Publicado en http://www.jornada.unam.mx/
28 feb 06
Por Iván Restrepo
Contaminación en el Artico y la Antártida
Exactamente en un año comenzará el más importante esfuerzo internacional de los científicos para analizar lo que está ocurriendo en las regiones del Artico y la Antártida. Convocada por la Unión Científica Internacional y la Organización Mundial de Meteorología, se trata de una celebración que dura dos años y analizará más de mil proyectos destinados a tener mayor conocimiento de los polos y evaluar lo que en el campo de la exploración y la investigación se ha hecho allí los dos últimos siglos.
La celebración más reciente fue hace 50 años, pero ahora el campo de trabajo es mucho mayor, pues, además de físicos especialistas en la atmósfera, meteorólogos, químicos, biólogos, oceanógrafos, expertos en teledetección, ingenieros y analistas del cambio climático, varios estudios mostrarán el estado en que se encuentran los pueblos que habitan el Artico y que, de diversa manera, sufren los efectos de la contaminación y el mal uso de los recursos naturales del planeta.
Adelantándose a los numerosos trabajos que serán presentados, un reporte del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) advierte de los altos niveles de sustancias tóxicas encontrados en las orcas noruegas, lo cual demuestra el deterioro ambiental que sufre el océano Artico desde hace décadas. En un informe sobre lo que está pasando, la WWF denuncia que ese extremo del mundo se ha convertido en el destino final de numerosos tóxicos y de las sustancias químicas que se encuentran en productos que son utilizados por el hombre en su vida diaria. No escapan a esa contaminación ni la fauna ni la flora polares.
En varias ocasiones hemos comentado aquí la existencia y mal manejo que todavía se hace en México de miles de toneladas de policlorobifenilos (PCB), mejor conocidos como askareles. Se trata de compuestos orgánicos muy tóxicos y persistentes, que se utilizan principalmente en transformadores eléctricos y plásticos. Gracias a la presión internacional están prohibidos y se busca que se resguarden en lugares seguros en tanto se eliminan con tecnologías de punta inexistentes en México, pues precisamente los askareles y los residuos de plaguicidas sumamente tóxicos tienen el dudoso honor, dice la WWF, de situar a las orcas como los animales más contaminados del Artico, muy por delante de los osos, que ocupaban el primer lugar.
Algunas de las sustancias encontradas en las orcas tienen graves consecuencias para su desarrollo porque pueden afectar las funciones neurológicas, reproductivas y de comportamiento de estos cetá-ceos y otros animales, con el agravante de que son sustancias que no se encuentran prohibidas en casi ningún país y son llevadas por las corrientes de agua y aire a grandes distancias, hasta regiones que, se creía, estaban protegidas y limpias de contaminación.
En el otro extremo del globo terráqueo, en la Antártida, estudios recientes muestran que se mantendrá durante 60 años más, por lo menos, el agujero de ozono ocasionado por la emisión a la atmósfera de clorofluorocarbonos (CFC), a pesar de que está prohibida su producción, ya que se trata de sustancias que dañan la capaz de ozono.
Los CFC se encuentran todavía en viejos refrigeradores, extintores de incendios y sistemas de aire acondicionado. Cuando se destruye la capa de ozono llega más radiación ultravioleta a la superficie de la Tierra, lo cual puede causar daños a la piel, e incluso cáncer. Mas ocurre que en la atmósfera existen más CFC de lo que se pensaba, por lo que no será en el año 2050 cuando se cierre el agujero mencionado, como pronosticaban los científicos, sino en 2065. El que existe sobre el Artico, que es más pequeño, debe cerrarse en 25 años más.
Como sucede en este tipo de celebraciones multitudinarias, se necesitará de un enorme esfuerzo de depuración y síntesis para rescatar lo fundamental de los cientos de trabajos que circularán y serán evaluados por miles de expertos. Pero es innegable que el análisis serio y detallado de lo que sucede en los polos permitirá hacer recomendaciones puntuales para evitar que se conviertan progresivamente en basurero de las actividades humanas, afectando una flora y una fauna únicas.
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