Publicado en: Diario Hoy Net - 23 mayo 06
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Los rigores del invierno austral le marcaron a la nave Nordkapp, de la centenaria naviera Hurtigruten, de Noruega, que había que regresar. La temporada de cruceros 2005-2006 hacia la Antártida, recorriendo puertos de la Argentina y Chile, había finalizado.
El palacio flotante de siete cubiertas y 213 metros de largo puso proa hacia el verano boreal para operar el programa "La travesía más hermosa del mundo", por los fiordos noruegos.
Y cuando el planeta cumpla un nuevo ciclo regresará para iniciar en octubre otra temporada antártica hasta marzo de 2007, con los programas de la mayorista Oremar Representaciones.
La Antártida, según los expertos, es un destino que propone dos experiencias fuertes: llegar hasta el confín sur del mundo y también a lo más profundo del propio espíritu.
Porque estos barcos no brindan la diversión de los cruceros tradicionales, sino un viaje por paisajes propicios para reflexionar y meditar. Sin embargo, se pueden recibir mails sin cargo y por 20 dólares se accede a internet por varias horas.
Conviene llevar libros, porque el barco tiene una buena biblioteca pero sólo con ediciones en inglés y noruego, y lo bueno es que la nave posee un gimnasio pequeño pero bien equipado.
Los itinerarios son de catorce y de ocho días, que el viajero puede abordar en Santiago de Chile, Ushuaia y Punta Arenas.
Cuando se inician las travesias los viajeros participan de un simulacro de naufragio guiado por los tripulantes, y después los científicos de la nave informan sobre las normas de seguridad.
Al sur del paralelo 40 los fiordos chilenos se muestran como una maraña de islotes y piedras. Los próximos destinos son la Isla de Chiloé - la más grande de Sudamérica después de Tierra del Fuego -, los puertos Chacabuco y Edén y Punta Arenas.
La isla está separada de la tierra por 2.300 metros, y se la conoce por sus tormentas y su tierra negra; por los mariscos "pico de mar"; por los dos lagos que la dividen y por sus moras oscuras.
Se destaca por sus iglesias con tejas de alerce y sus rarísimas casas palafitos, emergiendo del agua en un paisaje donde los verdes oscuros se mezclan con retamas amarillas y lupines.
Los extranjeros buscan allí a la América indígena, a los mapuches a los que habían imaginado viviendo aún en chozas.
De este paisaje tan distinto al suyo se llevan raíces y piedras. Las cámaras y las filmadoras no cesan de captar imágenes de un lugar al que seguramente nunca volverán.
A ambos lados de los fiordos se ven picos nevados, montañas y ríos de deshielo, y los glaciares que anuncian las fuertes corrientes del Golfo de Penas, donde el barco se zarandea.
Más adelante el Nordkapp pasa por el Estrecho de Magallanes y el Canal de Beagle, y las últimas franjas de tierra que se ven en el horizonte son las de Usuhaia y el Cabo de Hornos.
Y finalmente la nave enfrenta los mil kilómetros del Pasaje de Drake, que precede a la Antártida. La navegación por el pasaje son 48 horas de mar encabritado, olas gigantes y fuertes vientos.
El sol se resiste a irse, su luz se va extendiendo y ya no hay noche ni tampoco día; es la luminosidad del verano austral.
En sus charlas con los pasajeros, donde además proyectan películas, los científicos recuerdan al más famoso pirata inglés, Sir Francis Drake, que circunnavegó el mundo entre 1577 y 1580.
Se preguntan cómo habrán hecho aquellos corsarios para superar esas tempestades sin navegadores satelitales ni radios, sin ropa térmica, sólo con perros y carne salada.
Y cuando el barco llega a Halfmoon Island, la isla de la media luna, los europeos no dudan en zambullirse en un gran hoyo cavado en las costas del viejo puesto ballenero de Whalers Bay. Se sumergen desnudos en el gélico océano y se calientan en la tibieza de las aguas volcánicas.
Por allí se ven icebergs gigantes donde reposan pingüinos y lobos, y se acercan grupos de ballenas francas. Los científicos identifican a los pingüinos y dicen: "la única manera de verlos de cerca es que ellos caminen hacia nosotros", tal como recomienda la IAATO, Internatioonal Association Antartic Tour Operators.
En la Antártida hay sitios donde no llueve desde hace veinte millones de años y es un lugar, ya muy cerca del sur definitivo, al que la oscuridad nunca llega. Un continente habitado por 3 mil personas, de las cuales apenas el 15 por ciento son mujeres.
La Antártida está tan despoblada como el desierto del Sahara, es más seca que Arabia Saudita y aún es una tierra llena de incógnitas y misterios. Es el último continente descubierto por el hombre, que en su permanente búsqueda de nuevos horizontes lo convirtió en un desafío para los sentidos.
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