domingo, febrero 15, 2009

Observatorios astronómicos en la Antártida

El Telescopio del Polo Sur es una gran antena de 10 metros de diámetro ubicada en la base estadounidense Amundsen-Scott.
(En la parte derecha de la fotografía). La sala de control está situada en la estructura marrón en la base de la antena.-

GLENN GRANT, NATIONAL SCIENCE FOUNDATION


Astronomía en la Antártida: la última frontera
La meseta antártica, un lugar extremadamente remoto y aislado, cuenta con los mejores lugares en la superficie terrestre para la observación astronómica
fragmento del reportaje de ALCIONE MORA
publicado en elpais.com
España, 13/02/2009

La Antártida: un lugar entre la tierra y el espacio
La meseta antártica contiene los mejores lugares del continente helado para la observación astronómica. Esta vasta extensión de hielo, que en algunos puntos supera los tres kilómetros de profundidad, tiene una climatología excepcional. Se trata del lugar más seco del planeta. De hecho es un desierto mucho más riguroso que el Sáhara. Las cimas de esta inmensa planicie casi nunca se ven cubiertas de nubes. Además, la ausencia de tierra o rocas mantiene el aire libre de polvo y proporciona una de las atmósferas más limpias del planeta.
Las cimas de la meseta se identifican por letras, son los Domos A, F y C, por orden de altura. Estos lugares son tan inhóspitos que hasta hace cuatro años ninguno estaba permanentemente habitado. Domo C, con una elevación de 3.200 metros, es el primero en albergar una base operativa durante todo el año: la estación franco-italiana Concordia. Desde el inicio de su construcción hasta la actualidad se han estudiado el cielo y las propiedades del lugar. Gracias a esto se ha confirmado que Domo C es actualmente el mejor sitio sobre la tierra para las observaciones astronómicas.
Uno de los resultados más interesantes es que la mayor parte de la turbulencia atmosférica se localiza en una delgada capa de unos 30 metros de altura, frente a tamaños típicos de un kilómetro para latitudes templadas. La turbulencia es uno de los enemigos más severos del astrónomo, pues limita la nitidez y resolución máxima de las imágenes. La extrema delgadez de la capa turbulenta en Domo C permite obtener imágenes con una calidad superior a la de cualquier otro observatorio terrestre y, en algunos casos, comparable a las obtenidas por telescopios espaciales.

Panorámica de la estación Concordia situada en Domo C, la tercera cima de la meseta antártica.
Domo C tiene una elevación de 3.200 metros y está situada 1.100 kilómetros en el interior del continente antártico.
Las duras condiciones dejan aislada la base nueve meses al año.-
ERIC ARISTIDI - UNS/CNRS/IPEV


La colonización del último lugar virgen
El Tratado Antártico consagra al continente helado como un lugar sin fronteras donde los científicos pueden instalar sus experimentos donde deseen. Al abrigo de este acuerdo se han construido numerosas bases. La estación Concordia se encuentra a 1.100 kilómetros del tramo de costa más cercano y sujeta a condiciones extremas (hasta 80 grados bajo cero). Esto la deja completamente aislada durante nueve meses al año. Los problemas logísticos son considerables. El material pesado puede tardar hasta dos años en llegar, tras un viaje en barco hasta la costa y una travesía de la meseta en caravanas de tractores oruga. El personal se desplaza en aviones adaptados para aterrizar en el hielo.
Todas estas dificultades son, afortunadamente, resolubles. Como ejemplo está la estación estadounidense Amundsen-Scott, situada en el Polo Sur. Aunque no es el mejor lugar para la astronomía, ha albergado diversos telescopios, siendo el más reciente y espectacular el Telescopio del Polo Sur, una gran antena de diez metros de diámetro.
A modo de conclusión, se puede decir que la astronomía en la Antártida es un campo muy prometedor y en plena efervescencia. Probablemente en unas décadas los telescopios antárticos sean rutina y sus descubrimientos contribuyan al avance de las fronteras del conocimiento de nuestro Universo.

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