viernes, diciembre 03, 2004

Film Antártico: "Atrapados en el fin del mundo"

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01 Dic 04

"Atrapados en el fin del mundo" (Argentina, 2003). Dirección: Eduardo L. Sánchez. Guión: Eduardo L. Sánchez, Eduardo Moyano, Pablo Wainschenker. Fotografía: Eduardo Moyano, Miguel Caram. Edición: Andrés Fernández, Alejandro Murzone. Música: Leopoldo Ciancaglini y Lolo Micucci. Músicos invitados: Olof Hansson y Martin Cecconi. Documental en video, hablado en español, inglés y sueco. Duración: 84 minutos. Apta para todo público.

Muchos realizadores de documentales creen que con sólo poner la cámara delante de un testimonio, de una vieja foto, de un hecho de la crónica diaria o una buen episodio del pasado se tiene una obra tan trascendente como el suceso que intentan poner en primer plano. Por suerte no todos piensan así y construyen piezas ejemplares, a tener en cuenta, por ejemplo, a la hora de recuperar a los verdaderos protagonistas de la historia. Por suerte, también, así lo entendieron Eduardo L. Sánchez y sus compañeros de ruta, al proponerse contar la historia de un grupo de expedicionarios suecos y un joven alferez entrerriano de la Armada Argentina, que, al comenzar el siglo XX, lograron sobrevivir en la Antártida, en condiciones extremas, durante casi dos años.

A fines del siglo XIX, el único continente sin explorar era la Antártida. En Suecia, el doctor Otto Nordenskjöld se organizó, tras una larga puja por conseguir fondos de la corona de su país, para partir con rumbo a un territorio por descubrir. La Argentina, a través del perito Francisco Moreno, apoyó con víveres y provisiones a Nordenskjöld a cambio de llevar con ellos a un argentino. De los pocos voluntarios que se ofrecieron para la aventura surgió el nombre de José María Sobral, que actuaría como observador meteorológico, con la misión de efectuar, además, estudios de biología y reconocimiento. Con él viajaron en el Antartic hasta la isla Cerro Nevado, donde el pequeño grupo de Sobral levantó un refugio prefabricado. Con una casa a la que regresar, iniciaron un recorrido de más de 600 kilómetros. Tras el invierno, la nave con la que debían reencontrarse para regresar al continente naufragó en el Mar de Wedell, cuya tripulación buscó refugio en la isla Paulet. De golpe, los suecos y ese único argentino expedicionario quedaron divididos en tres grupos, perdidos por casi un año, hasta que la misión encabezada por el teniente de navío Julian Irizar, a bordo de la corbeta Uruguay, logró traerlos de regreso a Buenos Aires, el 2 de diciembre de 1903.

Un trabajo riguroso

El equipo comandado por Sánchez no se queda en lo anecdótico. Para alcanzar la meta dosifica cada testimonio, fraccionándolos en función de lo que quiere ser contado. Busca la palabra no sólo de parientes de los verdaderos protagonistas (como Alvar Sobral, uno de los nueve hijos del argentino), de psicólogos especialistas en el tema (que hablan de la importancia de la comida y del pingüino como ingrediente básico), historiadores y de algunos de los mismos integrantes de la aventura (en impresionantes registros de la radio sueca). Incluso se vale de la excelente historieta "Figuras de nuestra tierra: El alférez Sobral", de Patricio McGough (publicada por LA NACION en la década del 80), que los investigadores, aseguran, les sirvió para guionizar la historia y complementarla con los muchos testimonios obtenidos. Ellos mismos viajaron a Suecia, donde grabaron infinidad de entrevistas, material que enriquecieron con un riguroso montaje fotográfico y filmaciones (actuales) de las geografías donde tuvieron lugar muchos de los hechos que Sobral apuntó en su libro "Dos años entre los hielos".

También resultan muy oportunas las reflexiones acerca del destino de Sobral, quien tras su regreso triunfal a Buenos Aires, tomó las riendas de su destino, pidió la baja de la Armada, estudió geología en Upsala para de nuevo en su país ocupar un cargo en la Dirección General de Minas e Hidrografía, del que fue injustamente separado tras el golpe militar de 1930.

"Atrapados en el fin del mundo" es, por la elección del tema, por su austeridad, compensada por un afinado aprovechamiento de recursos, por su profundidad a la hora de la investigación y su cuidado concepto estético, uno de los mejores documentales argentinos de los últimos tiempos, a igual nivel de los que, con otros recursos, llegan a través de la TV extranjera. En todo caso, una buena excusa para recuperar a José María Sobral, una de las figuras principales de aquella epopeya antártica que un siglo después sigue emocionando.

Claudio D. Minghetti

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