lunes, abril 25, 2005

Aumenta repliegue de glaciares de la Antártida por el calentamiento global

Aumenta repliegue de glaciares de la Antártida por el calentamiento global

Fecha Publicación: 04/24/2005
http://www.radional.gob.pa/

La investigación, realizada por científicos estadounidenses y británicos, indicó que de un total de 244 glaciares marinos, un 87 por ciento ha registrado una retracción en los últimos 50 años, periodo en el que la temperatura ha aumentado 2,5 grados centígrados, publicó el jueves la revista 'Science'.

Según los científicos, ese repliegue o empequeñecimiento se ha debido principalmente a la pérdida de las plataformas de hielo flotantes en los extremos de cada uno de esos enormes ríos de agua dulce congelada que terminan en el mar.

El estudio realizado por científicos del Consejo de Investigaciones del Ambiente del Instituto Antártico Británico y el Instituto Geológico de Estados Unidos ha constatado que en los últimos años del siglo XX se han retirado al menos diez plataformas de hielo.

"Debido a que sabemos que la pérdida de estas plataformas puede causar una aceleración de los glaciares, las observaciones sugieren que la pérdida acumulativa en el frente de los glaciares puede conducir a un mayor drenaje de la Península Antártida que es mayor de lo que se pensaba hasta ahora", dijeron los científicos.

Al igual que otros estudios sobre el calentamiento global, que han pronosticado que la causa principal es la acumulación de gases invernadero (particularmente dióxido de carbono), los científicos indicaron que el acelerado repliegue de los glaciares y su descenso sobre el océano podría aumentar el nivel de los mares.

La desaparición de otras plataformas "podría incrementar más aún el desequilibrio y hacer con ello una contribución sustancial al aumento del nivel oceánico", señalaron los científicos en el informe sobre su investigación.

La retirada de los glaciares debida a la descongelación se ha generalizado después de comenzar en el extremo norte y más cálido de la península Antártica para extenderse hacia la tierra firme del continente helado donde las temperaturas son más frías.

Veterano antártico escribe un libro contando sus experiencias

Publicado en http://www.territoriodigital.com
24 de abril de 2005

Emilio Carlos Olsson realizó estudios topográficos en los hielos de la Antártida. Estuvo a punto de congelarse, pero sobrevivió. Hoy cuenta su historia poco recordada y fascinante

Oberá. Convicción y valentía, lealtad y vocación. Con estos materiales se forjó, hace ya 50 años, una inolvidable expedición a la Antártida que recorrió más de 1000 kilómetros a pie y en trineos para estudiar a fondo esa inhóspita geografía de la patria.
Uno de los integrantes de la misión fue el obereño Emilio Carlos Olsson, en ese entonces un joven de 24 años, que fue designado por el Instituto Geográfico Militar para realizar estudios topográficos durante todo un año en las tierras heladas de la Antártida Argentina, algo inédito hasta entonces.
"Cuando llegamos al Canal de Beagle y aparecieron los primeros témpanos fue algo maravilloso, como un sueño increíble que se hacía realidad", evocó don Emilio Olsson en la tranquilidad de su hogar. Hoy el hombre tiene 74 años y un sinfín de anécdotas para recordar, buenas y malas, como todo aquel que vivió intensamente.
La histórica expedición partió de Buenos Aires el 2 de diciembre de 1953, el día 10 arribó a Ushuaia y una semana más tarde desembarcó en la Antártida.
La misión tenía dos etapas preestablecidas: construir un destacamento y realizar estudios topográficos de avanzada, que estaban a cargo de Olsson. Pero en esa región del planeta cada día se presenta como un nuevo desafío, con temperaturas de 40 grados bajo cero y ráfagas que superan los 200 kilómetros por hora. Por eso, hasta las tareas más cotidianas demandan un gran esfuerzo y resistencia física: "Digo que nunca transpiré tanto como en el Antártida", recordó Olsson en diálogo con El Territorio.

Atado con alambre
En los primeros meses de adaptación, y mientras los obreros construían el destacamento Esperanza, los integrantes de la misión estudiaron la zona y ultimaron los detalles para las futuras expediciones. Cada día traía consigo alguna anécdota inolvidable. Como el día que Olsson desafió al mar helado… sí, al mar helado.
"Estuvimos todo el día acarreando carbón y cuando me fui a bañar no había agua -relató-. Entonces agarré un pedazo de jabón, me tiré al mar y casi me congelo, pero no quería que mis compañeros me carguen y aguanté un rato más".
"Lo peor fue que el jabón no limpiaba porque se neutralizó con la sal del mar, entonces era lo mismo que nada y salí corriendo. Me puse delante de una estufa y nunca más entré al mar", confesó entre risas.
Otra de las tareas diarias e imprescindibles era la fabricación de agua, para lo que debían recolectar buena cantidad de nieve -siempre y cuando los pingüinos no hagan sus necesidades cerca- o rescatar del mar pedazos de témpanos que luego se descongelaban en calderos.
Tal vez hoy, con los avances tecnológicos, la vida sea más sencilla. Pero hace 50 años fue muy difícil sobrevivir en el continente blanco. Y mejor que lo cuente don Olsson, como esa vez que casi voló el techo del destacamento Esperanza. "Manzione empezó a gritar desesperado, corrimos todos a ver qué pasaba y vimos que el techo subía y bajaba como diez centímetros por las ráfagas del viento", relató como si fuera una película de acción.
Para solucionar el problema entró en acción el capitán Benavides, quien ordenó a los hombres que se colgaran del techo.
"Venía el viento y nos subía a los catorce, después nos bajaba y descansábamos un rato. Hasta que pasó lo peor y empezamos a reírnos. Después el capitán designó algunos compañeros y ataron el techo con alambres", recordó Olsson.

Las expediciones
La misión de 1953 estuvo integrada por quince hombres, comandados por el teniente coronel Fortunato Castro. Pero el alma del grupo fue el capitán Manuel Benavides, quien estaba en la Antártida ya desde un año antes.
Además, Emilio Olsson recuerda con gran respeto y afecto a Ítalo Sani, el fotógrafo de la expedición, al profesor de esquí Liquitay, al sargento Agustín Alonso, encargado de las comunicaciones, al cocinero Guzmán y al soldado Homero Manzione, hijo del famoso compositor Homero Manzi.
Y sin dudas, los momentos más críticos de la experiencia Antártica se vivieron durante las dos expediciones para realizar relevamientos topográficos, en las cuales participó Olsson.
La primera se desarrolló en julio, bajo el más crudo invierno, y los expedicionarios estuvieron a punto de perder la vida.
"A mí se me congelaron los dedos y de noche no podía dormir, sólo lloraba -aseguró Olsson.
Nos estábamos congelando, a punto de morir. Pero seguíamos porque había que cumplir con lo que nos habíamos propuesto".
Esa desgarradora confesión marca a fuego el coraje y la voluntad de un grupo de hombres que desafiaron a la naturaleza más cruenta por el bien de la patria. Y, más allá de los pesares, cumplieron su misión con éxito, como lo marcan las crónicas de importantes diarios de la época que evocan el hecho como una verdadera epopeya.
La segunda expedición se realizó en septiembre, con un clima un poco más benigno, aunque también sufrieron los problemas propios del descongelamiento antártico, que originó imprevistas grietas y constante peligro. De todas formas, los hombres superaron todos los contratiempos y relevaron más de 6000 kilómetros cuadrados en la Antártida Argentina, un hecho que hoy, medio siglo después, adquiere el valor de hazaña.


Un sueño cumplido
Emilio Olsson volvió de la Antártida con una idea fija: reflejar en un libro las vivencias y emociones que recogió durante un año en su misión al continente blanco.
Incluso, durante las expediciones más duras lo acompañaron sus apuntes, que luego sirvieron de impulso para escribir sus memorias.
Tras el regreso comenzó la escritura, donde contó los mayores pesares y las mejores satisfacciones de su experiencia. Pero los avatares políticos de esos tiempos conspiraron contra sus planes, ya que tras el derrocamiento de Perón fue separado de su cargo en el Instituto Geográfico Militar.
Pero el libro siempre estuvo ahí, expectante. Es más, su autor tiene varios ejemplares que va prestando a conocidos y amigos, quienes lo incentivan a publicarlo.
"En eso estoy ahora, es una cosa que tengo pendiente y me gustaría que se publique, porque hace justo 50 años que lo escribí", comentó el autor.
Pero Emilio Olsson podría haber escrito varios libros más, ya que también fue el responsable de gran parte del relevamiento topográfico de esta provincia, para lo que tuvo que internarse y recorrer miles de kilómetros en la espesura del monte misionero.
Además, cumplió diferentes cargos públicos de importancia y fue diputado provincial.


Proa al Sur (*)
"Era el día 2 de diciembre de 1953. Desde un cielo sin nubes, el sol nos despedía abrasador como si quisiera dejarnos el recuerdo de una potencia que sus rayos no tienen allí, en las tierras blancas y desoladas del Sur lejano. Casi no soplaba viento, una brisa ligera y muy cálida movía apenas algunas hojas de los árboles de la costa. El barco, que estaba casi inmóvil, como dormido sobre las aguas del río, comenzó a alejarse despacio. Iniciaba yo el viaje largo que, tantas veces, había llegado a mis sueños con la seducción de lo desconocido y misterioso. Estaba pensativo, como si no viviera la emoción de la despedida. Sí, estaba viviendo únicamente mis emociones, mis ideas, la iniciación de un sueño que se cumplía.
Reaccioné de pronto, comprendí la realidad de mi partida, y miré hacia la costa, que quedaba atrás, como si, entre todas aquellas madres que levantaban sus pañuelos húmedos de lágrimas, estuviera ella. Alcé las manos y yo también, como otros, saludé a mi madre, pero ella no estaba en el puerto. Quizá, sin tener el valor para ver cómo el barco se llevaba a un hijo hacia un lugar tan lejano y misterioso, prefirió llorar su partida y ocultar sus lágrimas. Yo sabía del dolor de mis padres, para mí los más humildes y los más buenos, y sentí que, involuntaria pero firmemente, las lágrimas comenzaban a brotarme.
Buenos Aires fue quedando atrás, desaparecieron sus rascacielos imponentes y el humo de sus fábricas formaba, en lo alto, una bruma negra. El sol de la tarde acariciaba el agua del río, el buque avanzaba".

(*) Extracto del primer capítulo del libro "Antártida Argentina, 50 años después", de Emilio Olsson.

Niños argentinos visitan la Base Marambio

El inolvidable viaje a la Antártida de chicos amantes de la Naturaleza
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publicado en http://www.clarin.com/ 24 abril 2005

Lucio Fernández Moores. BASE MARAMBIO. ENVIADO ESPECIAL
lfmoores@clarin.com

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Ni osos marinos ni pingüinos. Frío, más frío y puro frío. Eso fue lo que encontraron en su inolvidable viaje a la Antártida los cuatro que ganaron el concurso Alas por el medio ambiente, además del merecido premio, claro está. Fue el viernes pasado, con 16 grados bajo cero y una sensación térmica de -32º. Eso sí, había sol.

Fue el día más atípico para estos jóvenes escolares. A las 6, los despertaban en la Base Aérea de la Fuerza Aérea en Río Gallegos. A las 7 se calzaban los típicos trajes naranja y media hora después estaban en el aeropuerto para subirse a un enorme avión, un Hércules C-130. Finalmente, al mediodía bajaban la escalerilla para animarse a ese territorio inhóspito.

La caminata desde la pista hasta la Base Marambio, unos 500 metros marcados por una pasarela con barandas, será seguramente la que recordarán como la más larga de sus vidas.

Ya en la base recibieron sus diplomas de manos del ministro de Defensa, José Pampuro. Cada uno los declara como Defensor del medio ambiente. El concurso fue organizado el año pasado por la Fuerza Aérea y la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, pero por razones climáticas recién se cumplió ahora, a dos meses del invierno.

Julieta Rodríguez Caruso, la más pequeña de los ganadores, parecía la más grande cuando fue a recibir su premio. Hinchada de orgullo, la pequeña, de la Escuela Adventista Nicolás Avellaneda de Trelew, dibujó un incendio en la Cordillera apagado por aviones de la Fuerza Aérea.

María Virginia Barrufaldi, la más grande, estaba todavía conmocionada por los mareos que había sufrido en el avión. Ella, estudiante de 11 años de la EGB 18 de San Nicolás, había dibujado a chicos que limpian el mundo y la sigla S.O.S. Natalí Fleitas, de Pico Truncado, ganó en la categoría intermedia, para chicos de entre 8 y 10 años. Ella era la de sonrisa más grande. Claro, otros 4.000 chicos de todo el país habían concursado, y ella estaba entre los ganadores.

También hubo una categoría especial para chicos con discapacidad. El ganador fue Lucas Canyazo, no vidente, estudiante de la Escuela Nº 515 de Comodoro Rivadavia. Talló con un punzón y sobre una hoja de radiografía a una ballena y un pingüino. Su enorme voluntad le ganó al impedimento. Como los argentinos que ayudaron a instalar la Base Marambio, donde hace 35 años aterrizaba el primer Hércules de la Fuerza Aérea.

viernes, abril 22, 2005

Regresa el velero TARA de la Antártida

Regresa el velero TARA de la Antártida

A su egreso de la Antártica, el 3 de abril de 2005, la tripulación del Tara, barco embajador del PNUMA, ofreció una conferencia de prensa en Brasil para informar a los medios de comunicación de su travesía por los mares australes.

El velero Tara , de la expedición científica francesa que navegó durante un año por la Antártica, que cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y que es capitaneado por Celine Ferrier, tiene como objetivo recoger información sobre los ecosistemas de la región y contribuir en la sensibilización mundial sobre la belleza y fragilidad del medio ambiente global.

"Mi sorpresa fue encontrar tantas embarcaciones, en promedio una cada dos días, y por ende muchos turistas en la Antártica”, dijo a Tierramérica Celine Ferrier, a su llegada a Río de Janeiro, tres meses después de zarpar del austral Puerto Williams en Chile.

Además de admirar la "inmensa belleza de los paisajes", y ver muchos pingüinos, focas y ballenas, la expedición afrontó un clima "imprevisible, de vientos fuertes que pueden surgir de un minuto al otro", y mucho hielo a la deriva que bloqueaba las rutas, agregó Ferrier.

Por su parte, el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, dijo estar impresionado por "el volumen y la cantidad de glaciares", las inmensas montañas y bahías, y la rica fauna, en una "atmósfera translúcida" que acorta engañosamente la visión de las distancias. También lo conmovieron los pingüinos, por "su capacidad de convivir y trabajar bajo riesgo". Salgado se embarcó en el marco de su proyecto Génesis, apoyado por las Naciones Unidas, que prevé fotografiar en ocho años áreas aún en estado natural y vestigios de antiguas civilizaciones.
fuente http://www.pnuma.org

jueves, abril 21, 2005

lago Vostok

Científicos alemanes miden mareas en enorme lago subterráneo de Antártida
ABC digital 20 abril 2005

DRESDE, Alemania, 19 (AFP). El gigantesco lago de Vostok, que yace bajo una capa de hielo de 4.000 metros de espesor en la Antártida, tiene mareas como los océanos, según un equipo internacional de científicos que realizó mediciones por satélite, informó el martes un investigador de la Universidad de Dresde (este de Alemania).

La superficie del lago subterráneo registra flujos y reflujos de hasta dos centímetros, dependiendo de la situación de la Tierra con respecto al Sol y a la Luna, afirmó Reinhard Dietrich, coordinador de la investigación polar de esta universidad, que incluyó científicos alemanes, rusos y japoneses.
"Si bien estos efectos son pequeños en relación con los de los océanos, se les puede medir bien sobre la superficie de hielo", afirmó el científico, quien coordina las investigaciones polares de todas las universidades de Alemania.
"Estimamos que las oscilaciones del nivel de las aguas tienen un efecto de bombeo que las mantiene en movimiento dentro de este lago, lo cual es vital para los microorganismos", indicó Dietrich.
Los científicos calculan que el lago de Vostok se encuentra desde hace millones de años bajo la superficie helada de la Antártida, aislado de la atmósfera terrestre, y que las variedades de microorganismos que contiene son probablemente las más originales del planeta.
"En una perforación realizada hace algún tiempo hasta 3.600 metros de profundidad se encontraron microorganismos en el hielo muy cerca de la superficie de este lago subterráneo antártico", señaló el coordinador científico.
El lago de Vostok, de 1.000 metros de profundidad, se encuentra bajo una capa de hielo de 4.000 metros de espesor y a unos 1.000 kilómetros de la costa. Con una extensión de 250 kilómetros de largo por 50 kilómetros de ancho, el mar se asemeja a la superficie del lago de Ontario (entre Canadá y Estados Unidos).
El equipo de científicos germano-ruso-nipón se apresta ahora a recoger agua y sedimentos del lago, anunció Dietrich. Hasta ahora los investigadores se habían abstenido de tomar muestras por temor a una contaminación del agua y al traslado de microorganismos de la superficie de la Tierra hasta ese lugar.

miércoles, abril 20, 2005

Imagen del momento del choque del B-15-A

Foto satelital
Ver imagen del choque
Foto de ESA publicada en el mundo.es el 19 de abril 2005

choque de tempanos

Publicado en ambientum
http://www.ambientum.com/noticias_detalle.asp?ID=23775
Fuente: El Mundo 19 de abril 2005

(Internacional)
Después de meses de esperar el acontecimiento, los dos grandes titanes de hielo han chocado en la Antártida. El iceberg B-15A se acercó lentamente a la lengua del glaciar Drygalski, contra la que impactó de costado el pasado viernes. En contra de lo que se pensaba, el peor parado ha sido el glaciar, cuyos últimos cinco kilómetros se han partido y han quedado también a la deriva en el mar de Ross.

Desde el mes de enero, los expertos estaban pendientes del choque del gran iceberg B-15A de 115 kilómetros de largo, con un área de 2.500 kilómetros cuadrados (tan grande como Luxemburgo), que estaba a la deriva en aquella zona de la Antártida. Este iceberg se desprendió de la plataforma helada de Ross en 2002, pero desde entonces, y debido a sus enormes dimensiones (era tan grande como Jamaica), ha estado girando sobre sí mismo y rompiéndose contra el fondo en grandes témpanos.

Gracias al seguimiento que se ha hecho del acontecimiento, se sabe que el choque ha sido muy lento pero impresionante. La magnitud de las fuerzas que han convergido es inmensurable; las masas que se han enfrentado son toda una novedad para los expertos.Los científicos esperan la evolución de ambos trozos de hielo y miden las energías en liza a través de las imágenes captadas por los satélites.

Además, los investigadores de las bases antárticas de la zona están pendientes de la situación. Aún no hay noticias del intensísimo ruido (parecido al estampido de un avión) que ha debido provocar la rotura del glaciar de más de cinco kilómetros de ancho, cuya lengua entra en el mar unos 70 kilómetros. Los expertos de la base neozelandesa y de la estadounidense del estrecho de McMurdo están a unos 150 kilómetros del lugar, donde ahora comienza el rigor del invierno austral con pocas horas de luz diurna.

El B-15A está a merced de las corrientes, por lo que se desconoce cuál va a ser la evolución. Pero es previsible que vuelva a chocar en las sucesivas semanas. La presencia del gigantesco témpano ha modificado las condiciones del mar de Ross, donde ha quedado bloqueado el banco de hielo del invierno e incluso han cambiado las corrientes desde el año 2002.


Fuente: El Mundo