viernes, agosto 19, 2005

“Focas harpa apaleadas hasta la muerte".

“Focas harpa apaleadas hasta la muerte".
Por Dr. Marcos Sommer
stu38884@mail.uni-kiel.de
Ökoteccum
Kiel Germany

El gobierno de Canadá tiene una larga historia de mal manejo de los ecosistemas marinos, lo que ha ocasionado depredación de la biodiversidad marina y que las industrias pesqueras y de la cacería de focas harpas (harp) sólo tengan rendimientos en el corto plazo.
En lugar de crear puestos de trabajo para los sectores económicamente en desventaja de Terranova el gobierno canadiense subvenciona la matanza de focas.


El estuario de San Lorenzo en el Atlántico norte, es uno de los paisajes más hermosos de Canadá. El ruido de los témpanos que se resquebrajan, la música de los disparos, la percusión de los garrotazos y el ronco desesperado bramido de los animales aterrorizados, que caen uno tras otro, bien puede ser otro encanto del lugar. La política canadiense encontró en la masacre de los últimos tres años, una forma de disimular la cesantía de los pescadores por la depredación de que es objeto el mar.
El ecosistema ártico se caracteriza, al contrario de los ecosistemas tropicales por su corta cadena trófica y limitada biodiversidad. Esto lo convierte en sistemas biológicos especialmente frágiles y dependientes de una gran abundancia de sus diferentes componentes.
La riqueza biológica se distribuye entre placas de hielo, agua marina, la zona costera, la tundra y algunos boreales de coníferos, configurando un mosaico de ecosistemas que sirve de hábitat permanente o de zona de cría y alimentación a las especies.
Hace 500 años en esta agua había cardúmenes de bacalao tan densos que casi no se podía navegar una canoa por las aguas. Las formas antiguas de pescar fueron remplazadas por métodos modernos. Equipos caros, pesados y poderosos ahora capturan grandes cantidades de bacalao a la vez. Actualmente por la costa de Newfoundland, casi no hay bacalao, principios de los 90 se colapsaron las poblaciones y la industria pesquera y el gobierno canadiense ha puesto su atención en las focas harpas. En los últimos tres años la cifra de matanzas permitidas supera el millón de ejemplares por el hecho de que las focas se reprodujeron fuertemente y amenazan las reservas de bacalao en el Atlántico.

Animales gregarios, las focas harpa constituyen grandes manadas para dar a luz, criar y cuando el tiempo de la muda de la piel. El cachorro triplica su peso en las primeras dos semanas de vida. Llegan a su madurez sexual entre los 4 y 6 años. Los machos llegan a crecer hasta 1,70 metros de longitud y a pesar unos 130 kilogramos. Las hembras paren un solo cachorro al año, de alrededor 10 kilos de peso, entre los meses de febrero y marzo, vuelven a aparearse después de que los cachorros son destetados. En sólo 12 días el cachorro pesa 30 kilos, gracias a la leche de ka madre que tiene una enorme proporción de grasa.
Después del apareamiento, los machos adultos se congregan en la manada junto con las focas inmaduras y las que no están en crianza.
Su dieta la conforma un amplio rango de especies de presa –sin que se haya podido probar que entre aquellos figuran el bacalao – varía de acuerdo a la edad y estación.
Deben su nombre a una mancha oscura en los adultos en la piel, que recuerda la forma de un arpa. Aunque la foca no es muy ágil en tierra, gracias a su cuerpo ahusado e hidrodinámico, este animal es u excelente nadador. Como buceador, la profundidad alcanzada y el tiempo de inmersión dependen de su capacidad física. Pueden permanecer hasta 15 minutos bajo el agua y descender hasta los 275 metros de profundidad o más. Como mamífero que respira, debe afrontar el problema de aumento de presión del agua con la profundidad, que comprime fuertemente una cavidad llena de aire que son los pulmones. Para minimizar este peligro, suele expirar el aire antes de la inmersión. Además comparándolo con mamíferos terrestres, la foca harpa tiene la capacidad de almacenar más oxígeno y reducir la frecuencia cardiaca mientras bucea. Mediante grabaciones en video, se ha podido demostrar que este animal bucea activamente desde el inicio de la inmersión hasta unos tres minutos después y que, posteriormente, se hunden inmóviles en las profundidades. Para minimizar el consumo de energía, utilizan un truco cuando la presión hidrostática aumenta con la profundidad, los pulmones se contraen y el cuerpo también se comprime. De este modo, disminuye el volumen del animal manteniendo el mismo peso. El peso específico del animal aumenta y se hunde sin esfuerzo en las profundidades.
Restos fósiles indican que pudieron existir durante el Mioceno, hace aproximadamente 20 millones de años.
La caza profesional o comercial de focas harpa existe desde el siglo XVI. En el año 1899, fueron matadas 33 millones de focas en Canadá, para obtener carne, pelaje y aceite. El mercado económico para productos derivados de focas se elimino en 1987, y el gobierno canadiense finalmente hizo ilegal la caza comercial. A partir del 2003, la caza de focas canadienses nuevamente se expande. Aunque la matanza de focas recién nacidas es ilegal, se permite la caza de las que tienen solo 14 días de vida. El ministerio de Pesca canadiense en Ohawa autorizo para esta temporada 2005 la matanza de 320 mil focas harpa, la cuota total (denominada captura total admisible; TAC en sus siglas inglesas) es de 970.000 focas, dentro de plan de gestión trianual desarrollado por el Departamento de Pesca y Océanos (DPO).

El precio de la piel de foca se multiplico por diez en los últimos 5 años. Las autoridades canadienses pagan 20 centavos por cada cachorro que se mata. La demanda de las pieles son muy cotizadas en la industria de la moda en varios países, siendo sus principales mercados China, Japón, Noruega, Estonia, Grecia, Hong Kong, Polonia, Dinamarca y Rusia, pues una piel de foca se cotizan entre los 40 dólares por pieza. Los cálculos hechos por el Gobierno sobre el crecimiento de la población de focas asumen que los factores ambientales y biológicos permanecerán sin cambios tanto a corto como a largo plazo. Una permisa altamente cuestionable a la luz de los crecientes impactos del cambio climático sobre las condiciones de los océanos y las zonas heladas. Las cuotas de caza se basan en censos de focas realizadas a intervalos de cinco años. Pero debido a que las cacerías se centran en crías que no alcanzan la edad reproductora hasta los cinco años de edad, los impactos en la población pueden tardar más de 10 años en conocerse y son necesarios 15 años para determinar la evolución de la población. Por tanto, los censos realizados por el Gobierno canadiense no reflejan la realidad del estado de estas poblaciones.
En este milenio se está produciendo un cambio a largo plazo en la composición de las capturas pesqueras tras el agotamiento de las poblaciones más tradicionales como el bacalao, platija, mero, atún (90 por ciento reducido) y la dedicación de los esfuerzos a otras menos valiosas (moluscos, crustáceos) que anteriormente se explotaban poco o nada.
Diversos estudios científicos han demostrado que las focas solo consumen al día el pescado equivalente a entre un 1 y un 3 por ciento de su masa corporal, mientras que la creencia generalizada hasta ahora era que el porcentaje alcanzaba hasta un 27 por ciento.
La FAO realiza el seguimiento del estado de explotación de las principales especies o grupos de recursos pesqueros acerca de los cuales se tiene información de evaluación. La situación mundial actual se ajusta a la tendencia general observada en años anteriores. Se calcula que en 2003 alrededor de la cuarta parte de las poblaciones de las que se hizo un seguimiento se hallan infraexplotadas o moderadamente explotadas (3 y 21 por ciento respectivamente) y quizás podrían producir más. Alrededor de la mitad de las poblaciones (52 por ciento) se hallan plenamente explotadas y, por lo tanto, producen capturas de dimensiones cercanas a sus límites máximos sostenibles, mientras que aproximadamente una cuarta parte están sobreexplotadas, agotadas o recuperándose del agotamiento, por lo que es necesario reponerlas. De 1974 a 2003 se ha registrado una continua tendencia al descenso de las proporciones de las poblaciones que ofrecen potencial de expansión. Al mismo tiempo, tiende a aumentar la proporción de poblaciones sobreexplotadas y agotadas, la cual pasó de un 10 por ciento aproximadamente a mediados del decenio de 1970 a casi un 25 por ciento a comienzos del 2000.
De las diez especies principales que representan en total un 30 por ciento, en volumen, de la producción mundial de la pesca de captura, siete se consideran plenamente explotadas o sobreexplotadas (anchoveta, jurel chileno, colía de Alaska, anchoa japonesa, bacaladilla, capelán y arenque del Atlántico), lo que significa que no cabe esperar de ellos importantes aumentos de producción. Según los datos estadísticos en todo el Atlántico Norte ha habido una gestión nefasta de la pesca y ahora se echa la culpa a las focas, las ballenas, los delfines e incluso, a las aves marinas.
Por un lado, en el pasado han convivido en equilibrio grandes poblaciones de focas y ballenas con enormes poblaciones de bacalao, y tanto las poblaciones de focas y ballenas como las de bacalao eran mucho mayores que las actuales. Por otro lado, es erróneo pensar que por reducir el número de focas va a aumentar necesariamente el stock de bacalao. Las redes alimentarías marinas son muy complejas; las focas no sólo se alimentan de bacalao, sino también de otras especies que son depredadoras del bacalao, lo que implica que la disminución de focas podría provocar un aumento de especies depredadoras de bacalao y perjudicara aun más los stocks de bacalao.
Otra justificación de este sacrificio masivo es porque desde los años 70 la población se ha duplicado y ha pasado de más de 1,3 millones de ejemplares a 4 – 6 millones de acuerdo al Departamento de Pesca y Oceanos (DPO). Los científicos calculan que las poblaciones actuales de focas del Ártico solo suponen un 10 por ciento de lo que fue la población original. El territorio de caza se extiende unas 40 millas alrededor de Terranova. Desde el 2003 hasta hoy se han matado 975.000 focas, lo que significa 5.250 animales diarios.
El Fondo Internacional para la Protección de Animales (IFAW) afirma que debido al cambio climático, este año el hielo es más frágil, lo que provocará un aumento de la mortalidad natural.
Otro argumento esgrimido por el gobierno canadiense es que esta matanza es una parte vital para la economía local, para la que el año pasado generó cerca de 17 millones de euros. Sólo un pequeño porcentaje de carne de foca es procesada y utilizada. Esta pequeña cantidad es utilizada para hacer comida para mascotas o para granjas. La carne de foca sólo se utiliza como comida por los nativos porque su composición es altamente grasosa. También los genitales de los machos se utilizan en Asía (afrodisíaco).
En el último siglo se ha asistido al agotamiento de una serie de poblaciones de aves, reptiles y mamíferos marinos que guardan una interacción directa o indirecta con la recolección por el hombre de recursos marinos. La pesca o la cacería ha sido la causa de muchos de esas extinciones. En otros casos como los de la vaca marina y las tortugas del mar la competencia que hace el hombre para encontrar un medio adecuado, que muchas veces él mismo degrada, tal vez haya sido la causa predominante
El gobierno Canadiense mantiene estas cacerías por dos motivos principales:
Para que los pescadores obtengan algunos ingresos fuera de la temporada de pesca.
Por el mito no demostrado de que extinguen el bacalao. Por este motivo las focas son vistas como “una plaga” a la que hay que exterminar. Las ganancias por la venta de pieles a China, Noruega y Dinamarca el año pasado, fue de 16 millones de dólares.
En el Atlántico noroeste la producción pesquera registró su nivel más bajo en 1994, y nuevamente en 1998, con el agotamiento de las poblaciones de peces de fondo a la altura del este de Canadá. La falta de bacalao y de salmón se debe a su mala gestión.
Un modelo simple para ilustrar las relaciones entre los diversos organismos del mar es la cadena trófica marina. Como productores primarios, las algas unicelulares utilizan la luz solar para formar moléculas complejas que les sirven para crecer y multiplicarse. El siguiente eslabón de la cadena es herbívoro y se alimenta de los productores primarios, siendo a su vez la presa del siguiente eslabón carnívoro de la cadena y así sucesivamente. Sin embargo, en realidad resulta poco frecuente que los complejos ecosistemas marinos estén compuestos por una sencilla cadena trófica formada por especies individuales que se alimentan de otras especies que están por debajo de ellas en la cadena trófica. A menudo, también cambian los hábitos alimenticios de una especie a lo largo de su ciclo vital: un arenque joven consume fitoplancton, mientras que el ejemplar adulto consume un amplio espectro de presas. De ahí que sea mejor describir las relaciones tróficas de los habitantes del mar como una red trófica marina, con complejas interconexiones entre los distintos miembros de la comunidad.
Las focas harpas que son depredadores apicales han tenido su importancia en el control de las densidades de sus especies de presa, pero también han figurado entre los primeros cuyo número ha sufrido reducción por las capturas. Sin embargo, dada la complejidad de muchas tramas alimentarías marinas, la eliminación comercial de las principales especies apicales da lugar muchas veces a que otros organismos asuman la totalidad o parte del papel de depredadores apical hasta que tal vez llegue el momento en que también ellos son objeto de pesca excesiva.
Las tramas alimentarías marinas son complejas y plantean dificultades a la hora de cuantificar los efectos de la acción humana. La eliminación de un depredador apical no siempre ha dado lugar a un notable aumento en el rendimiento de las especies que le sirven de presa. Además, si se tienen en cuenta los tamaños de las poblaciones de las especies depredadoras antes de su agotamiento, probablemente habrá habido un grado de concurrencia entre el hombre y los depredadores apicales por su presa común, si ésta estuviera todavía presente en sus cantidades originales. Así pues, hay poblaciones de mamíferos marinos, aun cunado muchos de ellos han visto ahora reducido su tamaño en muchas zonas del mundo que pueden todavía consumir por lo menos un volumen tan grande de algunas especies de presa como el que captura el hombre. En estos cálculos no se tiene en cuenta las relaciones ecológicas, la estabilidad del ecosistema o el reconocimiento cada vez mayor de la importancia ecológica que tienen los mamíferos marinos y su significado cultural para el hombre, debido a su inteligencia, medios de comunicación y comportamiento social.

Las teorías actuales sobre la importancia de los depredadores en ecosistemas de ecología terrestre han subrayado su importancia para la matanza sistemática o entresaca de individuos enfermos o no idóneos y mantener los tamaños de las poblaciones de especies de presa en equilibrio con los recursos disponibles, pero no es fácil allegar pruebas contundentes sobre el grado en que este argumento vale en la mar, donde es tan alta la presión depredadora del hombre. No se ha confirmado en el entorno marino si, con la reducción de las poblaciones de los depredadores principales las poblaciones de peces objeto de presa son más inestables y / o si se ajustarían a esos principios pero que darían lugar a diferentes abundancias relativas de componente del ecosistema. Precisamente la pregunta de qué nivel de explotación deberían hacerse se ha convertido en materia de discusión entre los que se interesan por la seguridad alimentaría y los que se preocupan por que las poblaciones de focas harpa se mantengan en una situación lo más cercana posible a su no explotación. El logro de este último objetivo impone un notable costo en cuanto a sus efectos en la naturaleza y el nivel de actividades de captura, y en la actualidad este costo tendría que ser asumido casi exclusivamente por la industria pesquera que sigue desempeñando el papel principal en lo que se refiere a conseguir un rendimiento de los recursos marinos vivos.
Es de suponer que la vuelta de muchas poblaciones de mamíferos marinos al número que existía antes de que el hombre asumiese el papel predominante de depredador apical en las cadenas alimentarías marinas, sólo sería posible por las importantes reducciones de las capturas mundiales de peces, y desde luego darían lugar a ellas.
Desde luego existen argumentos especiosos en las discusiones entre conservación y desarrollo, y no siempre se analizan las pruebas contrastantes de ambas partes. Se ha especulado con el argumento de que la reducción de la abundancia de los cefalópodos que se alimentan de juveniles podría aumentar los rendimientos de las pesquerías de las especies ícticas tradicionales. Argumento éste que no toma en consideración el crecimiento que se está dando en las pesquerías de calamares en todo el mundo y que podría deberse a que los cefalópodo están ocupando parte del nicho dejado por las especies agotadas de peces de fondo, ni tampoco se tiene en cuenta el hecho de que el calamar tal vez esté ahora conquistando unos valores unitarios superiores a los de la mayoría de los pescados.

Es evidente, que la vuelta de los volúmenes de población de depredador apical a niveles anteriores no aprovechado sólo es posible con un costo notable para el hombre medido en pérdida de la proteína animal procedente de los mares, cosa que hay que tenerlo en cuenta en el ámbito de un Desarrollo Sostenible de los recursos marinos.
La reducción del bacalao depredador apical, está dando a un aumento en los rendimientos de especies que ocupa un lugar inferior en la trama alimentaría, como estos rendimientos están dominados por pequeños peces forrajeros que tienen un valor unitario inferior al bacalao, el valor neto de la pesquería descendió como consecuencia de ello.
Los principios de un desarrollo sostenible exigen que los recursos marinos se exploten de suerte que se asegure la continuidad de las poblaciones y de las especies, pero no ayudan a elegir entre diferentes niveles de explotación directa o indirecta, que por lo demás se ajustarían a esos principios pero que darían lugar a diferentes abundancias relativas de componentes del ecosistema.
Luchar por la conservación y supervivencia de las especies, sin importar su belleza o porte es, ni más ni menos, pelear por nuestro presente y futuro. Es una tarea monumental que persigue la propia supervivencia del ser humano.
Hoy día, la humanidad es una amenaza de lo que el mar jamás ha sido para la humanidad.

Dr. Marcos Sommer
Ökoteccum
Kiel Alemania




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