Publicado en Terra.com
29 oct 05
El geólogo estellés Adolfo Eraso participó ayer en una conferencia organizada por el Centro de Recursos Ambientales de Navarra, fundación adscrita al Departamento de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y vivienda del Gobierno de Navarra, y la Fundación Caja Navarra en la que expuso cómo a través de su investigación en los glaciares del Ártico y en la Antártida se demuestra que el cambio climático se está produciendo.
En el acto, moderado por el director del Planetario Javier Armentia y celebrado en el auditorio de Civican, participaron como asistentes más de cien personas que mostraron su interés por la exposición realizada por el conocido científico. Eraso estuvo acompañado por la investigadora con la que ha compartido sus expediciones a los glaciares, Cristina Domínguez, y por el director gerente del Centro de Recursos Ambientales de Navarra, Javier Asín.
Eraso, profesor de hidrología de la Universidad Politécnica de Madrid, entidad con la que sigue colaborando estrechamente realiza investigaciones sobre la evolución del calentamiento global del planeta en los hielos de la Antártida y el Ártico. Es co-director, en España, del Proyecto GLACKMA (GLAciares, CrioKarst y Medio Ambiente) junto con Carmen Domínguez, profesora de matemática aplicada de la Universidad de Salamanca. Este proyecto de investigación tiene convenios firmados con varios países: Uruguay, Chile, Rusia, Noruega y Alemania, además de España que interviene a través del Instituto de Meteorología, del Ministerio de Medio Ambiente.
Durante los tres años de la primera fase del GLACKMA se han instalado estaciones de medida en cuatro casquetes glaciares de los dos círculos polares. En el Hemisferio Sur, se han colocado en la Antártida Insular y en la Patagonia chilena; y en el Hemisferio Norte, en Svalbard (Ártico noruego) e Islandia. Estas estaciones ofrecen datos meteorológicos, hidráulicos e hidrogénicos. De tal forma que miden cada hora la descarga glaciar: cómo se van derritiendo los casquetes a medida que les afectan los cambios en el clima y la atmósfera.
En último término, se trata de tener un registro continuo de datos sobre el calentamiento global, ya que la sensibilidad de los hielos polares a los cambios climáticos les convierte en 'calendarios perfectos' para medirlo y saber cómo evoluciona. Gracias a las medidas que han registrado hasta ahora se ha podido saber que la descarga glaciar aumenta exponencialmente cada año, y que cualquier variación en la temperatura ambiente conlleva una respuesta inmediata en el deshielo de los glaciares.
Adolfo Eraso destacó en su intervención cómo el último periodo frío tuvo lugar hace 14.000 años. En este sentido, apuntó que el calentamiento fue aumentando lentamente hasta hace 150 años. Sin embargo, a partir de ese momento la tendencia cambió, 'se ha acelerado el calentamiento', afirmó. Como evidencia, la subida de CO2 ha sido similar en esos 13.800 años que en los últimos 200, de esta forma en dos siglos se ha calentado como antes en 138 siglos. La concentración de CO2 en la atmósfera, gas principal causante del cambio climático, era hace 14.000 años de 180 partes por millón, en el siglo XIX, de 280 partículas, mientras que en la actualidad la cifra ha ido subiendo hasta situarse en 380 partes por millón.
Otra de las principales conclusiones a las que han llegado Eraso y Domínguez en su proyecto son que la descarga glaciar es cuatro veces mayor en el Ártico, que responde a una zona con mayor número de población, que en la Antártida, 'aunque en esta última se ha duplicado el deshielo en los últimos trece años'.
Eraso apuntó además que el Protocolo de Kioto 'no va a ser suficiente para detener el cambio climático'. En la actualidad, el Protocolo sólo afecta a la gran industria, responsable del 40% de las emisiones de CO2, mientras que el resto sectores denominados como difusos (transporte, servicios, construcción, residencial), son los responsables del resto de las emisiones. En este sentido, afirmó también que el aumento de la temperatura terrestre provoca el aumento de la evaporación del agua del mar y por tanto el porcentaje de humedad ambiente, 'lo que puede provocar fenómenos metereológicos difíciles de controlar tal y como se esta viendo ahora'.
Terra Actualidad - Vocento/VMT
domingo, octubre 30, 2005
sábado, octubre 29, 2005
Expedición de TVE recorrerá 6.000 kilómetros en un catamarán
Publicado en http://www.elpais.es/
29 oct 05
Sebastián Álvaro.
La expedición más ambiciosa de Al filo de lo imposible está en marcha. En pocas horas, el equipo del programa de TVE que dirige Sebastián Álvaro emprende rumbo a la Antártida para explorar el continente helado. La travesía -6.000 kilómetros a bordo de un catamarán montado sobre cuatro patines y propulsado por 10 cometas de diferentes tamaños- sigue los pasos de la aventura que inició Ernest H. Shackleton en 1914.
Es "el máximo reto" de Al filo de lo imposible", explicó ayer la directora general de RTVE, Carmen Caffarel, durante su intervención en la comisión de Control parlamentario. Recordó que el programa lleva cinco años preparando la aventura y que su objetivo es recorrer la Antártida oriental en un catamarán polar.
La expedición está integrada por tres tripulantes, Ramón Larramendi, Juan Manuel Viu e Ignacio Oficialdegui, a los que se unen Sebastián Álvaro, el cámara Antonio Perezgrueso y el técnico de sonido Sergio Casas. El equipo acumula gran experiencia en expediciones polares. Algunos de ellos conquistaron el polo Norte en abril de 1999. Justo desde ese año, Al filo lleva trabajando en la nueva expedición.
A lo largo de los próximos dos meses, los expedicionarios tendrán ante sí 6.000 kilómetros de suelo helado en la que será la exploración transartártica española más ambiciosa. Además de presentarse como un reto deportivo, Al filo tiene entre manos una misión científica coordinada por el catedrático Eduardo Martínez de Pisón: tomar muestras de hielo y recoger información sobre los vientos catabáticos para un estudio en el que está embarcada la Universidad de Ohio (Estados Unidos).
Para el equipo del programa de TVE, este viaje polar representa el último reto geográfico del planeta. Llevarlo a cabo ha exigido la fabricación de un sofisticado catamarán que ya fue probado en Groenlandia. Este artefacto ha sido diseñado por Larramendi, uno de los mejores especialistas del mundo en travesías polares. El trineo se ha montado sobre cuatro patines y aprovechará la fuerza del viento para avanzar gracias a 10 cometas manejados por poleas. Una de ellos, el ala más grande de vuelo libre del mundo, ocupa 60 metros cuadrados. La tripulación podrá así avanzar entre 200 y 400 kilómetros al día.
Esta aventura forma parte del empeño de Al filo por revivir las grandes epopeyas del siglo XX. La expedición que ahora comienza sigue los pasos de Shackleton y del Endurance, propulsado a vela y a vapor, cuya tripulación aspiraba a conquistar la Antártida. El barco, sin embargo, se vio atrapado en un cinturón de hielo y las enormes placas le llevaron al fondo del mar de Weddell en 1915. Shackleton y sus hombres no pudieron conquistar nada, pero salieron vivos. Este nuevo desafío a la Antártida se une al culminado por Al filo en enero 1995, cuando alcanzó el polo Sur tras 55 día de marcha.
29 oct 05
Sebastián Álvaro.
La expedición más ambiciosa de Al filo de lo imposible está en marcha. En pocas horas, el equipo del programa de TVE que dirige Sebastián Álvaro emprende rumbo a la Antártida para explorar el continente helado. La travesía -6.000 kilómetros a bordo de un catamarán montado sobre cuatro patines y propulsado por 10 cometas de diferentes tamaños- sigue los pasos de la aventura que inició Ernest H. Shackleton en 1914.
Es "el máximo reto" de Al filo de lo imposible", explicó ayer la directora general de RTVE, Carmen Caffarel, durante su intervención en la comisión de Control parlamentario. Recordó que el programa lleva cinco años preparando la aventura y que su objetivo es recorrer la Antártida oriental en un catamarán polar.
La expedición está integrada por tres tripulantes, Ramón Larramendi, Juan Manuel Viu e Ignacio Oficialdegui, a los que se unen Sebastián Álvaro, el cámara Antonio Perezgrueso y el técnico de sonido Sergio Casas. El equipo acumula gran experiencia en expediciones polares. Algunos de ellos conquistaron el polo Norte en abril de 1999. Justo desde ese año, Al filo lleva trabajando en la nueva expedición.
A lo largo de los próximos dos meses, los expedicionarios tendrán ante sí 6.000 kilómetros de suelo helado en la que será la exploración transartártica española más ambiciosa. Además de presentarse como un reto deportivo, Al filo tiene entre manos una misión científica coordinada por el catedrático Eduardo Martínez de Pisón: tomar muestras de hielo y recoger información sobre los vientos catabáticos para un estudio en el que está embarcada la Universidad de Ohio (Estados Unidos).
Para el equipo del programa de TVE, este viaje polar representa el último reto geográfico del planeta. Llevarlo a cabo ha exigido la fabricación de un sofisticado catamarán que ya fue probado en Groenlandia. Este artefacto ha sido diseñado por Larramendi, uno de los mejores especialistas del mundo en travesías polares. El trineo se ha montado sobre cuatro patines y aprovechará la fuerza del viento para avanzar gracias a 10 cometas manejados por poleas. Una de ellos, el ala más grande de vuelo libre del mundo, ocupa 60 metros cuadrados. La tripulación podrá así avanzar entre 200 y 400 kilómetros al día.
Esta aventura forma parte del empeño de Al filo por revivir las grandes epopeyas del siglo XX. La expedición que ahora comienza sigue los pasos de Shackleton y del Endurance, propulsado a vela y a vapor, cuya tripulación aspiraba a conquistar la Antártida. El barco, sin embargo, se vio atrapado en un cinturón de hielo y las enormes placas le llevaron al fondo del mar de Weddell en 1915. Shackleton y sus hombres no pudieron conquistar nada, pero salieron vivos. Este nuevo desafío a la Antártida se une al culminado por Al filo en enero 1995, cuando alcanzó el polo Sur tras 55 día de marcha.
“La Antártida es un paraíso y un buen lugar para morir”
Publicado en http://www.tiempofueguino.com.ar
28 de octubre de 2005
Teresa Poretti, viuda del biólogo Augusto Thibaud, cuyo cuerpo fue rescatado el martes de las heladas profundidades de una grieta glacial en la Antártida, no siente rencor hacia el continente blanco. “La Antártida me lo dio y me lo quitó, pero es un paraíso, y un buen lugar para morir”, afirmó.
USHUAIA.- Con el hallazgo de los cuerpos sin vida de Augusto Thibaud y de Eduardo Teófilo González, biólogo y marino respectivamente, se cerró un período donde abundaron la desesperación, la incertidumbre y la expectativa, en primera instancia cuando ocurrió el accidente. Luego, la falta de esperanzas, la decepción, la tristeza y el dolor cuando las horas, los días transcurrían y se diluían las posibilidades de encontrarlos con vida. Y tal vez, por último, el triste sosiego para sus respectivas familias, para sus camaradas, para los rescatistas y para todos los que se sintieron, de alguna manera, parte de esta dolorosa historia al ser encontrados los restos de ambos. Augusto Thibaud tenía 43 años, y era conocido en la Base Jubany, su hogar antártico, como Alfa. Alfa había partido de General Rodríguez, localidad cercana a Luján, en la Provincia de Buenos Aires, el 9 de enero último hacia la Antártida, y tenía previsto regresar en enero de 2006. En Jubany era el único científico, y una de las personas con más experiencia en el continente blanco, en el cual había pasado varias invernadas desde aquel 1987 cuando lo visitó por primera vez. Thibaud, que se realizaba tareas para la Universidad de Luján, y colaboraba con otros centros de altos estudios nacionales, iba a elaborar informes, por ejemplo, de los efectos del cambio climático global sobre organismos marinos antárticos. El gélido continente le dio a Alfa su familia y le quitó la vida. La misma base, Jubany, a la que regresaba aquel 17 de septiembre cuando ingresados en un campo de grietas en el glaciar Collins, la moto de nieve que lo transportaba junto con Teófilo González, se desplomó en el interior de una grieta, fue la que le permitió conocer a su esposa, Teresa Poretti, quién actualmente cuenta con 38 años de edad. Teresa, también bióloga, lo conoció a Alfa en 1991: “Él estudiaba los peces y yo, las aves. Las dos cosas están relacionadas. Éramos dos mujeres y 30 hombres. El se me acercó y empezamos a hablar”. Luego se enamoraron y la pareja de científicos comenzó a hacer planes a futuro. Decidieron vivir en General Rodríguez, y tuvieron dos hijas, Agustina, que mañana cumplirá 8 años y Carla, de 10. El hallazgo del cuerpo de su esposo le permitió a Teresa Poretti, según sus propias palabras, estar “tranquila y en paz. La Antártida me lo dio y me lo quitó, pero es un paraíso, y un buen lugar para morir”, sostuvo en referencia al continente por el que Thibaud tenía fascinación, y en el que se conocieron y enamoraron. Sobre el accidente, la viuda de Thibaud consideró que “caer en una grieta no es chiste. Salir vivo el primer día ya sería un milagro, después de 40, sería un milagro bastante grande”. Además, indicó que la situación en la Antártida es mucho más peligrosa debido al calentamiento global. “Hace 15 años el glaciar no tenía estos riesgos, él mismo -por Thibaud- lo dijo en un reportaje, el glaciar está completamente cambiado, está pelado, tiene muy poca nieve y los puentes de hielo están muy delgados. Ahora sí es riesgoso”, sostuvo. Lejos de tener rencor hacia el continente blanco que terminó con la vida de su esposo, la bióloga recuerda que “siempre creímos que era un paraíso y lo sigo creyendo. Jamás, con Augusto, le tuvimos miedo a la Antártida, aunque sí respeto. A la naturaleza hay que respetarla.” Tal como lo expresara su esposo en algunas de sus investigaciones, Teresa Poretti sostuvo que los “cambios climáticos alteraron los glaciares, ahora son más peligrosos”, y Augusto Thibaud, junto con Teófilo González, fueron víctimas de ello. Para finalizar, la viuda de Thibaud, con la voz tranquila y pausada, manifestó que “realmente estoy eternamente agradecida a los rescatistas y a todos los que hicieron lo posible, a toda la gente que rezó, porque sé que en todos lados del mundo iniciaron cadenas de oración”.
28 de octubre de 2005
Teresa Poretti, viuda del biólogo Augusto Thibaud, cuyo cuerpo fue rescatado el martes de las heladas profundidades de una grieta glacial en la Antártida, no siente rencor hacia el continente blanco. “La Antártida me lo dio y me lo quitó, pero es un paraíso, y un buen lugar para morir”, afirmó.
USHUAIA.- Con el hallazgo de los cuerpos sin vida de Augusto Thibaud y de Eduardo Teófilo González, biólogo y marino respectivamente, se cerró un período donde abundaron la desesperación, la incertidumbre y la expectativa, en primera instancia cuando ocurrió el accidente. Luego, la falta de esperanzas, la decepción, la tristeza y el dolor cuando las horas, los días transcurrían y se diluían las posibilidades de encontrarlos con vida. Y tal vez, por último, el triste sosiego para sus respectivas familias, para sus camaradas, para los rescatistas y para todos los que se sintieron, de alguna manera, parte de esta dolorosa historia al ser encontrados los restos de ambos. Augusto Thibaud tenía 43 años, y era conocido en la Base Jubany, su hogar antártico, como Alfa. Alfa había partido de General Rodríguez, localidad cercana a Luján, en la Provincia de Buenos Aires, el 9 de enero último hacia la Antártida, y tenía previsto regresar en enero de 2006. En Jubany era el único científico, y una de las personas con más experiencia en el continente blanco, en el cual había pasado varias invernadas desde aquel 1987 cuando lo visitó por primera vez. Thibaud, que se realizaba tareas para la Universidad de Luján, y colaboraba con otros centros de altos estudios nacionales, iba a elaborar informes, por ejemplo, de los efectos del cambio climático global sobre organismos marinos antárticos. El gélido continente le dio a Alfa su familia y le quitó la vida. La misma base, Jubany, a la que regresaba aquel 17 de septiembre cuando ingresados en un campo de grietas en el glaciar Collins, la moto de nieve que lo transportaba junto con Teófilo González, se desplomó en el interior de una grieta, fue la que le permitió conocer a su esposa, Teresa Poretti, quién actualmente cuenta con 38 años de edad. Teresa, también bióloga, lo conoció a Alfa en 1991: “Él estudiaba los peces y yo, las aves. Las dos cosas están relacionadas. Éramos dos mujeres y 30 hombres. El se me acercó y empezamos a hablar”. Luego se enamoraron y la pareja de científicos comenzó a hacer planes a futuro. Decidieron vivir en General Rodríguez, y tuvieron dos hijas, Agustina, que mañana cumplirá 8 años y Carla, de 10. El hallazgo del cuerpo de su esposo le permitió a Teresa Poretti, según sus propias palabras, estar “tranquila y en paz. La Antártida me lo dio y me lo quitó, pero es un paraíso, y un buen lugar para morir”, sostuvo en referencia al continente por el que Thibaud tenía fascinación, y en el que se conocieron y enamoraron. Sobre el accidente, la viuda de Thibaud consideró que “caer en una grieta no es chiste. Salir vivo el primer día ya sería un milagro, después de 40, sería un milagro bastante grande”. Además, indicó que la situación en la Antártida es mucho más peligrosa debido al calentamiento global. “Hace 15 años el glaciar no tenía estos riesgos, él mismo -por Thibaud- lo dijo en un reportaje, el glaciar está completamente cambiado, está pelado, tiene muy poca nieve y los puentes de hielo están muy delgados. Ahora sí es riesgoso”, sostuvo. Lejos de tener rencor hacia el continente blanco que terminó con la vida de su esposo, la bióloga recuerda que “siempre creímos que era un paraíso y lo sigo creyendo. Jamás, con Augusto, le tuvimos miedo a la Antártida, aunque sí respeto. A la naturaleza hay que respetarla.” Tal como lo expresara su esposo en algunas de sus investigaciones, Teresa Poretti sostuvo que los “cambios climáticos alteraron los glaciares, ahora son más peligrosos”, y Augusto Thibaud, junto con Teófilo González, fueron víctimas de ello. Para finalizar, la viuda de Thibaud, con la voz tranquila y pausada, manifestó que “realmente estoy eternamente agradecida a los rescatistas y a todos los que hicieron lo posible, a toda la gente que rezó, porque sé que en todos lados del mundo iniciaron cadenas de oración”.
viernes, octubre 28, 2005
No todos pueden ir a la Antártida, entonces hay que traer la Antártida a la gente...
PROMUEVEN LAS ACTIVIDADES RELACIONADAS A LA ANTARTIDA
Publicado en Latitud 2000 - 28 oct 05
http://www.latitud2000.com.ar
* El director nacional del Antártico, Mariano Memolli, encaró un plan para difundir la labor científica que se desarrolla en las bases argentinas en la Antártida. "No todos pueden ir a la Antártida, entonces hay que traer la Antártida a la gente, por eso se empezó un acercamiento a los colegios con una muestra itinerante.La Antártida no hace ganar una elección, pero el compromiso político es que la gente conozca el trabajo que se hace allí. Queremos lograr una conciencia nacional de que es necesario continuar con las labores", dijo Memolli. Además, el funcionario comentó que "nuestro país fomenta el turismo en la Antártida, aunque desalienta el llamado turismo aventura y las expediciones deportivas, porque después representan un gran costo económico -además de riesgos- las tareas de salvamento". "El turismo en la Antártida -agregó Memolli- va a continuar en crecimiento y el 90 por ciento de los viajeros pasa por Ushuaia. La Argentina no se opone al turismo en la Antártida, pero debe controlarse para evitar daños ambientales." Destacó también la necesidad de contar con los recursos suficientes para llevar adelante el trabajo antártico. "Si incrementamos las tareas científicas, habrá que aumentar también los medios para dar apoyo logístico. "No pedimos que nos aprueben el presupuesto porque sí, queremos que se nos dé la oportunidad de defender lo que hacemos." Agregó Memolli que continuarán en funcionamiento las bases permanentes argentinas instaladas en la Antártida.
Publicado en Latitud 2000 - 28 oct 05
http://www.latitud2000.com.ar
* El director nacional del Antártico, Mariano Memolli, encaró un plan para difundir la labor científica que se desarrolla en las bases argentinas en la Antártida. "No todos pueden ir a la Antártida, entonces hay que traer la Antártida a la gente, por eso se empezó un acercamiento a los colegios con una muestra itinerante.La Antártida no hace ganar una elección, pero el compromiso político es que la gente conozca el trabajo que se hace allí. Queremos lograr una conciencia nacional de que es necesario continuar con las labores", dijo Memolli. Además, el funcionario comentó que "nuestro país fomenta el turismo en la Antártida, aunque desalienta el llamado turismo aventura y las expediciones deportivas, porque después representan un gran costo económico -además de riesgos- las tareas de salvamento". "El turismo en la Antártida -agregó Memolli- va a continuar en crecimiento y el 90 por ciento de los viajeros pasa por Ushuaia. La Argentina no se opone al turismo en la Antártida, pero debe controlarse para evitar daños ambientales." Destacó también la necesidad de contar con los recursos suficientes para llevar adelante el trabajo antártico. "Si incrementamos las tareas científicas, habrá que aumentar también los medios para dar apoyo logístico. "No pedimos que nos aprueben el presupuesto porque sí, queremos que se nos dé la oportunidad de defender lo que hacemos." Agregó Memolli que continuarán en funcionamiento las bases permanentes argentinas instaladas en la Antártida.
jueves, octubre 27, 2005
Encuentran los cuerpos de los argentinos perdidos en la Antártida
Publicado en El País de Montevideo
http://www.elpais.com.uy - 26 Oct 05
Buenos Aires - Los cuerpos de dos expedicionarios argentinos que se habían accidentado a mediados de septiembre en la Antártida, fueron rescatados en una grieta, a unos 57 metros de profundidad, informó hoy el vocero de la estatal Dirección Nacional del Antártico, Sergio Policastro.
Los rescastistas hallaron hoy el cadáver del suboficial segundo de la Armada (marina de guerra) Teófilo Eduardo González, de 35 años, cerca de donde el martes se había encontrado el cuerpo del biólogo Augusto Thibaud, de 43, precisó Policastro.
Thibaud y González cayeron el sábado 17 de septiembre en una grieta del glaciar Collins, mientras iban en una moto de nieve desde la base uruguaya General Artigas hacia la base argentina Jubany.
Tras el accidente, un equipo de rescatistas argentinos, alojado en la base chilena Frei, intentó en vano encontrarlos con vida, enfrentando muchas dificultades por las condiciones climáticas adversas, hasta que se resignaron a seguir la búsqueda de los cuerpos.
"Después de 39 días, fue encontrado el cuerpo de Thibaud", dijo la noche de ayer el director nacional del Antártico, Mariano Memolli, en rueda de prensa.
El cadáver del biólogo estaba a 57 metros de profundidad, debajo de su moto para nieve y tapado por una capa de entre 15 y 20 metros de hielo y nieve, en el glaciar Collins de la Antártida Argentina, precisó Memolli.
"En todos estos días seguimos trabajando en silencio, y haciendo más silencio en la gestión", dijo Memolli.
La búsqueda continuó hoy hasta que, no muy lejos de allí, se rescató el cuerpo del suboficial que lo acompañaba en la travesía, dijo Policastro.
AFP
http://www.elpais.com.uy - 26 Oct 05
Buenos Aires - Los cuerpos de dos expedicionarios argentinos que se habían accidentado a mediados de septiembre en la Antártida, fueron rescatados en una grieta, a unos 57 metros de profundidad, informó hoy el vocero de la estatal Dirección Nacional del Antártico, Sergio Policastro.
Los rescastistas hallaron hoy el cadáver del suboficial segundo de la Armada (marina de guerra) Teófilo Eduardo González, de 35 años, cerca de donde el martes se había encontrado el cuerpo del biólogo Augusto Thibaud, de 43, precisó Policastro.
Thibaud y González cayeron el sábado 17 de septiembre en una grieta del glaciar Collins, mientras iban en una moto de nieve desde la base uruguaya General Artigas hacia la base argentina Jubany.
Tras el accidente, un equipo de rescatistas argentinos, alojado en la base chilena Frei, intentó en vano encontrarlos con vida, enfrentando muchas dificultades por las condiciones climáticas adversas, hasta que se resignaron a seguir la búsqueda de los cuerpos.
"Después de 39 días, fue encontrado el cuerpo de Thibaud", dijo la noche de ayer el director nacional del Antártico, Mariano Memolli, en rueda de prensa.
El cadáver del biólogo estaba a 57 metros de profundidad, debajo de su moto para nieve y tapado por una capa de entre 15 y 20 metros de hielo y nieve, en el glaciar Collins de la Antártida Argentina, precisó Memolli.
"En todos estos días seguimos trabajando en silencio, y haciendo más silencio en la gestión", dijo Memolli.
La búsqueda continuó hoy hasta que, no muy lejos de allí, se rescató el cuerpo del suboficial que lo acompañaba en la travesía, dijo Policastro.
AFP
martes, octubre 25, 2005
Controlan la pesca ilegal en la Antártida
Australia aumentará presión contra la pesca ilegal en Antártida
Publicado en terra.com
24 oct 05
Australia aumentará la presión diplomática sobre los países cuyos pesqueros faenan ilegalmente en la Antártida, advirtió hoy, lunes, el ministro australiano de Asuntos Exteriores, Alexander Downer, en la inauguración de la 24 reunión anual del CCAMLR.
CCAMLR son las siglas en inglés de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos, que entró en vigor en 1982.
Downer alentó a la comunidad internacional desde Hobart, la capital de la isla australiana de Tasmania, donde se celebra la conferencia, a ser más enérgica en la protección de los ecosistemas de la Antártida.
Delegados de los países y organismos signatarios del CCAMLR participarán en los debates hasta el 4 de noviembre y se espera que el ministro australiano de Pesca, Ian Macdonald, presente al foro un informe sobre el uso de las banderas de conveniencia y las dificultades que afronta la lucha contra la pesca ilegal.
Los delegados de la CCAMLR tienen previsto hablar sobre todo del problema de la captura de 'merluza negra', o 'bacalao de profundidad' o 'mero chileno del sur' (Dissostichus eleginoides), una especie poco conocida hasta que pescadores chilenos atraparon un ejemplar en 1982.
Los integrantes de la CCAMLR controlan el comercio de este pescado que se ha convertido en un manjar y se vende a unos 50 dólares (42 euros) el kilo en los mercados internacionales.
Forman parte de la CCAMLR como socios firmantes Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, la Comisión Europea, Corea del Sur, Chile, Estados Unidos, España, Francia, Holanda, India, Italia, Japón, Namibia, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, Reino Unido, Sudáfrica, Suecia, Ucrania y Uruguay.
Participan como estados no firmantes de la convención Bulgaria, Canadá, Finlandia, Grecia, Islas Mauricio, Perú y Vanuatu.
'El objetivo de la Convención es la conservación de la vida marina del Océano Austral. Esto no excluye su explotación, siempre que ésta se realice de manera racional', según la propia CCAMLR.
Terra Actualidad - EFE
Publicado en terra.com
24 oct 05
Australia aumentará la presión diplomática sobre los países cuyos pesqueros faenan ilegalmente en la Antártida, advirtió hoy, lunes, el ministro australiano de Asuntos Exteriores, Alexander Downer, en la inauguración de la 24 reunión anual del CCAMLR.
CCAMLR son las siglas en inglés de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos, que entró en vigor en 1982.
Downer alentó a la comunidad internacional desde Hobart, la capital de la isla australiana de Tasmania, donde se celebra la conferencia, a ser más enérgica en la protección de los ecosistemas de la Antártida.
Delegados de los países y organismos signatarios del CCAMLR participarán en los debates hasta el 4 de noviembre y se espera que el ministro australiano de Pesca, Ian Macdonald, presente al foro un informe sobre el uso de las banderas de conveniencia y las dificultades que afronta la lucha contra la pesca ilegal.
Los delegados de la CCAMLR tienen previsto hablar sobre todo del problema de la captura de 'merluza negra', o 'bacalao de profundidad' o 'mero chileno del sur' (Dissostichus eleginoides), una especie poco conocida hasta que pescadores chilenos atraparon un ejemplar en 1982.
Los integrantes de la CCAMLR controlan el comercio de este pescado que se ha convertido en un manjar y se vende a unos 50 dólares (42 euros) el kilo en los mercados internacionales.
Forman parte de la CCAMLR como socios firmantes Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, la Comisión Europea, Corea del Sur, Chile, Estados Unidos, España, Francia, Holanda, India, Italia, Japón, Namibia, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, Reino Unido, Sudáfrica, Suecia, Ucrania y Uruguay.
Participan como estados no firmantes de la convención Bulgaria, Canadá, Finlandia, Grecia, Islas Mauricio, Perú y Vanuatu.
'El objetivo de la Convención es la conservación de la vida marina del Océano Austral. Esto no excluye su explotación, siempre que ésta se realice de manera racional', según la propia CCAMLR.
Terra Actualidad - EFE
El Polarstern comienza su campaña antártica
Publicado en www.lavozdegalicia.es/
24 oct 05
A primera vista, el Polarstern parece un barco grande. Sin más. Pero todo cambia dentro. Porque el Polarstern es algo así como un baúl lleno de prodigios. Tienen todo tipo de cacharros que parecen salidos de una película de Spielberg. Y entre los cachivaches trabaja Michiel van der Loeff, jefe de la misión científica, que hace las veces de cicerone y explica la utilidad de cada engendro tecnológico. Hay de todo. Desde un molinillo con cable suficiente para recoger muestras a 25.000 metros de profundidad, a un láser que apunta permanentemente al cielo. «Cuando pasamos frente a África podemos averiguar a qué altura flota suspendido el polvo del desierto del Sáhara», apunta Van der Loeff, antes de aclarar que no pueden activarlo sin permiso, para disgusto de quienes podrían haber visto el pilar de luz verde desde O Morrazo. Cambio climático La cosa no queda ahí. Entre los ingenios más útiles destaca un conjunto de 24 bombonas que pueden ser inyectadas en el hielo para coger muestras a grandes profundidades. «Podemos conseguir hielo con más de 700.000 años de antigüedad, enterrado a más de 3.000 metros. Eso es muy importante: nos permite conocer la composición del mar en aquel momento y compararla con la actual», añade el investigador holandés, especializado en química oceánica y sensibilizado, como la mayor parte de la comunidad científica, con la amenaza del cambio climático. «Está muy claro que la capa de hielo se está reduciendo rápido. Hemos vivido fenómenos en los últimos años que lo dejan muy claro. Por eso son cruciales investigaciones como esta, que nos pueden ayudar a averiguar que está pasando», concluye.
24 oct 05
A primera vista, el Polarstern parece un barco grande. Sin más. Pero todo cambia dentro. Porque el Polarstern es algo así como un baúl lleno de prodigios. Tienen todo tipo de cacharros que parecen salidos de una película de Spielberg. Y entre los cachivaches trabaja Michiel van der Loeff, jefe de la misión científica, que hace las veces de cicerone y explica la utilidad de cada engendro tecnológico. Hay de todo. Desde un molinillo con cable suficiente para recoger muestras a 25.000 metros de profundidad, a un láser que apunta permanentemente al cielo. «Cuando pasamos frente a África podemos averiguar a qué altura flota suspendido el polvo del desierto del Sáhara», apunta Van der Loeff, antes de aclarar que no pueden activarlo sin permiso, para disgusto de quienes podrían haber visto el pilar de luz verde desde O Morrazo. Cambio climático La cosa no queda ahí. Entre los ingenios más útiles destaca un conjunto de 24 bombonas que pueden ser inyectadas en el hielo para coger muestras a grandes profundidades. «Podemos conseguir hielo con más de 700.000 años de antigüedad, enterrado a más de 3.000 metros. Eso es muy importante: nos permite conocer la composición del mar en aquel momento y compararla con la actual», añade el investigador holandés, especializado en química oceánica y sensibilizado, como la mayor parte de la comunidad científica, con la amenaza del cambio climático. «Está muy claro que la capa de hielo se está reduciendo rápido. Hemos vivido fenómenos en los últimos años que lo dejan muy claro. Por eso son cruciales investigaciones como esta, que nos pueden ayudar a averiguar que está pasando», concluye.
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