Publicado en Noticias ESA ( European Space Agency )
Fecha original : 2006-04-20
Traducción Astroseti : 2006-05-24
Traductor : Fernando Muñoz Sagasta
Artículo original en inglés
ERS-2 ayuda a detectar caudalosos ríos bajo la Antártida
Científicos británicos han descubierto ríos del tamaño del Támesis londinense fluyendo a cientos de millas bajo la plataforma de hielo de la Antártida a partir del examen de pequeños cambios de elevación, observados por el satélite ERS-2 de la ESA, en la superficie del hielo más antiguo y grueso de la región, según un artículo publicado esta semana en Nature.
El hallazgo, que causó una gran sorpresa a los científicos, pone en duda la ampliamente mantenida hipótesis de que los lagos subglaciales evolucionaron en condiciones aisladas durante varios millones de años y levanta la posibilidad de que grandes inundaciones de agua de las profundidades dentro del interior del hielo puedan haber generado enormes inundaciones que alcanzaron el océano en el pasado y pueden hacerlo así otra vez.
El profesor Duncan Wingham, del University College London, que dirigió el equipo dijo: “Antes se pensaba que el agua se movía debajo del hielo por filtraciones muy lentas. Pero estos nuevos datos muestran que, de vez en cuando, los lagos bajo el hielo revientan como corchos de botellas de champán, liberando inundaciones que recorren grandes distancias”.
El equipo halló anomalías en la elevación de la superficie de capas de hielo usando mediciones ultraprecisas de altimetría e interferometría de radar del ERS-2. Un examen más detenido de una anomalía reveló una abrupta depresión en la elevación con una correspondiente abrupta elevación a 290 kilómetros de distancia. Los científicos declaran que la única explicación posible de estos cambios es que un gran flujo de agua se trasladase debajo del hielo de un lago subglacial a otros.
Los altímetros de radar –originalmente diseñados para medir la altura de la superficie del mar mediante el envío de 1 800 diferentes impulsos de radar por segundo hacia la Tierra registrando luego el tiempo en que sus ecos emplean en volver- han tenido mucho éxito en la medición de cambios a gran escala de la superficie del hielo. La interferometría de radar, conocida como InSAR, se utiliza para medir con precisión el modelo espacial de los cambios. Al mismo tiempo, constituyen un poderoso “instrumento” para investigar las causas físicas de los cambios en la superficie el hielo.
Según el profesor Wingham, director del Centro de Observación y Modelización Polar (CPOM), ambos sensores fueron esenciales para el estudio. “Con la altimetría de radar podemos decir cuánto descienden y suben los niveles de los lagos y que ocurrió entre finales de 1996 y principios de 1998, pero no podemos determinar el área, lo cual es de vital importancia para investigar la física de las inundaciones porque necesitamos saber el volumen de agua implicada”.
“Ahora nos cambiamos a la interferometría InSAR de ERS-2, la cual proporciona una excelente resolución espacial. Con ella, somos capaces de representar el área de por lo menos parte de un lago, lo cual basta para darnos una idea del volumen y con esto podemos averiguar la cantidad del flujo”.
Los lagos subglaciales de la Antártida fueron hallados por primera vez en los años sesenta. Desde entonces se han descubierto cerca de 150 aunque se piensa que hay miles, ya que la mayor parte del lecho de la Antártida aún no ha sido explorado. El equipo centró su estudio en la región Dome Concordia en la Antártida Oriental, en donde se sabía que hay más de 40 lagos.
Varios grupos, bajo la cobertura del Comité Científico para la Investigación de la Antártida (SCAR) están investigando actualmente la posibilidad de perforar los lagos antárticos en los cuales se piensa que hay vida antigua. Sin embargo, a la luz de este descubrimiento, estos planes pueden requerir una revisión.
“La inquietud principal ha sido que perforando los lagos se introducirían nuevos microbios. Nuestros datos demuestran que la contaminación no se limitaría a un lago, sino que con el tiempo se extendería por toda la red fluvial. Concebíamos a estos lagos como aislados laboratorios biológicos. Ahora tenemos que volver a pensar sobre ellos”, dijo el profesor Wingham.
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