EFE
EL UNIVERSAL
Martes 19 de octubre de 2004
Un grupo de científicos australianos y franceses zarpó hoy desde la isla australiana de Tasmania para estudiar las aguas antárticas y su capacidad para absorber el dióxido de carbono (CO2), el gas responsable del llamado efecto invernadero.
La experta de la División Antártica Australiana Karin Beaumont explicó que "los océanos absorben un cuarenta por ciento del dióxido de carbono de la atmósfera, un equivalente a mil 200 millones de toneladas".
Con el fin de determinar la capacidad de absorción y almacenamiento de las aguas antárticas o Mar del Sur, partió hoy del puerto de Hobart, capital de la isla de Tasmania, una misión de científicos franceses y australianos a bordo del barco "L'Astrolabe".
El equipo medirá los niveles de gases tóxicos en la superficie y en la profundidad de los mares antárticos durante su travesía de 2 mil kilómetros hacia la base francesa Dumont D'Urville, en la Antártida.
Asimismo, este proyecto de diez años y que se encuentra en el tercero determinará qué tipo de cambios afectan al clima de la Tierra.
El científico francés Alain Poisson, de la Universidad de París, indicó a la agencia australiana AAP que el de Marzo del sur es un área crítica "porque si algo sucede allí tendrá impacto en el clima del planeta".
"Por ejemplo, hemos visto durante este año caluroso que el mar del sur ha reaccionado diferente al dióxido de carbono que durante años normales", indicó Poisson.
Este es el primer viaje de una serie que efectuará el "L'Astrolabe" en 2004, mientras que el rompehielos australiano "Aurora Australis" tiene previsto hacer un recorrido similar a finales de este año.
Otra investigación en la que trabaja la australiana Beaumont estudia los mecanismos de almacenamiento del dióxido de carbono en el mar, lo que contribuirá a entender el funcionamiento de la naturaleza y la capacidad del océano para ayudar a reducir los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera.
Beaumont sostiene que del total de gases que absorben los mares, un 25 por ciento, equivalente a unos 300 millones de toneladas, se almacena en el fondo del mar, principalmente adherido a los fitoplancton, los organismos vegetales oceánicos.
Sin embargo, Beaumont descubrió que el zooplancton, que se alimenta de fitoplancton, tiene la capacidad de devolver el dióxido de carbono a la atmósfera a través de sus excrementos, cuando éstos se mantienen a flote en la superficie del mar.
La bióloga marina indicó la necesidad de conocer "qué tipo de plancton contribuye a la exportación de gases" para saber cómo afectarán los cambios de la población de plancton en el efecto invernadero.
Según Beaumont, acreedora del Premio Ciencia Fresca 2004 concedido a científicos jóvenes de Australia, "los excrementos pesados y compactos que se hunden en el piso oceánico son buenos para el medio ambiente, dado que atrapa el dióxido de carbono durante miles de años".
El dióxido de carbono permanece en el fondo del de Marzo debido a que las aguas profundas no se mezclan con las de la superficie oceánica.
"Los otros excrementos que se desintegran y flotan cerca de la superficie -añadió-, no son buenos ya que pueden devolver el dióxido de carbono en la atmósfera, contribuyendo negativamente al efecto invernadero".
Beaumont apuntó que, no obstante la capacidad del de Marzo en absorber CO2, "no debe ser visto como una solución rápida al problema del efecto invernadero".
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