El turismo filantrópico, una alternativa con buen corazón
Publicado en terra.com - dic05
Con las vacaciones navideñas a la vuelta de la esquina, son muchos los que buscan 'un viaje para recordar' pero, en contra de lo habitual, cada vez son más los dispuestos a arrimar el hombro en lugares donde se les necesita.
Llámese turismo filantrópico, viajes altruistas o vacaciones con buen corazón. Lo cierto es que el número de turistas que aprovechan sus días de descanso para echar una mano a los necesitados, es cada vez es más elevado.
Sue Kroyer es uno de esos voluntarios.
Cuando el huracán 'Katrina' arrasó el área de Nueva Orleans, esta californiana de corazón, aunque nacida en Fargo (Dakota del Norte, EEUU), de 50 años, casada y con tres perros, no lo dudó un segundo y se unió a las tareas de rescate de animales en la zona.
'Ahora quiero ver qué más puedo hacer por una zona que nos necesita tanto', manifestó Kroyer a EFE.
En esta ocasión, dedicará sus dos semanas de vacaciones al programa 'Global Village' de la organización 'Habitat for Humanity' (www.habitat.org), volcada en la reconstrucción de hogares.
Kroyer sabe más de producción que de clavar clavos, pero todo se aprende, como hicieron antes que ella los 25.500 voluntarios que en los últimos tres meses han dedicado sus vacaciones a esta zona.
Gracias a su tiempo y sus donaciones, 'Habitat for Humanity' ha construido más de 200.000 casas en todo el mundo.
Se trata de vacaciones que 'alimentan el alma', como asegura Bud Philbrook, cofundador de este programa.
Llevan mucho tiempo en el mercado y no son los únicos que ofrecen este tipo de vacaciones, lo que pasa es que sus rutas no figuran en el menú tradicional de las agencias de viajes.
Que uno quiere ir a Africa? Dos semanas saldrán por entre 1.300 y 1.700 dólares, comida y alojamiento, sin incluir el billete de avión.
Si se prefiere dejar huella en Asia, la experiencia costará entre los 1.000 y los 1.800 dólares, y por Europa puede llegar hasta los 2.200 dólares.
Los clavos y la madera los pone la organización y en lugar de la típica camiseta que no quiere nadie, uno puede traerse el recuerdo de una labor bien hecha.
Como asegura la organización, se trata de devolver algo a la sociedad mientras se cambia de aires, una propuesta que desde el tsunami del pasado año en el sudeste asiático cada vez cuenta con más adeptos.
La idea también sedujo a María Luz Díaz. Lo suyo es la arqueología, aunque de normal trabaja de camarera en España.
Por eso, mejor que martillos y clavos, Díaz asegura a EFE que prefiere la pala y el cepillo para desenterrar restos arqueológicos en Centroamérica durante sus vacaciones.
Ese es el tipo de programas que ofrece Earthwatch (www.earthwatch.org) con 130 expediciones en 47 países y unos precios que alternan entre los 495 y 3.500 dólares por tres semanas.
Igual de variada es su cartera de propuestas: estudiar los cocodrilos en Costa Rica, las nutrias de Monterey (California) o los monos que habitan en los templos de Sri Lanka.
También se puede ir a enseñar a leer en las Islas Cook, en medio del Pacífico Sur, con Global Volunteers (www.globalvolunteers.org).
Y de optar por la Antártida, el viaje puede apoyar la investigación en la zona, el barco será una especie de autobús para los científicos que necesitan salir de las bases internacionales y, de paso, se puede adoptar un pingüino.
Eso sí, es uno de los viajes más caros (por encima de los 5.000 dólares) y el pingüino se queda en la Antártida.
Si lo que se quiere es echar una mano al mundo y a la sociedad que nos rodea a la vez de cambiar de aires, tampoco hay por qué irse tan lejos.
En Estados Unidos, el grupo Sierra Club (www.sierraclub.org) ofrece la posibilidad de proteger la Naturaleza durante paseos cotidianos con programas altruistas que organiza desde 1958.
Tan sólo cuestan 300 dólares y un dolor de riñones de tanto agacharse a recoger los desechos que los otros turistas más al uso no se molestaron en recoger en sus vacaciones tradicionales.
Terra Actualidad - EFE
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