lunes, julio 11, 2005

20 años del descubrimiento de un dinosaurio antártico

Evocan al primer dinosaurio antártico
A casi 20 años de su descubrimiento
Publicado en La Nación (Buenos Aires)
http://www.lanacion.com.ar/719464
8 julio 2005

Durante el verano de 1986, cuatro investigadores argentinos desembarcaron en la inhóspita isla James Ross para intentar comprender cómo fue la Antártida hace 70 millones de años.
Ninguno era especialista en vertebrados, y menos en dinosaurios. Pero sabían que el mundo de la paleontología esperaba ansioso un descubrimiento que confirmara la hipótesis de que estos grandes reptiles habían sido un grupo de distribución global. Después de casi una década, la democracia reinstaló el Programa de Geología Antártica del Instituto Antártico Argentino y los científicos regresaban al continente blanco.
Pero a los problemas logísticos y las inclemencias climáticas se sumó otra complicación: "Tuvimos que instalar el campamento a unos 12 kilómetros del sitio planificado; el lugar había sido ocupado por científicos británicos", recuerda el doctor Eduardo Olivero, paleontólogo, en aquel momento director de la expedición y hoy investigador principal del Conicet en el Centro Austral de Investigaciones Científicas de Ushuaia.
Así fue como, mientras los británicos se desplazaban en triciclos, los argentinos debían recorrer a pie 12 kilómetros de hielo y fango. "Teníamos mucho frío, cansancio y hambre", evoca el doctor Roberto Scasso, hoy profesor de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

La pieza más buscada
Pero tener que caminar, finalmente, resultó ventajoso. "Vi una pequeña parte de un hueso que sobresalía del piso -relata Eduardo Olivero- me agaché y lo limpié cuidadosamente hasta que quedó al descubierto un fragmento de roca que tenía incrustados huesos fósiles que parecían corresponder a una mandíbula con un diente. En ese instante sentí que había encontrado la pieza que todos buscan..."
"Fue el primer dinosaurio hallado allí, y sigue siendo el más completo conocido hasta el momento", explica la doctora Zulma Gasparini -que recibió y estudió los restos fósiles en 1986- desde el Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata.
Si bien el anquilosaurio -ése es su nombre científico- era un animal terrestre, fue encontrado en un lugar que en aquella época era un ambiente marino costero. ¿Habría entrado al agua a bañarse? "Probablemente era el estuario de un río", señala Scasso, e hipotetiza: "El animal podría haber sido arrastrado por una creciente fluvial y luego haber sido llevado por la corriente hasta el mar, en donde se habría hundido rápidamente por el peso de su coraza".
Si había animales herbívoros de gran tamaño debía haber también suficiente vegetación para alimentarlos, y el clima antártico de aquellos tiempos no debía ser particularmente frío. Por otro lado, el hallazgo planteó el problema de explicar cómo habían llegado hasta allí. "Había un puente terrestre hacia América del Sur, por el que habrían migrado hacia la Antártida", ilustra Scasso.
Entretanto, los ecos del descubrimiento de enero de 1986 llegan hoy: "En este momento tenemos en Francia un artículo en revisión en el que proponemos una nueva clasificación para este anquilosaurio", dice la doctora Gasparini.
Pese a su relevancia, el hallazgo apenas tuvo difusión. "Muchos meses después, leyendo la sección de ciencia de The New York Times, me enteré de que se había confirmado que nuestro grupo había encontrado el primer dinosaurio antártico", comenta Olivero.
El descubrimiento se publicó recién en 1991 en un libro de la Universidad de Cambridge. "A veces se esquiva citar ciertos trabajos por intereses personales o nacionales. Hay países que tienen intereses políticos en la Antártida, y en la ciencia también hay política", concluye Sasso.

Gabriel Stekolschik
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA

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