lunes, julio 11, 2005

20 años del descubrimiento de un dinosaurio antártico

Evocan al primer dinosaurio antártico
A casi 20 años de su descubrimiento
Publicado en La Nación (Buenos Aires)
http://www.lanacion.com.ar/719464
8 julio 2005

Durante el verano de 1986, cuatro investigadores argentinos desembarcaron en la inhóspita isla James Ross para intentar comprender cómo fue la Antártida hace 70 millones de años.
Ninguno era especialista en vertebrados, y menos en dinosaurios. Pero sabían que el mundo de la paleontología esperaba ansioso un descubrimiento que confirmara la hipótesis de que estos grandes reptiles habían sido un grupo de distribución global. Después de casi una década, la democracia reinstaló el Programa de Geología Antártica del Instituto Antártico Argentino y los científicos regresaban al continente blanco.
Pero a los problemas logísticos y las inclemencias climáticas se sumó otra complicación: "Tuvimos que instalar el campamento a unos 12 kilómetros del sitio planificado; el lugar había sido ocupado por científicos británicos", recuerda el doctor Eduardo Olivero, paleontólogo, en aquel momento director de la expedición y hoy investigador principal del Conicet en el Centro Austral de Investigaciones Científicas de Ushuaia.
Así fue como, mientras los británicos se desplazaban en triciclos, los argentinos debían recorrer a pie 12 kilómetros de hielo y fango. "Teníamos mucho frío, cansancio y hambre", evoca el doctor Roberto Scasso, hoy profesor de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

La pieza más buscada
Pero tener que caminar, finalmente, resultó ventajoso. "Vi una pequeña parte de un hueso que sobresalía del piso -relata Eduardo Olivero- me agaché y lo limpié cuidadosamente hasta que quedó al descubierto un fragmento de roca que tenía incrustados huesos fósiles que parecían corresponder a una mandíbula con un diente. En ese instante sentí que había encontrado la pieza que todos buscan..."
"Fue el primer dinosaurio hallado allí, y sigue siendo el más completo conocido hasta el momento", explica la doctora Zulma Gasparini -que recibió y estudió los restos fósiles en 1986- desde el Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata.
Si bien el anquilosaurio -ése es su nombre científico- era un animal terrestre, fue encontrado en un lugar que en aquella época era un ambiente marino costero. ¿Habría entrado al agua a bañarse? "Probablemente era el estuario de un río", señala Scasso, e hipotetiza: "El animal podría haber sido arrastrado por una creciente fluvial y luego haber sido llevado por la corriente hasta el mar, en donde se habría hundido rápidamente por el peso de su coraza".
Si había animales herbívoros de gran tamaño debía haber también suficiente vegetación para alimentarlos, y el clima antártico de aquellos tiempos no debía ser particularmente frío. Por otro lado, el hallazgo planteó el problema de explicar cómo habían llegado hasta allí. "Había un puente terrestre hacia América del Sur, por el que habrían migrado hacia la Antártida", ilustra Scasso.
Entretanto, los ecos del descubrimiento de enero de 1986 llegan hoy: "En este momento tenemos en Francia un artículo en revisión en el que proponemos una nueva clasificación para este anquilosaurio", dice la doctora Gasparini.
Pese a su relevancia, el hallazgo apenas tuvo difusión. "Muchos meses después, leyendo la sección de ciencia de The New York Times, me enteré de que se había confirmado que nuestro grupo había encontrado el primer dinosaurio antártico", comenta Olivero.
El descubrimiento se publicó recién en 1991 en un libro de la Universidad de Cambridge. "A veces se esquiva citar ciertos trabajos por intereses personales o nacionales. Hay países que tienen intereses políticos en la Antártida, y en la ciencia también hay política", concluye Sasso.

Gabriel Stekolschik
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA

Secretaría Ejecutiva del Tratado Antártico

Auditan la Secretaría Ejecutiva del Tratado Antártico
Publicado en Clarin.com (Buenos Aires)
9 de julio 2005

AUDITOR INTERNACIONAL
La SIGEN, a la Antártida

La Sindicatura General de la Nación (SIGEN) fue designada por los 28 países que integran el Tratado Antártico para auditar las actividades legales y financieras de la Secretaría Permanente de ese organismo internacional, que desde setiembre fijó su sede en Buenos Aires.
La propuesta había sido elevada por el titular de la SIGEN, Claudio Moroni, al secretario ejecutivo del Tratado, el holandés Jan Huber. Es la primera vez que el ente encargado de auditar al Estado argentino asume una tarea de alcance internacional.
La designación tuvo lugar en la última reunión del Tratado que tuvo lugar en Estocolmo. Además de Suecia y Argentina, participan en ese foro —dedicado a preservar el territorio antártico con fines pacíficos y científicos— Noruega, Bélgica, Chile, Holanda, Rusia, Australia, Nueva Zelanda, Gran Bretaña, Sudáfrica, Francia y Estados Unidos, entre otras naciones.
La Argentina es uno de los doce países fundadores del Tratado, que se firmó en 1959 y entró en vigencia el 23 de junio de 1961.

Calentamiento global

Glaciares antárticos siguen reduciéndose
Publicado en La Opinión (Rafaela, Argentina)
http://www.laopinion-rafaela.com.ar/
9 julio 2005

En el último medio siglo se retrajo el 87 por ciento de los 244 glaciares que existen en la Península Antártica.

En los últimos 50 años el 87 por ciento de los 244 glaciares marinos de la Península Antártica se retrajeron, y a una velocidad superior a la media calculada previamente por los expertos en esta materia.
El extenso proceso de retroceso se inició en los glaciares del Norte, el extremo más cálido de la Península Antártica.
En la medida en que la temperatura atmosférica de la península aumentó -más de 2,5°C en los últimos cincuenta años- la retracción de la masa de hielo de la península se extendió hacia el Sur. Allí donde se encuentran las tierras más frías.
Los resultados fueron obtenidos por una de las organizaciones líderes en investigaciones de la Antártida, la British Antarctic Survey (BAS) y financiada por la United States Geological Survey (USGS). La publicación del estudio estuvo a cargo de la prestigiosa revista científica Science.
De las repisas de hielo de los 244 glaciares, es decir, las extensiones flotantes de las sábanas de hielo que reposan sobre suelos montañosos, 212 se retrajeron respecto de las últimas posiciones que se habían tomado de ellas en 1953. A partir de ese momento, cada uno de los glaciares involucrados se retrajeron unos 600 metros.
El estudio también alarmó sobre hipotéticos aumentos de los niveles del mar, tendencia que podría sucederse en la medida en que las sábanas de hielo de los glaciares que descansan sobre las rocas montañosas desciendan hacia los océanos.
"La extensa retracción de los glaciares de la Península Antártica ocurrida durante estos últimos cincuenta años alcanzó la magnitud conocida debido, al cambio climático, al calentamiento global. "¿El responsable es el ser humano? No podemos asegurarlo, pero estamos muy cerca de responder con exactitud a esta cuestión", adelantó David Vaughan, de la British Antarctic Survey, la organización inglesa que depende del Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural del Reino Unido.
Una pequeña porción de los glaciares fueron creciendo en lugar de retraerse. Los 32 glaciares que avanzaron no presentan huella alguna de retracción. Cada uno de ellos creció aproximadamente 300 metros.
La Península Antártica es una región montañosa y de glaciares ubicada en el área occidental de la Antártida, una extensión de unos 1.300 kilómetros; el extremo de la península dista unos 1.078 kilómetros del Cabo de Hornos.
La retracción de los glaciares de la península pudieron observarse claramente a través de una serie de 2.000 fotos aéreas (las últimas de las cuales habían sido tomadas en 1940) y gracias a unas 100 imágenes tomadas en forma satelital.
Con estas fotografías e imágenes satelitales, Alison Cook y su equipo, todos miembros de la British Antarctic Survey (BAS), armaron una muestra inédita del comportamiento de las repisas de hielo de los glaciares de la Península Antártida.
"Este es un archivo único de glaciares. No existe ningún otro lugar de la Antártida del que se posea una serie de fotos iniciada en los años cuarenta", indicó Cook, quien pasó cientos de horas analizando pilas de fotos, estadísticas históricas e imágenes satelitales. ¿Su objetivo?
Crear tres mapas cartográficos de calidad que en poco tiempo estarán disponibles en la sede de la United States Geological Survey (USGS), la mayor agencia norteamericana de mapas civiles de aguas y suelos.
Los expertos todavía no están en condiciones de asegurar que el factor determinante de la retracción de los glaciares haya sido el resultado de la negligencia humana. Pero sí pueden aventurar una alarmante hipótesis sobre las consecuencias que acarrearía la elevación de los mares: los países costeros sufrirían el despojo de parte de sus costas y territorios.

Entrevista de Malén Aznarez sobre los meteoritos de la Antártida

ENTREVISTA: CARMEN ASCASO, La científica del meteorito
Por MALÉN AZNÁREZ
Publicado en EL PAIS SEMANAL (Madrid, España) - 03-07-2005
http://www.elpais.es/

De la bióloga Carmen Ascaso puede decirse que hace hablar a las piedras. Con una técnica propia de microscopía electrónica ve hasta los rincones más recónditos de su interior. Piedras de la Antártida, meteoritos de Marte y líquenes enviados al espacio. Los resultados son fascinantes.

Carmen Ascaso Ciría es por encima de todo, aunque puede que eso no le guste demasiado, “la científica del meteorito”. Un meteorito que salió despedido de Marte y cayó en la Tierra hace la friolera de 13.000 años, aunque su antigüedad se calcula en 4.500 millones de años –prácticamente cuando se estaba formando nuestro planeta–, y que llegó al microscopio de esta aragonesa en 1997.

El nombre de esta investigadora de 56 años, subdirectora del Instituto de Recursos Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en donde dirige el Servicio de Microscopía y el Grupo de Investigación de Ecología Microbiana, está ligado sin remisión, junto con el de su colega el profesor Jacek Wierzchos, de la Universidad de Lleida, a la roca marciana de dos kilos encontrada en la Antártida y que la NASA repartió como una preciada joya entre contados y escogidos investigadores de todo el mundo. A ellos les llegó el pedacito más minúsculo de ALH84001 –nombre burocrático con el que bautizaron al meteorito–, una nimiedad de unos pocos gramos; pero gracias a una nueva técnica propia de microscopía electrónica, que permite analizar el interior de los microorganismos vivos y fósiles sin afectar a su microhábitat en las rocas, llegaron muy lejos en sus investigaciones. Con su técnica pudieron descubrir, en el interior del meteorito, unos pequeños cristales de magnetita, en forma de cadenas parecidas a collares de perlas, que sólo se han podido encontrar en el interior de algunas bacterias llamadas magnetobacterias; es decir, un claro indicio de origen biológico. Un resultado decisivo para que la NASA reafirmara su hipótesis de la posible existencia en el pasado de vida en el planeta rojo, y para apoyar la reactivación de los viajes a Marte.

Habla con pocos tecnicismos y mucha espontaneidad, sencilla y directamente, aunque es frecuente que después de un comentario muy natural lo apostille con un “esto no lo publique” o un “esto sería mejor decirlo de otra forma”. Es evidente que no le gusta molestar y, menos aún, las polémicas, quizá porque ha tenido suficientes con los resultados de su investigación del meteorito marciano; pero eso no quita para que exprese sus opiniones con total seguridad. Su aspecto es el de una profesional práctica: pantalones y camisa de lino, y una melena corta de aspecto natural. En medio de los fuertes calores que abrasan Madrid, en un día de junio que raya los 40 grados, Ascaso justifica una chaqueta que le acompaña: “Soy muy friolera, y aunque haga un calor enorme voy a todas partes con una chaqueta por el aire acondicionado. Como dicen, burlones, mis amigos, es el ‘kit de Carmen”.

Si hubiera que definir a esta investigadora con una palabra, naturalidad parece la más adecuada. Quizá por eso apenas se repara en que cuenta cosas fantásticas del interior de las piedras milenarias de la Antártida, de meteoritos de millones de años llegados del espacio, de los fósiles que puedan encontrarse en Marte o de que sus investigaciones pueden reforzar la teoría del posible origen de la vida en otros planetas. Y las explica con la tranquilidad que da manejar datos propios.

He mirado dónde quedaba Castillo de Pompién, el pueblo donde nació, y me he encontrado con que es uno de los pueblos abandonados de Huesca. ¿Triste, no?

En realidad no es un pueblo. Mi madre bromea y me dice que yo no soy ni de pueblo… Era un castillo, que en Huesca es algo así como un cortijo en Andalucía; se llaman de esa manera, pero no hay castillos. No era un pueblo propiamente dicho, era una vivienda con tierras, una propiedad de unos señores de Tolosa que mi padre gestionaba. Yo jugaba con Jorge, el hijo de los dueños; en realidad éramos casi los únicos niños que había, porque yo no tenía hermanos. Curiosamente, hace dos o tres años se publicó un libro de mapas del siglo XVI donde figuraba Castillo de Pompién, pese a que no estaban muchos pueblos de la zona… No creo que esté abandonado del todo; me imagino que las tierras se seguirán trabajando, aunque es posible que, al estar tan cerca de Huesca, ya no viva nadie allí.

Supongo que eso es lo que se llama una infancia idílica, en pleno campo, sin vigilancias, sin escuela…

Viví allí hasta los siete años y lo recuerdo como una infancia ideal. Como éramos muy pocos niños, estábamos muy mimados; andábamos todo el día con las bicicletas, me subía a las cosechadoras… Fue una infancia estupenda. Es bonito y bastante insólito haberte criado en esas condiciones. Yo nunca estuve en Lascasas, que es el municipio al que pertenecíamos; pero cuando llegué al colegio de Huesca, un poco antes de hacer el ingreso de Bachillerato, aunque no había ido a ninguna escuela sabía leer, escribir, multiplicar y dividir porque me había enseñado mi padre. Me agrada haber nacido allí, pero me gustaría ser de un pueblo, un pueblo pequeño, para poder volver a las fiestas y reencontrarme con los conocidos.

Creo que sus primeros pasos profesionales como bióloga fueron dando clases en colegios de monjas.

Cuando terminé la carrera encontré trabajo en dos colegios de Zaragoza, en las dominicas y en las carmelitas, que por cierto fueron muy honradas porque me pagaron la Seguridad Social… Estuve sólo dos meses y me pasé a dar clases al instituto de Cariñena. Guardo muy buenos recuerdos del instituto; era la tutora de los mayores, y todavía me acuerdo de los nombres de los alumnos…

Parece que eran otros tiempos. Ahora no dicen lo mismo los profesores, que se sienten estresados, desbordados por los alumnos, mal pagados e incomprendidos por la sociedad.

Sí, es verdad que están estresados. A mí me gustaba la docencia, pero mi garganta no me hubiera permitido estar muchos años en ella, no puedo forzarla demasiado. Hubiera podido seguir dando clase en institutos, pero a mi marido le gustaba mucho la investigación, así que con una beca que nos habían dado para hacer la tesis doctoral nos vinimos a Madrid, cada uno con su maletita. Hicimos la tesis muy rápidamente, cada uno en un centro, porque, aunque mi marido también es biólogo, yo siempre he tenido muy claro que esas cosas hay que separarlas…

Y descubrió el mundo de la microscopía electrónica, del que ha llegado a ser una autoridad.

Cuando empezaron a explicarme el mundo de la microscopía electrónica me pareció apasionante.

Pues, desde fuera, parece muy técnico y un poco aburrido.

¿Le parece aburrida la astronomía?, pues detrás de un telescopio o del ordenador que da la imagen del telescopio hay electrónica… En el caso de la microscopía hay unas técnicas y equipamientos que muestran un mundo absolutamente desconocido y que eres el primero en descubrir. De tu experiencia, de tu habilidad y ganas, de las horas que estés dispuesta a dedicarle depende el llegar a conocer mundos totalmente desconocidos.

O sea, que son ustedes los nuevos exploradores.

Sí, sí, yo creo que somos unos bioexploradores del microcosmos, exploradores de los microhábitats, y me parece un mundo muy apasionante. Claro, que hay que tener la experiencia, la creatividad para pensar en nuevas técnicas.

Sin embargo, hay pocos investigadores que se dediquen a la microscopía electrónica.

Hay poca microscopía –no sólo en España, sino en el mundo entero– porque es algo muy duro. Y hay más mujeres que hombres, quizá porque se requiere cierto grado de paciencia y perseverancia que las mujeres tenemos. Cada muestra es un mundo, no se pueden tener patrones estándar, y por eso en algunos lugares no se saca el suficiente partido de las muestras. El investigador tiene que estar dispuesto a pasar muchas horas en el laboratorio. No es cuestión de pasar dos minutos por el servicio, que el técnico haga unas fotos y marcharte; eso no es hacer microscopía. Nuestro técnico, Fernando Pinto, es un gran técnico y ayuda a los usuarios, pero ellos deben pasar mucho tiempo observando. Yo tuve una calcificación en el hombro porque cambiamos de posición unos mandos del microscopio de barrido y pasaba tantas horas con él que forzaba mucho el hombro y al final me tuvieron que operar.

¿Qué pueden descubrir con microscopía electrónica que no puedan con la tradicional, la óptica?

El poder de resolución de la microscopía electrónica es mucho mayor que el de la óptica convencional, y además los microscopios electrónicos suelen tener unos equipos de análisis de elementos químicos que son muy útiles para determinar si existe una biomineralización en un lugar determinado. En mi caso, por ejemplo, si unos microorganismos han producido un biomineral, con ellos puedes analizar si están compuestos de calcio, de hierro o de cualquier otro elemento. Y eso es interesantísimo porque los microorganismos actúan con la roca y con elementos captados de la roca y forman unos nuevos minerales que llamamos bío para entendernos. Y puedes ver y analizar los bío, y eso no lo podríamos hacer nunca con un microscopio óptico. La microscopía electrónica se usa para el estudio de los orgánulos de las células. En una hoja, por ejemplo, con el microscopio óptico ves la organización histológica, pero con el electrónico puedes ver aspectos celulares como el núcleo y las mitocondrias. Ha sido una revolución en la biología y en algunos campos como el nuestro.

Imre Friedmann [el primer estudioso del meteorito de Marte, colaborador de la NASA] dijo que su equipo “tenía la mejor técnica del mundo para analizar el fragmento de meteorito”? ¿Cómo se sintió ante semejantes elogios?

Pues me sentí bien. Enseguida nos llamó para invitarnos a trabajar con él.

¿Fue una invitación o, como se ha publicado en algunos medios, ustedes hicieron una solicitud a la NASA para que les permitiera trabajar con el meteorito?

Nos invitaron, pero se lo voy a explicar. Friedmann es un microbiólogo que había estado en la Antártida recogiendo material, y la microscopía electrónica le sonaba, conocía nuestro trabajo de 1994, y por eso nos contactó. No fuimos nosotros los que buscamos a Friedmann y el meteorito, sino que él nos llamó. Lo que sucedió es que, una vez que aceptamos su invitación, nos envió unas muestras de la Antártida para que investigáramos los microorganismos que tenían dentro y demostráramos lo que éramos capaces de hacer. Nos dijo que había muchos grupos pidiendo el meteorito y que él se iba a basar en los resultados que obtuviéramos de las muestras antárticas para enviárnoslo. Eran muestras muy difíciles y querían saber si teníamos las herramientas para poder investigar. Y ahora volvemos a tener el meteorito aquí, nos han pedido nuevamente ayuda.

¿Qué ha pasado? ¿Se ha refutado la teoría de las famosas cadenas de magnetobacterias que ustedes descubrieron en el interior del meteorito, y por las que dijeron que había evidencias de vida en el pasado de Marte?

El meteorito que nos envían ahora es para ahondar en la observación de las cadenas y obtener todavía mejores imágenes. Cuando publicamos el trabajo, yo no quería poner “evidencias de vida”, quería poner “indicios”; creo que los microscopistas, Wierzchos y yo, teníamos ese derecho. Pero Friedmann, con una mentalidad muy norteamericana, se empeño en poner “evidencias”. Yo pienso que en ciencia hay que mostrar hasta donde se sabe, hay que ir poquito a poquito; a mí no me gustó la palabra “evidencias”, pero es la que al final se puso… ¿Qué ha sucedido? Que algunos científicos estadounidenses dicen que las cadenas de magnetitas se han podido formar de una forma inorgánica en Marte. Creo que nuestra aportación ha sido importante al haber visualizado algo que nadie había descubierto, que las magnetitas están en cadenas, y eso no se puede negar. ¿Se pueden formar por un proceso inorgánico? Yo creo que no, pero todavía no se puede descartar. Pero lo que no es aceptable es que personas que por sí mismas serían incapaces de visualizar las cadenas teniendo el meteorito en su laboratorio opinen de la forma en que lo hacen. Cuando sean capaces de trabajar con equipos de microscopía electrónica y ver las cadenas, o no verlas, tendrán la autoridad suficiente para opinar; pero si nunca han cogido un microscopio, no la tienen, porque inventar teorías podemos hacerlo todos. Y el meteorito está de nuevo en España porque Friedmann quería que fuéramos a Estados Unidos a usar un supermicroscopio de barrido que tienen allí, pero nosotros no podíamos. Así que nos hemos comprometido a documentárselo bien aquí, y lo estudiaremos en Granada, donde el Servicio de Microscopía tiene un equipamiento mejor que el nuestro.

¿Qué tiene de especial su técnica para que la NASA les persiga?

No sé si es la NASA, pero sí Friedmann, que tiene el meteorito… Wierzchos y yo inventamos una técnica para conseguir ver el interior de los microorganismos en el interior de la roca sin dañarla. La técnica tiene una gran complejidad preparativa y luego se observa con un detector especial. Los demás usaban técnicas muy convencionales de microscopía de barrido.

Una imagina que la NASA tiene la tecnología más avanzada del mundo, y resulta que ustedes han desarrollado una técnica de microscopía electrónica más sofisticada.

Es que en España hay investigadores muy buenos… Yo llevo 33 años en el mismo centro del CSIC, y algunos pueden interpretar que soy poco ambiciosa; pero el Rhizocarpon, el liquen que estudié en la tesis doctoral, está ahora mismo en el espacio, en la Biopan, y cuando vuelva podré interpretar perfectamente si ha habido cambios en él, porque lo conozco perfectamente. Nosotros ya hemos utilizado esa técnica con líquenes de aquí, de la Antártida y luego con el meteorito.

No es de extrañar la controversia. A la NASA le vino muy bien su resultado porque reforzaba la teoría de posible vida en Marte y la reactivación de la carrera espacial.

Nosotros no lo hicimos para reforzar a la NASA, fue un desafío. Las personas que piensen que esas cadenas no son como decimos, que cojan el meteorito, lo analicen y publiquen sus conclusiones; que hagan experimentos y traten de demostrar que son de origen inorgánico. Que lo demuestren.

Las fotos que ahora toman en Marte los robots ‘Spirit’ y ‘Opportunity’ ¿aportan algo a sus resultados?

No pueden aportar datos sobre este tema. Pero ya que lo dice, cuando la Opportunity envía imágenes, en ellas se ve lo que se ve. ¿Por qué no se ve más?, porque tienen una resolución de décimas de milímetro. Sería muy bonito que se vieran las cosas de tamaño mucho más pequeño, pero todo tiene sus limitaciones técnicas. Los microscopios también tienen sus limitaciones técnicas; pero si en Estados Unidos no han visto las cadenas ha sido porque no han utilizado ni la preparación adecuada, ni el detector apropiado. Una vez sabido qué es lo que hay que utilizar, hay que ir a los mejores microscopios electrónicos, que es lo que nosotros hemos hecho con este meteorito; pero incluso con los mejores microscopios hay limitaciones, como ocurre con las fotografías de Marte. Me imagino que a los fotógrafos de Marte les provocará frustración no tener resolución de un centímetro, pero no la tienen. Nosotros vemos lo que vemos. La verdad es que todo esto ha sido un poco pesado, un poco estresante, pero yo me siento orgullosa porque hemos sacado de una piedra marciana una información que nadie había conseguido antes. Luego todo el mundo se pone a hablar del tema, a veces por aspectos políticos, ideológicos o religiosos. Ya sabe, que si la vida fue o no creada en la Tierra, etcétera.

Su resultado refuerza la teoría de la Panspermia: la vida se originó en otros planetas y luego por el espacio llegó a la Tierra.

Exacto. También ahora con el experimento de Biopan se plantea el mismo tema, pero hay que tratar de ser desapasionado en la interpretación de los resultados. Lo que me ilusiona es que hemos puesto sobre el tapete científico unos resultados; luego, que cada cual haga sus interpretaciones.

¿Personalmente se inclina por la posibilidad de que la vida se originara en otros planetas?

Antes, cuando se hablaba de esta teoría, se decía que no había habido campo magnético en Marte, que no había habido agua, y ahora… Yo, que era un poco escéptica y poco creyente de esa teoría, ahora resulta que los últimos datos dicen que ha podido haber agua en Marte, y entonces todas esas refutaciones de los adversarios se caen a tierra, los adversarios casi me han vuelto creyente.

¿Se apuntaría a un viaje a Marte, si tuviera la posibilidad, para investigar sobre el terreno?

Sí, claro que sí; como no es en barco, que es donde yo me mareo…

¿El del meteorito ha sido el descubrimiento más importante de su carrera?

Ha sido el que ha tenido más repercusión en los medios de comunicación. Creo que el poner a punto una técnica que luego hemos podido utilizar en este caso y en otros, como en el monasterio de los Jerónimos o la Biopan, ha sido muy importante. El éxito ha sido poner a punto la técnica, porque creo que ha abierto muchas puertas a la investigación. Después del meteorito nos contactaron las autoridades portuguesas porque iban a restaurar el monasterio de los Jerónimos de Lisboa, que estaba muy bioalterado. Ellos iban a hacer pruebas con unos biocidas para ver, entre tres, cuál era más eficaz combatiendo los microorganismos que pudieran estar colonizando esa piedra. Nosotros vimos cuál era la alteración de la piedra y, de los tres biocidas, cuál era el más eficaz actuando dentro de la piedra. Ahora que el monasterio ya está restaurado es una maravilla, y lo han hecho con el biocida que nosotros les aconsejamos.

Ha citado el experimento de Biopan, el primero español que viaja al espacio en un programa de esas características de la ESA. Ustedes, con el INTA y la Universidad Complutense, han enviado al espacio un proyecto con el que pretenden comprobar la resistencia de distintos líquenes en el espacio exterior. ¿Qué esperan encontrar a su vuelta?

Hemos enviado al espacio dos tipos de líquenes: unos epilíticos (sobre piedra), entre ellos el Rhizocarpon de Gredos, y otros endolíticos (totalmente escondidos dentro de la piedra), que son los de la Antártida. Hay unos visibles y otros no. Leopoldo García Sancho, el coordinador del proyecto, ha traído las muestras de la Antártida, además de investigar aspectos metabólicos; nosotros lo que hacemos es la microscopía para ver cómo van y cómo vuelven. Hemos elegido las rocas más ricas en microorganismos, las que más material biológico tenían.

¿Y por qué decía antes que el experimento puede reforzar la teoría de la Panspermia?

La Biopan no es sólo un experimento de microgravedad, se abre al espacio, y los líquenes quedan expuestos al albur de las condiciones cósmicas. Si los epilíticos como Rhizocarpon han resistido las presiones del espacio exterior estando 14 días en órbita, o si ellos no lo han hecho y puede que haya resistido el liquen escondido dentro de la piedra, el endolítico, eso sólo lo podremos ver con la microscopía. Si están bien, ¿qué podríamos pensar? Pues que la vida pudo viajar por el espacio escondida en un meteorito tipo condrita, es decir, no metálico. Afortunadamente vamos a tener la posibilidad de otro vuelo espacial, porque este equipo ya tiene un segundo proyecto aprobado por la ESA [que coordinará Rosa de la Torre, del INTA]; pero vamos a ver qué pasa con éste. Quizá las algas y los hongos vengan muy dañados, pero las bacterias vuelvan mejor; ése sería uno de los aspectos que apoyarían la teoría de la Panspermia, pero yo no voy a poder evitar que la gente se meta en temas religiosos. Estoy deseando verlos de regreso; cuando miro al cielo y pienso: estarán por ahí dando vueltas…

¿Ha subido su caché internacional de investigadora después del meteorito?

Ha entrado tanta gente en la polémica que no sé si ha subido o se ha mantenido, pero no me afecta demasiado. El año pasado hemos publicado seis trabajos en revistas internacionales y pienso que nuestro grupo del CSIC es muy respetado; creo que en microscopía en sustratos inertes o líticos es imbatible en este momento a nivel internacional.

En pocos años se espera que lleguen a la Tierra muestras de Marte. Se supone que esta vez les darán una buena roca, a diferencia del pedacito de 1997.

En microscopía electrónica no hay nada mínimo; lo importante no es el tamaño de la piedra, sino los glóbulos de carbonato que tenga, y la que tuvimos tenía muchos. Pero le voy a contar una cosa. Hay muchos más biólogos microbianos de medio acuático que de medio lítico –hay muy pocos equipos en el mundo– que estudien Marte. Nosotros somos un equipo de medio lítico que contamos con buenos equipamientos. Y cuando se habla de Marte, se habla siempre de encontrar moléculas orgánicas en Marte, ADN en Marte; nadie ha pensado que los microorganismos que encontremos allí pueden estar fosilizados, y cuando digo fosilizados, digo absolutamente mineralizados, como puede estarlo un amonites. Nadie ha pensado que, si hubo vida en Marte, puede estar fosilizada, y que si no estamos entrenados para eso nos puede pasar inadvertida. En este momento, la NASA tiene, en medio del desierto de Atacama, unos equipamientos sofisticadísimos para detectar aminoácidos y otras moléculas orgánicas que pueda haber en el suelo marciano. Allí están preparando unos robots que van a llevar a Marte en 2009, y están muy centrados en moléculas orgánicas. ¿Se ha planteado la NASA que pueda haber fósiles en Marte? Parece que poco. Pero mi colega Wierzchos acaba de volver de Atacama con muestras para analizar.

¿Y eso va a cambiar algo el panorama de lo que se busque en Marte?

En Marte estamos buscando unos organismos vivos que se han podido mineralizar y que nos pueden pasar inadvertidos. En los valles secos de la Antártida hay unas areniscas formadas por sílice que dentro tenían unos organismos vivos que se han mineralizado, y si no hubiéramos sido capaces de descubrir en esas areniscas fosilizadas que en los huequitos que dejan los cuatro granitos de cuarzo hay un alga que se ha convertido absolutamente en piedra, parecería que en ellas nunca ha habido microorganismos.

También han trabajado en el ámbar del cretácico encontrado en Peñacerrada (Álava). Hace unos años pude ver ese ámbar con diferentes insectos atrapados en él, y era algo fantástico. ¿Qué han visto ahora?

Nuestra técnica permite ver microorganismos en sustratos inertes, y el ámbar es un sustrato inerte donde hay microorganismos atrapados. En él se ha investigado siempre muchísimo los insectos, y en el Museo de Ciencias de Vitoria querían prospectar con nuestra técnica. Nosotros no sabíamos cómo se iba a comportar el ámbar, podía destruirse, pero se comportó muy bien, y hay unos microorganismos, que llevan 114 millones de años atrapados, que se han mineralizado en parte. Hemos descubierto protozoos y hongos, y con ellos se podrá conocer mejor qué sucedía en el cretácico.

Es formidable.

¿Se da cuenta cómo sí que es un trabajo apasionante?

He visto recientemente, en el Museo de Ciencias de Valladolid, la exposición ‘La estirpe de Isis. Mujeres en la historia de la ciencia’, y usted figuraba en un enorme panel. ¿Qué siente ante este reconocimiento?

No he podido ver la exposición, pero estoy segura de que hay científicas españolas actuales que pasarán a la historia de la ciencia, porque hay algunas muy buenas. Y lo importante es que su trabajo no sea minimizado ni ocultado, como hasta ahora. También ha pasado en el mundo del arte y de la literatura, recuerde. Hay trabajos científicos que cuando los hacen mujeres siempre se resaltan menos. La verdad es que es duro ser mujer… Yo he visto cómo en otros países se facilita a las científicas la maternidad. Las mujeres españolas hemos tirado para adelante con todo: con horarios de trabajo tremendos, con la casa, con los hijos… Yo iba a recogerlos a la guardería cuando ya estaba casi cerrada, y gracias a mi madre que me ayudó muchísimo con ellos.

Asociación Antarkos: Concurso para estudiantes "Semana de la Antártida 2005"

CONCURSO “SEMANA DE LA ANTÁRTIDA 2005”

La Asociación Civil “ANTARKOS – Apoyamos a Uruguay en la Antártida”, personería jurídica Nº 8439, organiza este Concurso dirigido a los alumnos del Ciclo Básico y del Primer Año de la Experiencia Piloto de Enseñanza Secundaria.
El mismo consiste en 40 (cuarenta) preguntas del tipo múltiple opción. Al leer el acápite de las preguntas seguido de cada una de las tres opciones, el alumno se encontrará ante tres preguntas verdadero-falso, una de las cuales es la única respuesta valedera.

La bibliografía de apoyo para confeccionar estas 40 (cuarenta) preguntas, es la siguiente:
“Paralelo 62º. Uruguay en la Antártida”. Publicación de la Lic. Ana María De Salvo, Montevideo-1998.
“Instituto Antártico Uruguayo. Actividad Científica 1998/2000. Volumen Nº7”. Publicación del Instituto Antártico Uruguayo.
“Uruguay en la Antártida”. Publicación de difusión del Instituto Antártico Uruguayo.
Asociación “ANTARKOS – Apoyamos a Uruguay en la Antártida”: www.antarkos.org.uy
Instituto Antártico Uruguayo: www.iau.gub.uy

En la página web de ANTARKOS están las respuestas a todas las preguntas... menos una.

Los puntos de contacto para consultas son los siguientes:

Asociación “ANTARKOS- Apoyamos a Uruguay en la Antártida”:
concurso2005@antarkos.org.uy

Instituto Antártico Uruguayo: rrpp@iau.gub.uy

El premio de este Concurso es un viaje a la Base Científica Antártica Artigas con estadía en la misma. Son de cargo del ganador y acompañante los gastos de alimentación y hospedaje en Punta Arenas en las escalas a la ida hacia la Base y a la vuelta de la misma.
Las respuestas se contestarán en la “Hoja de Respuestas” firmándose bajo seudónimo y se entregarán en sobre cerrado en el Departamento de Relaciones Públicas del Instituto Antártico Uruguayo, desde el día lunes 19 hasta el viernes 23 de setiembre de 2005, en el horario comprendido entre las 09.00 y 13.00 horas. Pueden remitirse por correo dirigiendo el sobre a:

CONCURSO SEMANA DE LA ANTÁRTIDA 2005
“ANTARKOS-Apoyamos a Uruguay en la Antártida”
Av. 8 de Octubre 2958 C.P. 11600, Montevideo
Departamento de RR.PP del I.A.U.

La fecha del matasellos no debe ser posterior al 21 de setiembre de 2005. En el interior del sobre que contiene las preguntas se incluirá otro con el seudónimo elegido escrito en su exterior y en el interior la siguiente información: nombre completo, cédula de identidad, fecha de nacimiento dirección, teléfono para contacto, correo electrónico si tiene, liceo o instituto al que asiste y teléfono del mismo, año que cursa, nombre y cédula de identidad del mayor acompañante.

Un Jurado presidido por un miembro de la Asociación “ANTARKOS” e integrado por dos docentes designados por el Consejo de Enseñanza Secundaria, será el responsable de corregir las pruebas. Este Jurado seleccionará a las/los tres alumnas/os que hayan contestado correctamente el mayor número de preguntas sobre un mínimo de 35 (treinta y cinco). En caso de empate se sorteará el orden de precedencia ante Escribano Público en la sede de ANTARKOS el día jueves 29 de setiembre de 2005.
Las/los seleccionadas/os serán convocadas/os por el Jurado para confirmar sus conocimientos en una entrevista oral.
Si quien obtuvo el primer lugar confirma sus conocimientos exitosamente, será quien viaje a la Base Artigas; de lo contrario lo hará quien ocupe el segundo lugar, o quien ocupe el tercer lugar.

ANTARKOS tendrá a su cargo los gastos que implique el traslado por esta convocatoria.
El resultado del Concurso se publicará en las páginas web de ANTARKOS y se comunicará al Consejo de Enseñanza Secundaria.
La entrega del premio se llevará a cabo durante la ceremonia central de la SEMANA DE LA ANTÁRTIDA 2005, en lugar y fecha que se comunicarán oportunamente.

Dado el propósito educativo de ese Concurso, las opciones correctas serán comunicadas al Consejo de Enseñanza Secundaria cuando se informe quien ha sido la/el ganadora/or y se publicarán en la página web de ANTARKOS.

Historias contadas por sus protagonistas

La Plata, Argentina - 11 de Julio de 2005 Estudia Biologia y trabaja en la base Jubany
Un platense que hace carrera en la Antártida
Javier Negrete es un amante del estudio de la fauna marina. Un proyecto de investigación le permitió trabajar en el continente blanco, donde pasa gran parte del año, alejado de los seres queridos y un lugar convencional. Pero sueña con ganarse una beca para seguir haciendo ciencia en el país y continuar ligado a esta apasionante y extravagante iniciativa. En esta nota, cuenta sus diversas vivencias en el adverso e inhóspito continente blanco

Poco le faltaba a Javier para terminar la licenciatura de Biología cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en la inhóspita Antártida. Sabía el esfuerzo que implicaba el proyecto, lejos de sus afectos y de las costumbres platenses; pero tenía la firme convicción de que su sueño comenzaba a tener forma.
Javier Negrete es el nombre completo de este estudiante de Biología al que sólo le faltan cuatro materias para recibirse. “Me atrasé un poco”, confiesa a los 27 años. En 2003 surgió la oportunidad de viajar al continente blanco. Así, comenzó como técnico de campo en un proyecto de investigación del Instituto Antártico Argentina (IAA).

Elefantes marinos
Los trabajos se centran en el estudio de los elefantes marinos, una pasión que Javier tiene desde muy chico. Por eso, no se arrepiente de haberse lanzado a la hazaña de contribuir con la ciencia y postergar, por un tiempito, los libros de biología.
“Lo que más cuesta es alejarse de los afectos”, reconoce este platense, que sonríe tímidamente cuando se le pregunta por su novia. “A ella le toca la parte más difícil”, ya que en su primer viaje pasó cinco meses en el continente más frío e inhóspito del planeta.

El viaje
La oportunidad surgió hace dos años, a través de un convenio que tiene la Dirección Nacional Antártica con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Javier fue uno de los estudiantes que se entusiasmaron con la propuesta que le hizo uno de sus profesores.
En septiembre, hizo las valijas, con muchos abrigos en su interior, y se fue a la Brigada Aérea de Palomar, desde donde partió hacia la Antártida en un avión Hércules.
“Me fui con la idea de quedarme tres meses como mucho, pero me terminé quedando cinco”, recuerda este estudiante. Ya en su tercer viaje volverá hacia la Base Jubany, en el archipiélago Shetland del Sur, cuando llegue la próxima primavera.
“El regreso de los dos viajes fue en el rompehielos Almirante Irízar, que se realiza siempre y cuando las condiciones del clima te lo permitan”, cuenta Javier mientras muestra algunas fotos que tiene en suelo antártico.

Aguantar el aislamiento
Javier vive con su mamá -la jueza de Menores, Inés Siro- y su hermana; y hace tres años que está de novio con Paula, una estudiante de Arquitectura que lo apoya en esta interesante y extravagante aventura, que durará dos años más. “Existe la posibilidad de extenderlo, si para fin de año me sale una beca del Conicet”, relata con mucha humildad este futuro biólogo y fanático de la pesca.
Lo más difícil para todos los jóvenes que trabajan en la Antártida es el aislamiento. “Se extraña mucho porque la comunicación no es fácil”, cuenta Javier. Y sonríe cuando recuerda que la intimidad para hablar no existe, porque los radioperadores escuchan todas las conversaciones.

Las “comodidades”
A pesar de que tanto en la base como en el “refugio” que tienen los investigadores platenses se encuentran todas las comodidades, la adversidad del clima muchas veces dificulta tanto el trabajo como la estadía. Es que, aun en primavera, la sensación térmica puede descender a los 20 grados bajo cero.
“Desde el refugio a la base tenemos casi una hora de caminata. Por eso, cuando el clima se complica, se decide no moverse del lugar para prevenir cualquier accidente”, dice el estudiante, que pasó las fiestas de Navidad y Fin de Año en ese recóndito lugar, durante su primer estadía.

Trabajo y esparcimiento
La jornada para los investigadores argentinos -quienes cobran un sueldo llamado “Suplemento Antártico”- comienza temprano, con un buen desayuno y el armado de una guía de trabajo. “Podemos trabajar en los laboratorios que hay en la base o afuera con los animales durante todo el día”, relata Javier con un dejo de orgullo en su voz.
También hay descansos. Al igual que en el almanaque laboral que rige en tierra firme, los investigadores aprovechan los domingos para dormir hasta tarde, charlar y disfrutar de los juegos de salón que tienen en el refugio.
Fuera del alcance del televisor, los antárticos criollos juegan al billar, al ping-pong y las cartas, mientras esperan que comience la semana para trabajar en la pasión que los llevó hasta esa helada y compleja superficie: la conservación de las especies marinas.

Fuerte apuesta para trabajar en Argentina
No es noticia que los jóvenes científicos argentinos sigan sus proyectos fuera de nuestro país. Sin embargo, el estudiante Javier Negrete tiene bien en claro que su futuro está en la Argentina.
“Mi objetivo no es económico, lo único que quiero es trabajar de biólogo y seguir estudiando en mi país”, confiesa. Este joven sabe también que es necesario que la ciencia tenga más apoyo y divulgación.
En la base Jubany, hay cerca de 25 investigadores argentinos en forma permanente. En los meses de “pre campaña”, de septiembre a marzo, el número aumenta, ya que es el ciclo en el que los animales marinos llegan a las costas para reproducirse o mudar su piel.
“Sería importante que hubiese más becas y se difundiera más el trabajo que se hace en la Antártida”, reflexiona Javier, consciente de la importancia que tienen estos proyectos a nivel laboral y científico en toda la sociedad.
En los últimos tres años no fueron más de diez platenses los que viajaron hasta la Antártida, para trabajar en diferentes proyectos ambientalistas. Sin embargo, esas soñadas oportunidades aparecen, y Javier fue uno de los jóvenes que supo aprovecharlas.

Un lugar para la ciencia
En la campaña antártica del verano de 1953/54 se eligió la Caleta Potter, en la región sudoccidental de la isla 25 de Mayo (King George island), archipiélago Shetland del Sur, para establecer una estación de apoyo aeronaval en la bahía Guardia Nacional.
El refugio se habilitó el 21 de noviembre de 1953, e inicialmente se llamó caleta Po-tter. Luego, los pilotos que intervinieron en aquella campaña antártica con hidroaviones Grumman Goose, propusieron que llevara el nombre del aviador José Jubany, muerto en la zona el 14 de septiembre de 1948.
El 12 de febrero de 1982, las instalaciones fueron cedidas a la Dirección Nacional del Instituto Antártico Argentino, y en ese momento recibió su actual denominación: base Jubany. En 1990, el Alfred-Wegener Institut (AWIAlemania) inició tratativas con el Gobierno argentino para la instalación de laboratorios y acuarios en el lugar, con modernos equipamientos para un mayor desarrollo científico. El 20 de enero de 1994 se inauguró el laboratorio Argentino-Aleman “Dallmann”. Actualmente, el laboratorio es el mayor exponente de la cooperación internacional en la Antártida.
También en 1994 fue instalado el laboratorio LAJUB para la ejecución del Programa Efecto Invernadero en colaboración con el IFAR (Instituto de Física Atmosférica de Roma-Italia).
En el año 2001, como parte de un convenio de colaboración entre el Istituto Nazionale di Oceanografia e Geofísica Sperimentale de Trieste (Italia) y el Instituto Antártico Argentino para realizar conjuntamente tareas de investigación en el campo de la sismología, se instaló una estación sismológica permanente.

Estudios de todo tipo
La Base Jubany, donde vive en la Antártida el platense Javier Negrete, permite a investigadores de distintas áreas desarrollar sus planes, en las disciplinas de las ciencias naturales, principalmente de carácter biológico.
Estas tareas se incrementan durante las campañas antárticas de verano. Responden a planes o programas científicos antárticos de ejecución, no sólo a través de organismos o instituciones nacionales sino también, en colaboración con organismos extranjeros.
Se realizaron estudios sobre la conducta humana y su correlación bioquímica; aspectos ecológicos de las comunidades bentónicas, planctónicas y peces costeros; censos poblacionales de pinnípedos con extracción de sangre del elefante marino y del lobo de dos pelos; físico-química y biología de lagos, lagunas y cuerpos de agua; aves y mamíferos; monitoreo de pingüinos, limnología; monitoreo de elementos traza de interés ecotoxicológico en el ecosistema antártico; monitoreo continuo del nivel del mar; en geología y geofísica actividades discontinuas; en ecología costera y microbiología (efecto de la radiación UV sobre el fitoplancton y bacterias marinas); también se lleva a cabo el estudio de oceanografía biológica costera y tres estaciones de la fauna bentónica de caleta Potter.
Cincuenta años luego de su inauguración, la base Jubany es la base científica argentina por excelencia. Brinda facilidades y el apoyo primordial a las tareas llevadas a cabo por los distintos investigadores que desarrollan sus actividades en la zona.

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viernes, julio 01, 2005

Uruguay, portal del turismo antártico

Uruguay, portal del turismo antártico
Publicado en La República de Montevideo
http://www.diariolarepublica.com
1 julio 2005

La Asociación de Operadores de Turismo Antártico, que mueve unas 30 mil personas al año, está interesada en posicionar a Uruguay como "Portal a la Antártida", dijo ayer el contralmirante Hugo Viglietti, jefe del Estado Mayor de la Armada, vicepresidente del Instituto Antártico Uruguayo.
Viglietti informó ayer en el Edificio Libertad sobre los resultados de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico, celebrada días pasados en Estocolmo, donde se aprobó un protocolo sobre desastres ecológicos, en el que tuvo decisiva participación el delegado uruguayo Roberto Puseiro.
También informó que tanto España como Bélgica están interesados en operar de manera conjunta nuestra estación "Ruperto Elichiribehety", en suelo continental.
Uruguay concurrió con nueve ponencias, una de ellas sobre turismo antártico. Actualmente, como la Base Artigas tiene solamente 9 ocupantes y 20 plazas, se aprovechan los vuelos, barcos y alojamientos disponibles para llevar turistas. "Lo que recibimos sobre el final de esta reunión fue una propuesta de la Asociación de Operadores Internacionales Turísticos Antárticos (IAATO)", reveló el oficial. "Se nos apersonó a nuestra delegación, a efectos de manifestarnos su interés en concurrir a nuestro país, para ver de posicionar a Uruguay, de posicionar a Montevideo como un 'Portal a la Antártida'. Esto lo valoramos de manera magnífica, porque en esta misma Reunión Consultiva, se ha hablado de que en el verano anterior a la Antártida arribaron 30.000 visitantes aproximadamente, el año anterior se había hablado de 14.000". Ya han pasado por nuestras costas algunos cruceros con destino antártico, pero ahora se abre la posibilidad de paquetes que combinen con turismo en suelo nacional. *