"Antártida on fire": Entrevista de Noticias y Protagonistas, al Geólogo Sergio Marensi, Director del Instituto Antártico Argentino, publicada en http://www.noticiasyprotagonistas.com/
Edición 447 abril 06
El continente blanco se está “calentando”. Estudios recientes indican que la temperatura promedio anual del aire sobre la Antártida está aumentando. ¿Qué significa? ¿Por qué no es comentado? ¿Es necesariamente malo? ¿A qué se deben estos cambios? Un científico argentino hará el intento de enfrentar los interrogantes.
Sergio Marensi es director del Instituto Antártico Argentino. De la mano de este científico argentino especializado en Geología es que nos adentraremos en estos cambios que se avecinan, queramos verlos o no.
En un estudio reciente, publicado por científicos británicos, se observaba que el aire en las capas de la atmósfera sobre la Antártida se está calentando más que el aumento promedio que se observa en la temperatura superficial. Y la península antártica, en cuanto a temperaturas superficiales, es un caso bastante extremo en todo el planeta porque en los últimos cien años ha tenido un calentamiento bastante importante.
N&P: - ¿Qué características tiene la temperatura en la Antártida?
S.M.: - En promedio anual, la zona de la península debe estar alrededor de los 0º. Varía bastante entre el verano y el invierno con temperaturas extremas que pueden llegar a -30º, -40º en la península y temperaturas de verano extremas, donde este año hemos registrado hasta 12º C.
Cabe recordar que la península antártica, que es como una prolongación del continente, una colita que se interna en el mar apuntando hacia Sudamérica, tiene un comportamiento totalmente diferente a lo que es la masa más grande de la Antártida, la Antártida oriental, que es un verdadero continente con una gran elevación, cubierto totalmente por una capa de importante espesor de hielo. Lo que está pasando en la parte oriental, que es el noventa por ciento de la masa de la Antártida, no se sabe con certeza. Eso es otro tema.
Sabemos lo que ocurre en la península, pero la misma es un pequeño porcentaje de la Antártida, y allí la interacción océano–atmósfera es mayor. Del resto, que es el motor del clima, no sabemos qué pasa.
N&P: - ¿Por qué?
S.M.: - Por la falta de datos. Hablamos de un continente de casi diez millones de kilómetros cuadrados (10.000.000 km2) donde tenemos observaciones puntuales en unos pequeños lugares que son las bases científicas, distribuidas aleatoriamente. No tenemos registro de toda la superficie durante todo el año. Ése es el mayor problema.
Los simuladores
N&P: - Los modelos futuros, en los que se habla de que en cincuenta años aumentará la temperatura de la Tierra,¿son fiables?
S.M.: - Los modelos predictivos de circulación atmosférica todavía no predicen en forma perfecta. Se necesita muchísimo trabajo para alimentar esos modelos y ajustarlos. No tienen fallas, porque están bien hechos, pero les faltan datos. Los modelos son eso, modelos. Su credibilidad va a estar basada en cuál es su poder de predecir correctamente ciertas situaciones y esto va a estar dado en el número de datos con los cuales se alimenta.
Nosotros, los científicos, tenemos alguna falla en la comunicación hacia la gente común y los decisores, porque a veces nos cuesta trasladar del lenguaje científico al cotidiano lo que estamos haciendo, lo que estamos observando o, en este caso, cuál es el justo valor de un modelo. Otras veces, el problema es que la noticia se difunde con títulos catastróficos como ‘el calentamiento va a ser de tantos grados en cincuenta años’ o que ‘el nivel del mar va a ascender’. Son escenarios probables. Según estamos viendo, la temperatura media del planeta está aumentando.
N&P: - ¿Cuánto hay de la acción del hombre en estos cambios?
S.M.: - Como geólogo, di una charla hace un año en El Calafate en una reunión argentino-chilena sobre cambio climático. Rodeado por especialistas sobre clima, radiación ultravioleta, capa de ozono, el servicio meteorológico, etc., comentaba que sin negar lo que proponen, voy a hablar de lo que pasó hace millones de años atrás, cuando el hombre todavía no existía. Los períodos de calentamiento y enfriamiento a distinta escala se producen y se vienen produciendo regularmente desde que la Tierra se ha formado, desde por lo menos los últimos dos mil o tres mil millones de años. Esto no quiere decir que niegue el cambio global producido por el hombre, que lo puede estar incrementando o acelerando, pero los períodos de enfriamiento son ciclos naturales también. No hay que olvidarse que durante la Edad Media hubo lo que se llamó “la pequeña edad de hielo”, que en Europa fue un período muy frío, seguido por uno muy cálido, que produjo hambruna y ayudó a que se diseminara la peste bubónica.
Que la acción humana haga que en algún momento la naturaleza pase a un umbral de no retorno con consecuencias graves, es probable. No obstante, hay que estudiar mucho los fenómenos actuales, tomar muchos datos, apoyar no solamente la investigación, sino a todos los organismos colectores de datos, como el servicio meteorológico, y aprender del pasado. Es todo un estudio global. Hay que advertir a quienes toman las decisiones que los escenarios están cambiando, que sin llegar a ser catastróficos se debe planificar que el día de mañana las zonas geográficas donde se puede sembrar trigo o tener ovejas van a correrse, que a lo mejor el nivel del mar sube unos centímetros.
Con los cambios que se han producido en las últimas décadas, la Argentina se ha visto beneficiada con mayores lluvias y excelentes cosechas, o sea, esto puede ser dañino, pero también hay efectos benéficos a los que les podemos sacar ventaja usando los estudios.
N&P: - Volviendo a la información, debido a cómo se transmite, y también a una cuota de soberbia, parece como que el hombre es el único factor del cambio...
S.M.: - A veces me peleo con colegas por esto. Lo cierto es que la Tierra ha tenido ‘idas y vueltas’, pero éste es un período distinto porque nosotros estamos en él y nos preocupa nuestro futuro.
Hay que crear conciencia con cuestiones críticas como el agua. Debemos recordar que los sistemas globales están todos interconectados y que lo que pasa en la Antártida seguramente se va a reflejar en otros puntos del planeta. Nosotros estamos en el país más cercano a la Antártida, por lo tanto somos los que más interés tenemos en estudiarla, más allá de nuestras pretensiones de soberanía, que también implican un compromiso. Desde el Instituto trabajamos tanto para fortalecer los reclamos como para estudiar todos estos fenómenos, tratando de que esto se vuelque en favor y no en contra nuestro.
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