publicado en http://www.diariodenavarra.es
28mar07
Investigadores españoles comprueban que los ecosistemas bajo los hielos de la Antártida crecen a mayor velocidad de lo esperado.
COMPARADOS con la tierra firme, barrida por temperaturas y vientos inhumanos, los fondos marinos de la Antártida ofrecen un refugio calentito, entre uno y dos grados bajo cero, constantes sea verano o invierno. Por ese motivo, hierven de vida marina extraña y singular, adaptada a los vaivenes del hielo y al capricho de algunas de las corrientes marinas más potentes del planeta. Hasta ahí, nada nuevo.
TEXTO: ARANTZA PRÁDANOS (COLPISA). FOTOS: COLPISA.
Lo que sí sorprende es que el ritmo vital del ecosistema bentónico no marcha al ralentí como se creía, que acelera a la mínima oportunidad. Es lo que ha comprobado un grupo de 40 científicos de 12 países tras filmar por primera vez los fondos marinos liberados por el colapso, en la última década, de la plataforma de hielo de Larsen, en la costa oriental de la península Antártica. Los españoles Enrique Isla y Josep-Maria Gili, del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), tomaron parte en la expedición junto a investigadores de la Universidad de Sevilla.
La rotura en varios tiempos de la ciclópea plataforma Larsen desintegró 10.000 kilómetros cuadrados de hielo anclado al costado derecho de la península durante milenios. El destrozo, achacable al cambio climático, ha abierto al ojo humano un mundo nuevo. Los barcos investigadores acceden ya a donde antes se topaban con una muralla de hielo inexpugnable, y los fondos marinos de la zona, libres de la inmensa boina helada que los cubría, se han llenado de una vida que no debía estar allí, o por lo menos, no todavía.
Crustáceos, corales, esponjas, ascidias, holoturias, anélidos... especies propias de regiones más profundas, han colonizado con celeridad, en cuatro o cinco años, los fondos. Ni siquiera ha frenado esta explosión biológica el hecho de que los enormes bloques de hielo desgajados se hunden y arrasan el fondo marino «como un bulldozer» antes de echar a flotar por los mares circundantes. «El paradigma antártico es que todo va muy lento, los tiempos se miden como poco en centurias. La sorpresa es que la vida antártica es mucho más rápida y activa de lo que creíamos», explica Josep-Maria Gili. Este hecho obligará a «replantear» muchas de las investigaciones sobre biología marina en la zona. A falta de procesar los datos obtenidos gracias a un robot submarino, los investigadores interpretan la presencia de especies de otras latitudes como indicador de que las condiciones ambientales bajo las grandes capas de hielo fijo son «parecidas a las del mar profundo».
Regalo envenenado
La retirada de la plataforma Larsen y el acceso a regiones marinas ignotas es un regalo del cambio climático que puede estar envenenado. «El gran peligro es que esos grandes desprendimientos de hielo se generalicen, porque si desaparece también el hielo alrededor de las zonas destruidas, no habrá especies alrededor capaces de colonizar las zonas abiertas».
La Península Antártica es la región antártica más expuesta al deshielo por la subida de las temperaturas. Modelos matemáticos de predicción fijan en -9ºC la temperatura mínima por encima de la cual las grandes plataformas de hielo dejan de ser estables. Las muestras de agua, animales y sedimentos obtenidas ayudarán a analizar cómo el cambio climático presiona ecosistemas muy sensibles, y al estudio de cómo las plataformas continentales antárticas «han cambiado a través de los pulsos glaciares», rubricó Isla.
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