Antártica a lo largo del siglo XIX, antes de la llegada de los grandes aventureros.
La exploración de la Antártida no tenía parangón; no había que enfrentarse a animales salvajes ni a indígenas hostiles (de hecho, fue auténticamente descubierta por sus exploradores, pues nunca habitó ser humano allí).
El oponente era más formidable: vientos de hasta 300 kilómetros por hora, temperaturas inferiores a los 50 grados bajo cero, un océano con aspecto de criatura viva en cabreo permanente, una banquisa que atrapaba y trituraba los barcos, una costa sin apenas puertos naturales y largos días de helado silencio.
La lucha se establecía entre el aventurero y las fuerzas desatadas de la naturaleza, entre el hombre y los límites de su resistencia.
A principios del siglo XX el reto se salpimentó con la rivalidad entre británicos y noruegos, en la que tres nombres brillaron con luz propia: Robert Falcon Scott, Ernest Shackleton y Roald Amundsen.
La soberbia e incompetencia de unos fue decisiva en la resolución de la carrera hacia el Polo Sur.
Scott y Shackleton se asociaron en 1901 y, a bordo del «Discovery», inauguraron la edad heroica. Junto con el doctor Edward Wilson recorrieron 1.536 kilómetros en 94 días y llegaron a casi 1.200 kilómetros de su objetivo, teniendo que regresar tras pasar un infierno.
Los tres hombres no sabían esquiar bien ni guiar a los perros y acabaron enfermos de escorbuto e insultándose en mitad de la nada.
Shackleton había aprendido poco de sus errores cuando su buque «Nimrod» se hizo a la mar en 1907. Sin Scott (nunca más recibiría órdenes de nadie) y con subalternos de confianza, entre ellos Frank Wild, que le acompañaría en la expedición del «Endurance», partió en octubre de 1908 de Cabo Royds, en la Gran Barrera de Hielo, con diez caballos y nueve perros.
Los caballos resbalaban y caían y acabaron formando parte de la dieta de los expedicionarios. A unos 160 kilómetros del Polo, hambrientos y congelados, decidieron dar la vuelta y vivir antes que alcanzar la gloria y morir.
Ese destino le estaba reservado a Robert Scott, sumándose además la amargura de no ser el primero en llegar al Polo Sur. Su expedición y la de Amundsen emprendieron la marcha en octubre de 1911; Scott siguió la huella abierta por Shackleton y, como aquel, utilizó caballos (a pesar de su demostrada inutilidad en este terreno), además de trineos a motor que no funcionaban y perros que nadie sabía guiar.
Cuando llegaron a su destino comprobaron que el rival noruego, mejor pertrechado y entrenado, les había ganado por la mano. «Ha sucedido lo peor. Se han desvanecido todos los sueños», escribió Scott en su diario. «¡Santo Dios, esto es un lugar espantoso! Y ahora volver a casa, haciendo un esfuerzo desesperado». La última línea de su diario, escrita el 19 de marzo de 1912, presagiaba la tragedia. «Es una lástima, pero no creo que pueda escribir más».
Los que enfilan hoy hacia el lejano sur no tienen que sufrir estos dramas y los modernos buques disponen de calefacción y estabilizadores, pero de algún modo la Antártida sigue reservándose el derecho de admisión.
El guardián se llama Pasaje de Drake, un tormentoso tramo de mar de 800 kilómetros de ancho que separa el Cabo de Hornos y las islas Shetland del Sur. Allí se citan los océanos Atlántico y Pacífico y el viaje admite pocas bromas. Fue descubierto por el marino español Francisco de Hoces en 1525, cuando su barco fue arrastrado por un fuerte temporal. De hecho, algunos prefieren llamar al pasaje Mar de Hoces.
El primer viaje documentado lo protagoniza en 1616 el holandés Willem Schouten, descubridor del Cabo de Hornos, una isla barrida por las tempestades. Buscaba una ruta alternativa para sortear el monopolio de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que utilizaba las únicas vías conocidas para llegar a los destinos asiáticos: el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Buena Esperanza. Schouten seguía una pista: años antes, en 1578, Francis Drake, durante su circunnavegación del globo, con patente de corso de Isabel I de Inglaterra para tocar las narices a la flota española, descubrió que Tierra del Fuego no era un nuevo continente como se creía, sino una isla.
Había, pues, una alternativa a la ruta «tradicional». El navegante holandés dobló el cabo, al que llamó Hoorn en honor al pueblo en que nació; luego, por esas cosas del lenguaje, pasó a denominarse Hornos. Los años sembraron de pecios las profundidades de alrededor.
Olas de diez metros zarandean el «Fram» mientras avanza por el Pasaje de Drake. Lo levantan sacando su proa del agua, que cae después con estrépito. El mar parece una batidora cuyo contenido cambia de color, del añil al gris metálico, según la luz que le pegue; el viento despeina las crestas de las olas y la espuma pulverizada forma pequeños arcoiris.
Albatros y petreles de gigantesca envergadura siguen la estela del barco sin esfuerzo aparente, planeando sobre montañas de agua.
A bordo hay tráfico de drogas... legales. A una conocida marca de pastillas antimareo se le une otra, más fuerte. Y pulseras y parches con más pinta de placebo que de otra cosa.
Método vale para salir victorioso de esta travesía de dos o tres días, incluso borrar el vaivén de la mente (quien sea capaz de hacerlo).
Dicen que a todo marino que atraviese el Drake le será permitido lucir un aro de oro en la oreja izquierda y podrá orinar en contra del viento. El segundo privilegio suena arriesgado a pesar de todo.

Arqueología antártica
La tregua llega en isla Decepción, en las Shetland del Sur, un antiguo volcán que colapsó dejando que el agua penetrara por un flanco y formara una bahía circular.
El acceso se realiza por un estrecho paso conocido como los Fuelles de Neptuno, descubierto en la década de 1820 por cazadores de focas americanos. A principios del siglo XX los barcos balleneros utilizaron una cala cercana para levantar la estación Hektor.
Hasta finales de la década de 1930 fueron ocupados todos los puertos naturales de la Península Antártica, donde grandes buques factoría despedazaban a los cetáceos que eran cazados por lanchas en aguas abiertas.
Cuando los barcos incorporaron rampas en popa para izar las ballenas a bordo se abandonaron los refugios costeros, que adquirieron la categoría de arqueología. Los restos de la estación Hektor y de la base británica Deception Base B constituyen uno de los monumentos históricos más frecuentados de la Antártida.
Parejitas de pingüinos papúa y barbijo pasean por la playa volcánica, una pandilla de págalos espera picotear algún desperdicio dejado por los turistas (vana esperanza: los guías son muy estrictos con estas frivolidades), algún valiente cava un agujero y prueba las «aguas termales» de Decepción después de darse un chapuzón en el mar. No consta que haya dispensa por ello y las cabañas en ruinas, los depósitos herrumbrosos de combustible y grasa animal, los restos de barcazas y los huesos de ballena quedan ahí, inasequibles al paso de las centurias, para ser visitados por las futuras generaciones.
Una luz fantasmal baña el islote de Goudier, el lugar donde se levanta Port Lockroy, una vieja base británica que fue construida en febrero de 1944 en el contexto de la Operación Tabarin de la Royal Navy para contrarrestar las aspiraciones soberanistas de Argentina sobre la Antártida. Chile se sumó a la fiesta y durante aquellos años se levantaron decenas de bases supuestamente científicas que, con el tiempo, fueron abandonadas o cedidas a terceros países.
Una goleta irrumpe inopinadamente en el escenario como salida de una película de piratas; pieza de caza mayor para los fotógrafos, que deben de andar con cuidado para no resbalar en el guano de pingüino que se acumula en la playa pedregosa.
Port Lockroy fue restaurada en 1996 y desde entonces permanece abierta a los visitantes durante el verano antártico.

Ha sido designada monumento histórico
La región del Mar de Ross tiene 14 sitios protegidos relacionados con expediciones británicas de la época heroica y convertida en museo.
Alrededor de 70.000 postales son enviadas desde aquí cada año por los turistas a más de cien países distintos (el correo tarda de dos a seis semanas en llegar pues, obviamente, no existe un servicio exprés).
Herencia de la Operación Tabarin es la base ucraniana Vernadsky, situada en las Islas Argentinas, que inició sus operaciones en 1996 después de que los británicos vendieran la antigua base Faraday a la Academia de Ciencias de Ucrania por el simbólico precio de una libra esterlina. Faraday alcanzó renombre mundial en 1985 cuando sus científicos descubrieron el agujero en la capa de ozono.
Vernadsky es famosa por su pub, el más austral del mundo (65º 15' S), donde se sirve una copa de vodka gratis a todas las mujeres que dejan su sujetador aquí.
En la pared de «trofeos» del bar hay sostenes de todas las tallas imaginables.
El barco recorre despacio el profundo fiordo de Andvord Bay, que discurre perpendicular al eje principal del Estrecho de Gerlache, penetrando más de 20 kilómetros en la Península Antártica. El paisaje es sobrecogedor, con decenas de icebergs flotando mansamente en la bahía, algunos enormes con forma de castillos almenados, todos irrepetibles y con fecha de caducidad.

Espíritus de hielo que surgen de la niebla.
Desde aquí al Mar de Weddell, al otro lado del espinazo montañoso, hay apenas 50 kilómetros. En aquellas aguas se fraguó una impresionante hazaña.
Shackleton, endeudado y en el dique seco, tuvo que leer en la prensa la tragedia de Scott y el triunfo de Amundsen.
El pescado estaba vendido. ¿O no? «Nunca la bandera arriada, nunca la última empresa».
En agosto de 1914, días antes del estallido de la primera guerra mundial, partió hacia el sur. «Queda el viaje más impresionante de todos, la travesía del continente», escribió. Tras navegar en el Mar de Weddell y cuando faltaban 160 kilómetros para llegar a tierra, su barco, el «Endurance», quedó atrapado en el hielo.
La batalla por la supervivencia duró veinte meses y ni uno solo de los 27 tripulantes perdió la vida.
Los expedicionarios tuvieron que soportar penurias inimaginables, el naufragio del «Endurance» y una durísima travesía en los botes salvavidas a la isla Elefante antes de que Shackleton, con un puñado de hombres, realizara a bordo del «James Caird» uno de los viajes más memorables de la historia de la navegación.

sábado, enero 03, 2009

Estudiantes de la Universidad Wharton MBA de Pensilvania asistieron a una conferencia científica en la Base Artigas


Tomado del Blog antarkos 25
Isla Rey Jorge, 2 enero 2009

El 2 de enero de 2009, se organizó en la Base Artigas (Uruguay), una conferencia sobre las actividades científicas realizadas, con la participación de estudiantes de la Universidad de Wharton MBA, de Pensilvania, Filadelfia (USA).
Estos estudiantes formaban parte del curso de liderazgo que anualmente organiza esta universidad en donde los estudiantes tienen oportunidad de aplicar en el terreno los conocimientos teóricos que se le imparten.
Una vez dada la bienvenida al grupo, por parte del Jefe de la Base Artigas, el Profesor Eric Orts, de la Universidad de Wharton, solicitó a los científicos presentes en la BCAA que explicaran sus proyectos.
Se escucharon entonces las exposiciones de la Lic. Carina Ojeda, integrante del Proyecto de Monitoreo Ambiental de la BCAA y representante de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, luego del Geofísico Marthin Ruckamp de la Universidad de Munster (Alemania) quien habló de las actividades que están realizando en el glaciar Collins, con el apoyo logístico de la BCAA y finalmente expuso su actividad, la Meteoróloga Beatriz Barcos de la Dirección Nacional de Meteorología quien habló de la Estación Meteorológica 89054 DINAMET y del “proyecto ozono” instalado en la BCAA.
En la segunda parte de la conferencia el Profesor Orts, hizo una reseña de hechos vinculados al calentamiento global y el cambio climático y como eso afecta al medioambiente en general, cerrando luego la conferencia con intervenciones de los alumnos y participantes de la expedición.
La expedición fue organizada por Vertical una empresa chilena que se dedica a educar en liderazgo a través de expediciones de aventura.
Ver más información sobre este curso aquí.
www.wharton.upenn.edu




Video del grupo de Wharton, sobre el glaciar Collins en la temporata 2007-2008.

Comunicado de "Más allá del Sur"

Más allá del sur
un espacio antártico para todo el país
Radio Nacional Argentina AM 870

Sábado 3 de enero del 2009
¡primer programa del año!
Entrevista al general Jorge Edgard Leal, veterano antártico Expedicionario al Polo Sur, fundador de Bases y Refugios y ex-titular de la Dirección Nacional del Antártico.
Como visionario estratega que consagró su vida a consolidar la soberanía argentina en nuestro Sector, nos hablará de la Antártida Sudamericana un concepto trascendente para los argentinos y el futuro de la región, frente a la pretensión británica de incorporar nuestros territorios a la Unión Europea.
Sábado 3 de enero 23:30hs - Radio Nacional am 870 -
en vivo a todo el país y al exterior tomando señal por internet:
<< www.radionacional.gov.ar >>
MÁS ALLÁ DEL SUR - RADIO NACIONAL AM 870
el testimonio vivencial de los argentinos en la Antártida sábados 23:30 hs - en vivo
CONDUCE SUSANA RIGOZ
PABLO CROCCHI
Y MARIZA MUÑOZ EN PRODUCCIÒN
mail: masalladelsur@yahoo.com.ar
Más Allá del Sur ha sido declarado programa de interés parlamentario por el Senado de la Nación y de interés cultural por la Dirección Nacional del Antártico.
Cuenta además con la adhesión de la Fundación Marambio y fue incorporado a la Red Iberoamericana de Difusión del Año Polar Internacional.

martes, diciembre 30, 2008

Brasileños concluyen etapa de expedición a la Antártida

Fuente: XINHUA-CRI
2008-12-29 10:02:53
Los científicos que forman parte de la primera expedición brasileña al interior de la Antártida concluyeron la etapa de recolección de material en el Monte Johns, e iniciaron el regreso a su base de operaciones.
El Ministerio de Ciencia y Tecnología informó el domingo que el equipo brasileño culminó con éxito esta primera fase en el Monte Johns, una de las regiones más aisladas y menos conocidas de la superficie de la tierra.
Cuatro de los siete investigadores que integran la expedición estaban en el Monte Johns desde el 9 de diciembre pasado con el objetivo de recoger muestras de hielo para futuras investigaciones científicas.
Los investigadores realizaron durante poco más de dos semanas perforaciones en diferentes localidades del Monte Johns para retirar bloques de hielo que servirán para investigar variaciones del clima y cambios en la atmósfera en los últimos 500 años.
Según el especialista en glaciares Jefferson Cardia Simoes, investigador de la Universidad Federal de Río Grande do Sul (UFRGS) y coordinador del equipo, fueron retiradas diferentes muestras a entre 45 y 95 metros de profundidad.
Tras concluir este trabajo, los cuatro científicos tenían previsto regresar este mismo sábado a la base de operaciones de la expedición, ubicada a 300 kilómetros del Monte Johns.
La base de operaciones de la expedición está ubicada a 2.000 kilómetros de la estación brasileña en la Antártida (Comandante Ferraz) y a 1.000 kilómetros del Polo Sur Geográfico.
En esta región el sol brilla las 24 horas del día en la actual época del año, el espesor del hielo es de 700 metros y la altitud es de 920 metros sobre el nivel del mar.
El Monte Johns, con 2.115 metros de altura y ubicado en la parte occidental del manto antártico, está más próximo al Polo Sur Geográfico.
Los integrantes de la expedición "Desierto de Cristal" viajaron hasta el Monte Johns en un avión bimotor turbohélice adaptado con esquís para aterrizar en la nieve.
Durante el tiempo en que estuvieron en el sitio, los investigadores enfrentaron temperaturas inferiores a menos 40 grados centígrados, pero, según Cardia Simoes, "las dificultades no impidieron el trabajo planeado".
Los seis investigadores brasileños y un chileno permanecerán en el interior de la Antártida hasta el 4 de enero próximo, cuando viajarán a Punta Arenas (Chile).
Brasil ejerce presencia en la Antártida desde hace 25 años, pero sólo se había aventurado por el interior del continente y había limitado su actuación a las pesquisas sobre los mares y las áreas costeras de la región en la base Comandante Ferraz.
La expedición al interior de la región forma parte de las acciones previstas por el Año Polar Internacional y le permitirá a Brasil tener un mayor conocimiento del interior de este territorio de 13,6 millones de kilómetros cuadrados con importante papel como controlador del clima mundial.

Rumbo al Polo Sur sin barreras: 3 personas con discapacidad, desafían sus limitaciones


Un momento de los entrenamientos en la playa de los participantes de la expedición.- ELPAÍS.com

REPORTAJE de ELPAIS.com: Rumbo al Polo Sur sin barreras
Tres personas con una discapacidad recorrerán a partir del 30 de diciembre de 2008, 250 kilómetros sobre la Antártida.- La expedición trata de demostrar la capacidad de los que tienen una minusvalía
ELPAÍS.com / AGENCIAS - Madrid / Barcelona - 29/12/2008

Una expedición española se ha planteado el reto de recorrer 250 kilómetros sobre la Antártida y alcanzar el Polo Sur el próximo 27 de enero. A los montañeros les esperan tres semanas del verano austral en una de las zonas más inhóspitas del planeta, con temperaturas de hasta menos 40 grados y vientos máximos de 300 kilómetros por hora. Además, esta expedición cuenta con otro objetivo añadido: demostrar la capacidad de los discapacitados. Y es que en el grupo de expedicionarios marchan tres personas con minusvalías físicas.
Se trata del biólogo Xavier Valbuena, de 44 años, que perdió una pierna en un accidente de moto; Jesús Noriega, representante de una multinacional alemana, de 34, al que le falta una mano de nacimiento; y el técnico deportivo Eric Villalón, de 35, que sólo tiene una capacidad visual de un 5%. Junto con los guías Ramón Larramendi e Ignacio Oficialdegui componen la expedición Polo Sur sin límites, financiada por la obra social de La Caixa.

La supuesta "normalidad"
El presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla, ha presidido este lunes una emotiva despedida al grupo, que este martes tomará un avión rumbo a Punta Arenas, en Chile, desde donde comenzará su aventura con un trineo de 60 kilos a rastras. Eric Villalón ha explicado durante el acto que "cualquiera puede tener un accidente y perder un miembro. Eso no es un impedimento para vivir. No hay que tener límites, simplemente hay que contar con los instrumentos y los ánimos para conseguir los objetivos que nos proponemos", ha afirmado Villalón. El montañero ha reclamado a la sociedad que abandone la imagen estereotipada de la supuesta "normalidad" física basada en "las barbies y en los kens".

Un triple desafío
La aventura ha supuesto un año y medio de intenso entrenamiento, que ha incluido correr, realizar ejercicios de fuerza y resistencia dentro de una piscina y pasar largos periodos de tiempo dentro de una cámara de congelación a menos 25º para que el cuerpo se adaptara al clima antártico. Además, también han esquiado por la arena durante dos horas al día arrastrado un lastre parecido al trineo que llevarán a lo largo de la expedición. El reto no sólo será deportivo, también supone un desafío científico, ya que por primera vez se tomarán muestras para analizar los niveles de contaminantes orgánicos e inorgánicos y para constatar la vida bacteriana atrapada en el hielo antártico.
El presidente de la Generalitat ha destacado que la experiencia lanza un claro mensaje de superación personal a las nuevas generaciones: "si queremos, podemos". El presidente de la Obra Social de La Caixa, Jaume Lanaspa, ha asegurado a los expedicionarios que cuando estén en la "inmensa soledad" de la planicie antártica habrá muchas personas pensando en ellos y en su proeza.
La iniciativa Polo sur sin límites cuenta con los directores científicos Josep Maria Gili y Montserrat García, que ha recalcado que se trata de un "reto social" de superación física y mental de gran dificultad para cualquier deportista.