domingo, setiembre 16, 2007

Entrevista de Lne.es a Josefina Castellví, la primer mujer española que llegó a la Antártida

Entrevista de Lne.es Noticias de Asturias, España
Publicada en: http://www.lne.es/
15set07
«Los cambios en la Antártida aún no se pueden relacionar con el clima»
«Me quedo con la sensación de haber abierto una puerta a la investigación española en el continente helado»
JOSEFINA CASTELLVÍ PIULACHS OCEANÓGRAFA Y BIÓLOGA MARINA, PRIMERA ESPAÑOLA EN PISAR LA ANTÁRTIDA Luanco (Gozón),
T. CEMBRANOS
Josefina Castellví (Barcelona, 1935) es oceanógrafa y bióloga marina. Fue la primera científica española que exploró la Antártida en una misión y colaboró, a partir de 1984, en la organización de la investigación científica en el continente, que culminó en 1988 con la instalación de la base antártica española «Juan Carlos I» en la isla Livingston. Hasta 1993 ejerció como jefa de la base y ahora, ya retirada, asegura que «no va a volver». Ayer, acudió a Luanco invitada por el Museo Marítimo. Allí ofreció una conferencia en la que analizó la importancia de la investigación científica en el continente helado.
-¿Por qué es necesario conocer la Antártida?
-La Antártida es un pedazo de naturaleza de la Tierra absolutamente desconocido. Para poder interpretar lo que ocurre en el planeta es necesario saber lo que pasa allí, por eso no nos queda más remedio que hacer exploraciones en ese continente, aunque sea caro y duro. Los científicos que han estado y aquellos que actualmente participan en las misiones científicas están descubriendo especies nuevas, comportamientos biológicos de ciertas especies de flora y fauna que hasta ahora se desconocían, además de masas de agua y corrientes de transporte de energía entre el ecuador y los polos. Todo eso se está aún estudiando. Lo que es cierto es que, desde 1957, se ha avanzado mucho.
-¿Cómo fue su primera experiencia en el continente helado?
-Muy rica y muy dura a la vez. La primera vez que fuimos a la Antártida, en 1984, éramos tres personas -ahora van una media de 140 científicos al año- y se trabajó mucho. Las condiciones de vida al principio eran realmente duras, incluso teníamos que dormir en tiendas de campaña, porque no había nada. No tiene nada que ver con la base española que hay ahora, que tiene hasta agua caliente para ducharse y lavadora. La sensación que tengo es la de haber abierto una puerta para la investigación española y para los jóvenes científicos, ya que la Antártida era un campo vedado por la falta de infraestructura que había hasta entonces.
-¿Qué efectos puede tener el cambio climático en la Antártida?
-Se están haciendo muchos estudios. Científicamente aún no se pueden relacionar los cambios que sufre la Antártida con los climáticos. Es muy complejo, ya que no es una relación causa-efecto. Por ejemplo, el retroceso de los glaciares no tiene relación directa con las temperaturas. La cuestión es mucho más complicada.
-¿Debe quedar preservado para siempre el continente como el último reducto ajeno a la mano del hombre?
-Sí. En el Tratado de la Antártida se estipula que está declarada como Patrimonio de la Humanidad y como continente dedicado al estudio científico. Y así debe quedar.
-¿Las mujeres ya tienen más presencia en el mundo científico?
-Ahora las cosas están muy bien. Cuando yo entré en el Instituto Oceanográfico en 1960, fue una especie de escándalo. Cuarenta y siete años después, la directora del Instituto es una mujer; de los tres departamentos que hay, dos están dirigidos por mujeres; la gerente es una mujer, y el 50 por ciento de los científicos son mujeres. La progresión ha sido muy importante.
-¿Con qué recuerdo se queda de sus estancias?
-Con todos, los buenos y los malos, aunque estos últimos se suelen olvidar. No rechazo ninguna de las experiencias que he vivido allí.

1 comentario:

  1. ENTREVISTA CON JOSEFINA CASTELLVÍ, BIÓLOGA MARINA Y OCEANÓGRAFA.
    Noticia de www.elperiodico.com
    Por ANTONIO MADRIDEJOS

    Josefina Castellví (Barcelona, 1935) es un ejemplo en el mundo de la ciencia catalana y española. Fue única porque se licenció en Biología, se fue a la Antártida y allí dirigió una base en unos tiempos en que las mujeres científicas se contaban con los dedos de la mano. Y hoy en día, teóricamente jubilada, sigue siendo única por su encomiable actividad. Hoy pronuncia el pregón de las fiestas de la Mercè.

    --La veo igual que siempre.
    --Muy amable, pero no se pase. Es cierto que me encanta divulgar la ciencia, dar conferencias y viajar mucho, pero ya soy mayor.

    --¿Usted fundó la base española?
    --No exactamente. Se lo debo todo al profesor Antoni Ballester, que trabajó muchos años en la preparación y fue realmente quien abrió España a la investigación antártica.

    --Pero llegó pronto a directora.
    --Fue una fatal circunstancia. Ballester tuvo un derrame cerebral y se tuvo que retirar. Y yo, que era un poco su segunda, me quedé sola sobre ese pastel. Cuando me lo propusieron, acepté un poco inconscientemente.

    --¿Le acompañaban más mujeres?
    --La primera vez fui sola con 12 hombres. No había ni extranjeras.

    --¿Ha habido muchos cambios desde entonces?
    --Sobre todo han cambiado los medios técnicos. La primera vez que fuimos, en 1986, llevábamos una tienda de campaña para buscar el sitio de la base. No teníamos ni walky-talkies. Hoy los investigadores llaman a la familia por teléfono con Visa.

    --¿Qué piensa de las reivindicaciones territoriales?
    --Soy absolutamente contraria. Las demandas están congeladas, y nunca mejor dicho. La Antártida es propiedad de la humanidad.

    --¿Qué es más importante para pasar cuatro meses en la Antártida: el equilibrio emocional o la fuerza física y la resistencia?
    --Lo primero, sin dudas.

    --Pero usted era una especie de superwoman aventurera.
    --No, en absoluto. Fuerza, la mínima. Lo que siempre tuve fue una suerte maravillosa con los equipos que trabajaron conmigo.

    --¿Problemas de convivencia?
    --No sé si es que yo no los he tenido o los he olvidado. A la Antártida se va siempre con un espíritu positivo, con la idea de apoyarse entre todos.

    --Las investigaciones son cada vez más multinacionales.
    --A nosotros, a los suecos o a los americanos nos gusta mucho decir que hemos hecho una cosa bien, pero en el mundo de la ciencia lo importante no es dónde se hace, sino el resultado final que beneficia a todos. La investigación en la Antártida es carísima, por lo que no hay más remedio que compartir medios.

    --¿Ha cambiado mucho la Antártida desde sus primeros años?
    --Afortunadamente, las zonas más frecuentadas y dañadas son siempre las mismas, pero cuando pasas de los 63 grados de latitud, ya no hay nadie. La gran mayoría sigue virgen.

    --¿Hay excesivo turismo?
    --Sí, ha progresado de forma alarmante. En mis primeros años había unas 1.500 personas en verano y ya me parecía demasiado, mientras que ahora hay 35.000, con grandes barcos que son hoteles flotantes.

    --El turismo está regulado.
    --Sí, es obligatoria la recuperación de las sentinas, están limitados los desembarcos y no se puede tirar nada por la borda, ni siquiera materia orgánica. Pero es inevitable que el turismo le haga daño. Los ecosistemas antárticos son tremendamente frágiles: si se dañan, la recuperación puede tardar miles de años. Mejor no tocarlos ahora.

    --¿Y el impacto de los científicos?
    --Sí, ciertamente hay muchas y grandes bases. La nuestra intentó siempre destrozar lo mínimo. Creo que influimos poco en el ambiente, aunque hay otras bases que no han tenido esa conciencia.

    --Cada vez hace más frío en el interior de la Antártida y, al mismo tiempo, se desprenden grandes barreras de hielo en su exterior. ¿El tiempo está loco?
    --Es muy sugerente asimilar todo al cambio climático de origen antrópico, pero la realidad es mucho más compleja. No siempre hay una relación causa-efecto, no hay una progresión lineal. Tengo la impresión de que no sabemos lo suficiente todavía. Por una parte, tenemos ahora y siempre hemos tenido cambios de origen natural. Por otra, ahora le hemos añadido una causa antrópica.

    --¿Barcelona ha mejorado ambientalmente?
    --Me ha sorprendido mucho ese informe que dice que tenemos más contaminación que México. A mí me gustaría que Barcelona fuera más sostenible de lo que es actualmente, pero se está progresando.

    --Vivió también cuatro años en Madrid. ¿Qué lugar añora más?
    --La Antártida, por supuesto.

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