jueves, marzo 29, 2007
China construirá observatorio astronómico en la Antártida
27mar07
EFE - China iniciará este año la construcción de un observatorio astronómico en la Antártida, uno de los primeros del mundo que habrá en el continente helado, y que estará emplazado a más de 4.000 metros de altura, informó hoy el Centro de Estudios Polares de China, al diario "Nuevo Pekín".
La expedición para comenzar las obras partirá en octubre a bordo del barco rompehielos "Xuelong" ("Dragón de Nieve"), adquirido a Ucrania en los años 90, actualmente en reparaciones y único navío de China capaz de llegar al Polo Sur.
Yang Huigen, subdirector del Centro de Estudios Polares de China, señaló que el observatorio estará situado en la cima del Domo A (4.093 metros), la masa de hielo más alta de la Antártida.
La construcción costará unos 120 millones de dólares (100 millones de euros), a los que habrá que añadir los 12 millones de dólares (10 millones de euros) que van a sufragarse para la reparación del "Xuelong".
Para Yang, su país "se enfrenta a la competencia científica de países desarrollados" en la Antártida, donde naciones como Australia o Estados Unidos también construyen o planean la construcción futura de observatorios.
El científico destacó que el nuevo observatorio contará con potentes telescopios de infrarrojos, y añadió que la poca humedad del aire antártico, junto a su pureza y su estabilidad, hacen que el Polo Sur sea uno de los lugares más adecuados del mundo para la observación astronómica.
Formas de vida que se presentan bajo las barreras de hielo
publicado en http://www.diariodenavarra.es
28mar07
Investigadores españoles comprueban que los ecosistemas bajo los hielos de la Antártida crecen a mayor velocidad de lo esperado.
COMPARADOS con la tierra firme, barrida por temperaturas y vientos inhumanos, los fondos marinos de la Antártida ofrecen un refugio calentito, entre uno y dos grados bajo cero, constantes sea verano o invierno. Por ese motivo, hierven de vida marina extraña y singular, adaptada a los vaivenes del hielo y al capricho de algunas de las corrientes marinas más potentes del planeta. Hasta ahí, nada nuevo.
TEXTO: ARANTZA PRÁDANOS (COLPISA). FOTOS: COLPISA.
Lo que sí sorprende es que el ritmo vital del ecosistema bentónico no marcha al ralentí como se creía, que acelera a la mínima oportunidad. Es lo que ha comprobado un grupo de 40 científicos de 12 países tras filmar por primera vez los fondos marinos liberados por el colapso, en la última década, de la plataforma de hielo de Larsen, en la costa oriental de la península Antártica. Los españoles Enrique Isla y Josep-Maria Gili, del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), tomaron parte en la expedición junto a investigadores de la Universidad de Sevilla.
La rotura en varios tiempos de la ciclópea plataforma Larsen desintegró 10.000 kilómetros cuadrados de hielo anclado al costado derecho de la península durante milenios. El destrozo, achacable al cambio climático, ha abierto al ojo humano un mundo nuevo. Los barcos investigadores acceden ya a donde antes se topaban con una muralla de hielo inexpugnable, y los fondos marinos de la zona, libres de la inmensa boina helada que los cubría, se han llenado de una vida que no debía estar allí, o por lo menos, no todavía.
Crustáceos, corales, esponjas, ascidias, holoturias, anélidos... especies propias de regiones más profundas, han colonizado con celeridad, en cuatro o cinco años, los fondos. Ni siquiera ha frenado esta explosión biológica el hecho de que los enormes bloques de hielo desgajados se hunden y arrasan el fondo marino «como un bulldozer» antes de echar a flotar por los mares circundantes. «El paradigma antártico es que todo va muy lento, los tiempos se miden como poco en centurias. La sorpresa es que la vida antártica es mucho más rápida y activa de lo que creíamos», explica Josep-Maria Gili. Este hecho obligará a «replantear» muchas de las investigaciones sobre biología marina en la zona. A falta de procesar los datos obtenidos gracias a un robot submarino, los investigadores interpretan la presencia de especies de otras latitudes como indicador de que las condiciones ambientales bajo las grandes capas de hielo fijo son «parecidas a las del mar profundo».
Regalo envenenado
La retirada de la plataforma Larsen y el acceso a regiones marinas ignotas es un regalo del cambio climático que puede estar envenenado. «El gran peligro es que esos grandes desprendimientos de hielo se generalicen, porque si desaparece también el hielo alrededor de las zonas destruidas, no habrá especies alrededor capaces de colonizar las zonas abiertas».
La Península Antártica es la región antártica más expuesta al deshielo por la subida de las temperaturas. Modelos matemáticos de predicción fijan en -9ºC la temperatura mínima por encima de la cual las grandes plataformas de hielo dejan de ser estables. Las muestras de agua, animales y sedimentos obtenidas ayudarán a analizar cómo el cambio climático presiona ecosistemas muy sensibles, y al estudio de cómo las plataformas continentales antárticas «han cambiado a través de los pulsos glaciares», rubricó Isla.
martes, marzo 27, 2007
Sobre los riesgos que afrontan los cruceros que navegan en aguas antárticas
por Ivan M. García, Barcelona
Publicado en http://www.diarioadn.com/ - 27mar07
Ushuaia, la capital de la Tierra del Fuego -en la Patagonia Argentina-, es una hermosa ciudad encorsetada entre montañas infinitas y nevadas y las frías aguas del Pacífico sur. Desde allí, zarpan cada mes numerosos cruceros atiborrados de turistas hacia la gélida Antártida.
El Comité Polar Español estima que unos 80 buques navegan en aguas de la Península Antártica, y realizan una media de 250 viajes cada mes. "El turismo ha aumentado muchísimo en esta zona, se ha cuadriplicado en los dos últimos años", señala la presidenta del Comité Nacional del Año Polar, Margarita Yela. El Año Polar Internacional ha empezado este mes y se prolongará hasta marzo de 2009.
Barcos varados
El problema viene de lejos. Desde 1957, cuando se firmó el Tratado Antártico. Éste estipuló que solamente se llevarían a cabo investigaciones científicas en la Antártida por parte de los países firmantes, hoy 46, España entre ellos.
No se creyó oportuno hidrografiar la zona. Es decir, investigar el fondo marino de la Antártida para observar qué se esconde bajo sus aguas y crear cartas náuticas y rutas definidas por las que navegar. Así que el aumento de turismo en la zona lleva implícito el peligro de que los cruceros naveguen sin saber por dónde lo hacen y con qué se pueden encontrar bajo el casco.
"El problema es que son grandes buques que circulan por zonas donde no deberían. En ocasiones, son lugares protegidos; pero, claro, eso es lo atractivo para el turista. Suelen ser parajes de muy difícil acceso y, a veces, los capitanes confían demasiado en su pericia y terminan por varar el barco", asegura Yela.
En lo que va de año, son ya dos los buques -el ruso Orlova y el noruego Nordkapp- que se han accidentado en las aguas de la Isla Decepción, uno de los lugares más turísticos de la zona y donde la armada española ha establecido una de sus bases de investigación, la Gabriel de Castilla.
La noche del 30 de enero (2007), el Nordkapp se adentraba en la bahía de la Isla Decepción con 295 pasajeros y 76 tripulantes a bordo cuando topó con una roca sumergida a cuatro metros de profundidad. La colisión ocasionó una brecha en el casco y un vertido de carburante de cinco kilómetros de perímetro, según la armada.
"Afortunadamente, el vertido no llegó a una tonelada. Nada importante, pues no causó ningún daño ecológico y se pudo limpiar sin dificultad", asegura la presidenta del Comité Nacional del Año Polar. Los casos del Orlova y del Nordkapp son sólo los que ha notificado la armada española. El Comité Polar Español asegura que el número de accidentes es mucho mayor.
Entre mailManuel Catalán, secretario técnico del Comité Polar Español
Creíamos que el problema era la contaminación.
En absoluto. El turismo en la Antártida no contamina. ¡Si son contadas las ocasiones en que bajan del barco!
Un barco que navega sin una ruta establecida.
El caso es que en 1957, en la firma del Tratado Antártico, nadie previno del turismo. Ningún país firmante pensó en ello y se ha ido cartografiando e hidrografiando la zona poco a poco y hoy, queda aún mucho por hacer.
¿Se debería prohibir el turismo en la Antártida?
No, y además no se puede. No hay ningún tipo de legislación al ser una zona sin soberanía exceptuando la de los países del Tratado.
Pero en principio, el Tratado estableció que en esa zona sólo se llevarían a cabo investigaciones.
Realmente sólo podemos prohibir aquellas actividades que no sean transitorias. Edificar un hotel en la Antártida resulta imposible.
¿Cómo afrontan este aumento del turismo?
Bajo mi punto de vista, deberíamos crear un anexo nuevo en el Tratado que especifique cómo regular esta actividad. Si algo no se puede prohibir, hay que regularlo.
¿Y la solución para que no varen más barcos?
Por un lado, hay que crear cartas náuticas lo antes posible, por otro, hay que regular el tipo y el tamaño de los cruceros. I.M.G.
domingo, marzo 25, 2007
La Base Neumayer
Reportaje de Toni Polo publicado en www.elpais.com (España)
25/03/2007
Entramos en la base alemana de Neumayer, de investigación puntera. La única completamente bajo el hielo de la Antártida. Durante meses, nueve científicos viven allí. Estudian los cambios que afectan al continente blanco y miden las amenazas al planeta.
Cuatro anchos tubos sobresalen del suelo helado en pleno desierto antártico; un puñado de cables cuelgan desordenados y se pierden en la blancura del ambiente; antenas aparentemente colocadas sin ton ni son permanecen vigilantes; una rampa siniestra se abre en el suelo. No hay más señales. Es todo cuanto se ve en la superficie del hielo de Neumayer, una base científica antártica dependiente del Alfred Wegener Institute (AWI) de Bremerhaven (Alemania), situada en Atka Bay, en la zona del mar de Weddell. Los tubos son los respiraderos de la estación; los cables, el contacto con la caseta meteorológica, a dos kilómetros hacia el interior; las antenas, la comunicación con la civilización; la rampa, la entrada de los vehículos pesados. La estación de investigación hierve de actividad dos metros más abajo, totalmente sepultada en el hielo.
En la base se espera la llegada del Polarstern, un buque rompehielos, auténtica joya de la ciencia oceanográfica alemana, que dos o tres veces al año, durante los meses del verano austral, entre diciembre y marzo, acude a Neumayer para abastecerla: grúas, motos de nieve, combustible, recambios de maquinaria, comida, bebida, ropa y nuevos científicos. Investigadores que analizarán durante esos meses cálidos, en los que la temperatura se acerca a los cero grados, aunque pocas veces los alcanza, todos los aspectos de la geofísica, la química del aire y la meteorología, las tres grandes áreas de estudio en las que Neumayer es puntera.
La bienvenida a los visitantes siempre es efusiva. Algunos de los habitantes permanentes de la estación se quedan 15 meses en los casi 3.000 metros cuadrados de la base, dispuestos en dos largas estructuras metálicas cilíndricas de 90 metros de largo por ocho de diámetro, conectadas por un pasillo más estrecho y por un tercer gran tubo en el que están aparcados los vehículos pesados, los contenedores, las motos de nieve.
Alrededor de estos ermitaños polares, siempre las mismas caras, las mismas voces, los mismos gestos. Por eso el recibimiento es casi una fiesta, pero efímera: "Tanta gente en un solo día nos altera un poco", reconoce un geofísico de la base. "Está bien, pero al ver sólo a ocho personas durante tanto tiempo, la llegada de nuevos científicos nos llega a agobiar enseguida".
A la base se accede subiendo unas escaleras que conducen a la cima de una de las torres metálicas que despuntan del hielo, a unos tres metros de altura. Está elevada porque, durante el invierno, el nivel del hielo aumenta y casi alcanza la puerta. Dentro de la base todo está perfectamente organizado. "En un espacio cerrado del que no tienes posibilidad de escapatoria, el orden es fundamental", comenta Covadonga Orejas, ecóloga especialista en bentos del Institut de les Ciències del Mar (ICM) de Barcelona, y visitante de la Neumayer. "El caos puede ser la perdición". Por eso un orden casi maniático impera en toda la base. En uno de los tubos que la componen se acumulan los dormitorios, lavabos y duchas, una de las dos centrales eléctricas, un almacén, los laboratorios de geofísica y de meteorología y el hospital, un quirófano preparado para realizar operaciones de consideración: "Aquí nadie puede atendernos y, en caso de accidente, hay que estar preparados", comenta Ursula Wilk, la médica que estuvo a cargo de Neumayer durante 15 meses hace dos años.
En la otra ala de la base es donde más conviven los estudiosos. Allí está la cocina, la acogedora sala de estar, un gimnasio, la administración, la sala de radio, un taller, otra central eléctrica y el fundidor de nieve, donde se remineraliza y potabiliza el agua de nieve, utilizándose tanto para las duchas como para beber, tras pasar por una serie de sistemas de esterilización.
En los últimos años, la tecnología ha cambiado la vida de los hibernantes. Lars, un telegrafista que estuvo nueve meses en Neumayer en 2000, con sólo 19 años, se quejaba amargamente de las condiciones de entonces: "A veces conseguimos conectar vía satélite con la televisión surafricana. Pero la mayoría del tiempo permanecemos incomunicados por la sombra electromagnética y las fuertes tormentas de iones, auroras australes". A pesar de que en los polos hay una actividad magnética mayor que en otras partes de la atmósfera, lo que puede provocar interferencias en los diversos aparatos de transmisión, actualmente, los científicos pueden conectarse permanentemente a Internet, ver películas en ordenadores portátiles con discos duros de 400 gigas y escuchar miles de canciones en un MP3.
Desde 1996, la base es mixta. Hasta entonces, los equipos de científicos los componían exclusivamente hombres. La mezcla de géneros no ha supuesto ningún problema. "La gente que viene aquí es elegida por un comité específico y tiene que superar unas pruebas físicas y, sobre todo, psicológicas", explica Ursula Wilk. "Tienes que venir muy mentalizado, porque un comportamiento que en tu casa te puede parecer una rutina, aquí se le puede hacer insoportable a alguien. Y si se envenena la convivencia, no hay escapatoria posible".
Todos los expedicionarios que viajan a la Antártida reciben un curso en el AWI concienciándolos de otra cuestión importante: el reciclaje. En Neumayer se recicla absolutamente todo. El Polarstern se lleva a Alemania cualquier resto, cualquier basura, hasta las heces de los científicos.
En su último viaje antes del invierno, el buque abandonará la Antártida hasta el año siguiente, dejando en la base a nueve personas: un médico, que hará las funciones de jefe de la base, dos meteorólogos, dos geofísicos, un ingeniero, un electricista, un radiotelegrafista y un cocinero. Hasta que el barco regrese, nueve meses después, su único contacto con la civilización será por radio, teléfono o correo electrónico. Se hará el silencio. "Todos tenemos la experiencia del silencio en la montaña", comentó en cierta ocasión la veterana bióloga Pepita Castellví, pionera de la investigación antártica española. "Pero es un silencio de rumor de hojas, de canto de pájaro, de murmullo de agua. En la Antártida, cuando no sopla el viento, reina el silencio cósmico. Crees haber ensordecido".
Las condiciones son severas. "Los dos meses de oscuridad, mayo y junio, son muy duros, aunque de vez en cuando disfrutamos de luces polares o de una maravillosa claridad de la Luna que nos permite salir", recuerda Uwe Kapieske, el médico que estuvo al frente de Neumayer durante 15 meses, entre 2003 y 2004. "Sin embargo, cuando apareció el Sol, aún permanecimos más tiempo encerrados, puesto que el viento nos impedía hasta asomarnos al exterior". Las ráfagas de más de 200 kilómetros por hora en pleno invierno hacen bajar la temperatura real mucho más de 50 grados bajo cero, y nublan completamente la visibilidad.
El viento es, precisamente, una de las causas que ha hecho de Neumayer una estación enterrada en un glaciar. En aquella zona, la tierra está a unos 200 metros bajo el hielo. "Hay dos opciones", comenta Josep Maria Gili, ecólogo marino del ICM: "O se construye sobre la superficie helada, expuesta a los vientos gélidos, o se sumerge en el hielo y se obtiene una temperatura siempre constante y gobernable". El resultado es un ejemplo de ingeniería: una obra equipada con la más moderna tecnología adaptada para vivir y trabajar durante todo el año, la única base antártica construida entera bajo el hielo.
Este hecho acarrea un problema: la estación está en continuo movimiento. Por un lado, la estructura, más oscura que la superficie, absorbe más calor y va derritiendo el hielo, hundiéndose constantemente; por otro, el corrimiento típico del glaciar provoca que no deje de desplazarse. Todo ello hace que la estructura aguante unos 15 años. La primera base, que rindió homenaje con su nombre al científico Georg von Neumayer (1826-1909), gran promotor de la investigación antártica alemana, data de 1981; 11 años más tarde se mudaron a otra recién construida, la que sigue ahora funcionando. En febrero de 2009 está previsto que la actividad científica se traslade a Neumayer III, una construcción en la que ya se trabaja. Como existe el compromiso de no abandonar nada, ni el tornillo más pequeño, en la Antártida, el desmantelamiento de Neumayer tiene que ser total y requiere una operación muy lenta que puede durar décadas.
En Neumayer coinciden dos grupos de científicos. Los permanentes y los pasajeros, que sólo se quedan un par de meses y, a menudo, fuera de la base, en el Polarstern o en sofisticadas tiendas de campaña adecuadas al frío.
Neumayer es una de las bases científicas permanentes que hay en la Antártida. Otras, sólo están operativas durante el verano. Pero nunca se había hecho tan necesario visitar de forma constante el continente más inexplorado del planeta como ahora. El cambio climático y las aceleradas transformaciones que está registrando la Tierra se perciben perfectamente en la Antártida: el retroceso del hielo, la mayor frecuencia de icebergs a la deriva, el declive de las poblaciones de krill y pingüinos, la invasión de algunas especies nuevas en los fondos de la Antártida crean incertidumbre respecto al futuro de este continente.
Neumayer es un centro de gran importancia en investigaciones relativas a la química del aire, a la meteorología y a la geofísica. Buena parte de esta investigación se realiza a través del hielo. Desde su formación, hace más de un millón de años, el hielo antártico ha atrapado precipitaciones, gases, moléculas y polvo que aportan incalculable información sobre las condiciones ambientales prehistóricas. La relación entre la concentración de CO2 atmosférico aprisionado en forma de burbujas y la temperatura de formación del hielo pone en evidencia el impacto del efecto invernadero. Se ha detectado a la perfección la explosión demográfica, el comienzo de la industrialización, el desarrollo del automóvil, los ensayos nucleares de hace medio siglo.
El estudio de la química del aire permite hacer un seguimiento del ozono y de las partículas de aerosol. La extrema pureza del aire de este lugar hace que estas partículas sean consideradas como punto de referencia de otros lugares del planeta. Estos especialistas, además, detectan contaminantes que lleguen desde el área civilizada a través del complejo sistema de corrientes de aire. Los geofísicos registran continuamente los cambios temporales del campo magnético de la Tierra, los movimientos de la plataforma del hielo y la localización de terremotos. Los meteorólogos han creado un observatorio diseñado para hacer un seguimiento detallado de los cambios de la radiación solar a lo largo de los años; buscan y anotan las perturbaciones, la intensidad y la frecuencia de las tormentas, los mínimos y máximos de temperatura... "Es un trabajo que hay que hacer durante todo el año y sólo se puede llevar a cabo desde allí", explica Matias Bender, un geofísico alemán que ha vivido dos veces la experiencia invernal antártica en Neumayer. "Tenemos instalados sensores permanentes en glaciares, globos con los que controlamos la capa de ozono, aparatos para todo tipo de mediciones".
En realidad, la tarea de los científicos hibernantes es muy rutinaria, aunque a veces tienen que lidiar con experimentos más originales. Bender tuvo en el año 2000 un cometido de verdadera responsabilidad que le llevó unas cuantas semanas en la base: "Fue una misión especial", recuerda. "Tenía que controlar una instalación de infrasonidos y ajustarla al nivel de la nieve. Las señales de entrada se procesarían a través de un monitor y se almacenarían. Estas señales se transmitían directamente desde la Antártida por satélite a Viena, donde se encuentran las autoridades internacionales de la energía atómica. A ese centro llegaban también otras señales procedentes de diversas estaciones de medición, de forma que los especialistas de Austria podían, tras una valoración, saber exactamente dónde se efectuaban pruebas con armas atómicas".
Más relevancia geoestratégica: las corrientes de aguas profundas, las que hacen mover los océanos, se recargan en un 80% en el norte del mar de Weddell, donde se halla Neumayer. Cualquier alteración en este sistema puede afectar a todo el mundo: elevación de la temperatura del agua, deshielos, aumento del nivel del mar.
Además, la atmósfera de la Antártida tiene un interés específico debido a la dinámica de los vientos y a que éstos circulan en áreas extremadamente secas (llueve tan poco como en el Sáhara), lo que crea un anticiclón casi permanente en medio del continente responsable de las bajísimas temperaturas (el récord se midió en 1983 en la base rusa de Vostok: -89,3 grados centígrados), que convierten el territorio en un auténtico desierto helado.
Por otro lado, al ser un área tan inexplorada, los organismos que viven en la Antártida han sufrido muy pocos cambios provocados por el ser humano. Una reciente hipótesis desarrollada por el equipo del ecólogo marino Josep Maria Gili considera que la fauna del mar de Wedell puede ser un reducto de organismos desarrollados en el cretácico (hace entre 146 y 65 millones de años). Esos organismos, al encontrarse bajo el hielo, estaban acostumbrados a unas condiciones de vida muy duras marcadas por largos periodos de falta de alimento y luz solar, y bajas temperaturas.
Ya ha llegado marzo; vuelve el invierno a Neumayer, y con él reina de nuevo el silencio cósmico. Nadie se percatará de que, a dos o tres metros bajo el hielo y a miles de kilómetros de la civilización, nueve científicos y personal de mantenimiento trabajan por mantener el equilibrio climático del planeta.
Ver más información en:
http://simonc.f2o.org/south/archives/000151.php
http://www.awi.de/en/infrastructure/stations/neumayer_station/
Concurso: Rumbo a la Antártida

Mediante el concurso Rumbo a La Antártida, los espectadores podrán participar a través de www.rumboalaantartida.com por uno de los cuatro puestos disponibles en la Campaña Antártica 2008 del Programa Antártico Argentino a bordo del rompehielos mas grande de Latinoamérica: el ARA Almirante Irizar.
Este concurso tiene como finalidad, promover el Año Polar Internacional y las actividades relacionadas al mismo en alianza con la Dirección Nacional del Antártico, haciendo énfasis en la importancia que este continente tiene en toda la región, particularmente en estos momentos donde los efectos del calentamiento global ya se hacen notar en los cambios climáticos de todo el mundo.
Ver más detalles aquí
viernes, marzo 23, 2007
Día Meteorológico Mundial 2007
Meteorología Polar: Comprender los efectos a escala mundial
Mensaje de M. Jarraud, Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial
El 23 de marzo de cada año la Organización Meteorológica Mundial (OMM), sus 187 Miembros y la comunidad meteorológica mundial celebran el Día Meteorológico Mundial. Ese día conmemora la entrada en vigor, el 23 de marzo de 1950, del Convenio por el que se creó la Organización. Posteriormente, en 1951, la OMM fue designada organismo especializado del sistema de las Naciones Unidas.
En 2005, con motivo de su 57ª reunión, el Consejo Ejecutivo de la OMM decidió que el tema del Día Meteorológico Mundial de 2007 sería el siguiente: "Meteorología Polar: comprender los efectos a escala mundial", en reconocimiento de la importancia del Año polar internacional (API) 2007-2008, que está siendo copatrocinado por la OMM y el Consejo Internacional para la Ciencia (CIUC), y como contribución al mismo. Para que los investigadores puedan trabajar en ambas regiones polares tanto en verano como en invierno, el evento se celebrará de marzo de 2007 a marzo de 2009. Por año polar internacional se entiende fundamentalmente un período de intensas actividades científicas de investigación y observación, de carácter interdisciplinario y coordinadas a nivel internacional, que se centran en las regiones polares de la Tierra y en sus importantes efectos a escala mundial.
En los últimos años se ha renovado el interés por las condiciones climáticas y medioambientales de las regiones polares, interés que tiene antecedentes históricos importantes ya que tradicionalmente estas regiones han desempeñado un papel fundamental en las actividades de la OMM y en las de su predecesor, la Organización Meteorológica Internacional (OMI). En 1879 el Segundo Congreso Meteorológico aprobó el concepto de un año polar internacional, que se celebró en 1882-1883. El segundo año polar internacional, que también puso en marcha la OMI, se celebró en 1932-1933. El éxito de ambos llevó a organizar un año geofísico internacional de mayor alcance, que se amplió a las latitudes inferiores en vez de limitarse a ser simplemente un nuevo año polar internacional. Se trataba del Año geofísico internacional (AGI) que duró del 1º de julio de 1957 al 31 de diciembre de 1958, y tuvo consecuencias de amplio alcance para la investigación científica gracias a la participación de 80.000 científicos de 67 países.
Gracias a los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales y a otras instituciones de sus Miembros, la OMM contribuirá de manera importante al nuevo API en las esferas de la meteorología polar, la oceanografía, la glaciología y la hidrología, desde el punto de vista de las investigaciones científicas y las observaciones. Mediante el Programa espacial de la OMM se hará también una aportación esencial al API. A la larga, los resultados científicos y operacionales del API brindarán beneficios a varios Programas de la OMM ya que serán una fuente de datos exhaustivos y conocimientos científicos autorizados que servirán para mejorar la vigilancia del medio ambiente y los sistemas de predicción, en particular de fenómenos meteorológicos de extrema intensidad. Además, facilitarán en gran medida la evaluación del cambio climático y de sus efectos, en particular si las redes de observación que se establezcan o mejoren durante el período del API se mantienen en funcionamiento durante muchos años.
Las regiones polares figuran entre las zonas de la Tierra sobre las cuales existen menos observaciones meteorológicas in situ. Por ello, la meteorología polar depende especialmente de los satélites en órbita polar. Los primeros datos meteorológicos obtenidos por satélite sobre estas regiones eran en su mayoría imágenes visibles e infrarrojas, pero en los últimos años se ha comenzado a disponer de una gama de productos mucho más amplia, obtenidos a partir de instrumentos de microondas activos y pasivos, que permiten en particular determinar los perfiles de temperatura y humedad (aun en condiciones de nubosidad), del viento, la extensión y concentración del hielo marino y otros parámetros. Por otra parte, esta relativa falta de observaciones in situ se ha compensado parcialmente mediante el establecimiento de estaciones meteorológicas automáticas y la colocación de boyas, fijas o sobre el hielo a la deriva.
Aunque las regiones polares suelen estar distantes de los lugares densamente poblados, es necesario que existan predicciones meteorológicas fiables sobre estas zonas. Se necesitan predicciones relativas al Ártico y alrededores para proteger las comunidades indígenas y apoyar las operaciones marítimas, así como para la exploración y producción de petróleo y gas. En la Antártida hacen falta predicciones fiables para realizar complejas operaciones logísticas aéreas y marítimas, y también en apoyo de los programas de investigación científica y de la industria turística en expansión. En ambas partes del mundo las predicciones meteorológicas plantean algunos retos singulares en comparación con las demás regiones del mundo, pero los notables avances conseguidos en los últimos años en el ámbito de los sistemas de observación y de la predicción numérica del tiempo han redundado en una considerable mejora de la calidad de las predicciones meteorológicas, especialmente de las relativas a las regiones polares.
En los últimos decenios se han detectado cambios importantes en el medio ambiente polar, tales como una disminución del hielo marino perenne, el deshielo de algunos glaciares y del permafrost, y una disminución del hielo fluvial y lacustre. Estos cambios, que son aún más evidentes en el Ártico que en la Antártida, han sido objeto de numerosos estudios. En el Tercer informe de evaluación de 2001 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), copatrocinado por la OMM, se indica que la temperatura media mundial de la superficie de la Tierra ha aumentado aproximadamente 0,6° C a lo largo del siglo XX. En el Informe se estima también que las temperaturas medias mundiales de la superficie se incrementarán de 1,4º a 5,8° C entre 1990 y 2100. En general, el IPCC ha estimado que de aquí al año 2100, el nivel del mar se habrá elevado entre 9 cm. y 88 cm., lo que plantearía un problema muy grave para numerosos pequeños Estados insulares en desarrollo y, en general, para todas las zonas de baja altitud del mundo. Actualmente el IPCC está preparando su Cuarto informe de evaluación, que se publicará en 2007.
La reducción del hielo marino podría provocar cambios significativos en los ecosistemas marinos, los cuales afectarían a los mamíferos marinos y a las abundantes poblaciones de krill, que alimentan a numerosas aves marinas, focas y ballenas. El permafrost también es sensible al calentamiento atmosférico prolongado, por lo que posiblemente se produzca un deshielo progresivo de los suelos congelados alrededor del Ártico, acompañado de una expansión de los humedales y de la posibilidad de que se produzcan daños considerables en los edificios e infraestructuras que se encuentran en esos terrenos. Ese deshielo también tendría repercusiones para el ciclo del carbono debido a la liberación de uno de los principales gases de efecto invernadero, el metano, que se encuentra atrapado en el permafrost.
El ozono es un gas estratosférico sumamente importante, ya que protege la biosfera absorbiendo la radiación solar ultravioleta. El ozono atmosférico que se encuentra sobre la Antártida se midió por primera vez con instrumentos de superficie durante el Año geofísico internacional 1957-1958. A partir de mediados del decenio de 1970 se ha detectado una tendencia diferente en los niveles de ozono al final de los inviernos del hemisferio sur ya que, al realizar las mediciones anuales, se han apreciado valores cada vez más bajos de este gas, hasta que se produce el calentamiento primaveral de la estratosfera. Así, una de las consecuencias más importantes que tuvo el Año geofísico fue el descubrimiento del agujero de la capa de ozono de la Antártida. Se llegó a la conclusión de que el "agujero" se debía en gran parte a las emisiones de algunos gases industriales muy utilizados. No obstante, gracias a las medidas de respuesta adoptadas, ahora parece que se está estabilizando. Si se cumplen las disposiciones del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono (1987), se estima que la capa de ozono de las latitudes medias recuperará sus valores normales hacia mediados del presente siglo y que en la Antártida su recuperación exigirá otros 15 años.
Independientemente de la importancia que el estudio de la meteorología polar tenga de por sí, nunca se insistirá lo suficiente en las repercusiones fundamentales de las regiones polares en el sistema climático mundial en general. Los cambios que se producen en las latitudes más altas pueden tener repercusiones significativas, y de hecho las tienen, en todos los ecosistemas y en todas las sociedades humanas, independientemente de la latitud geográfica. Así pues, la influencia de la meteorología polar debe considerarse en un contexto más amplio.
Existen, sin duda, numerosos ejemplos del alcance mundial de las cuestiones relacionadas con los polos. Por ejemplo, los hielos polares constituyen cubiertas térmicas eficaces, que desempeñan un papel fundamental al sostener la circulación oceánica mundial. Además, las regiones polares tienen una influencia primordial en la determinación del sistema climático mundial, que está condicionado por la energía que recibe del Sol, especialmente en las latitudes más bajas. En conjunto, el Ecuador recibe a lo largo del año una cantidad de energía calorífica que es unas cinco veces superior a la que llega a los Polos y, en respuesta a este amplio gradiente de temperatura, la atmósfera y los océanos transportan calor hacia los Polos. Así pues, las dos regiones polares se encuentran vinculadas al resto del sistema climático de la Tierra por vías bastante complejas, basadas en una combinación de la circulación atmosférica y la circulación oceánica.
El fenómeno El Niño/Oscilación Austral (ENOA) consiste en una fluctuación de una masa importante que se produce en el océano Pacífico tropical y se asocia con variaciones periódicas de la temperatura de la superficie del mar del océano Pacífico oriental. Efectivamente, el ENOA es un amplio ciclo climático y se ha demostrado que afecta a regiones que se encuentran muy alejadas de la cuenca del Pacífico. Los datos estadísticos revelan, por ejemplo, que en algunas partes de África, el ENOA puede contribuir a la varianza interanual de las precipitaciones e incluso a la sequía y, de hecho, al episodio de El Niño de 1991-1992 se atribuyó una sequía devastadora, que entonces amenazó con provocar el hambre de unos 18 millones de personas. Las "teleconexiones" se definen como interacciones atmosféricas entre regiones que se encuentran a gran distancia unas de otras y, actualmente, los científicos están investigando las relaciones de este tipo entre la meteorología polar y otros fenómenos meteorológicos y climáticos.
Así pues, durante el Año polar internacional 2007-2008 se abordarán una gran variedad de cuestiones físicas, biológicas y sociales, relacionadas directa o indirectamente con las regiones polares. La urgencia y la complejidad de los cambios observados en las regiones polares exigirán la aplicación de un enfoque científico amplio e integrado. No cabe duda de que el incremento de la colaboración internacional y las asociaciones de participación abierta que resulten de esta notable iniciativa científica van a estimular y facilitar un acceso sin restricciones a los datos y el lanzamiento de iniciativas de investigación transectoriales. Durante el API se llevará a cabo una amplia actividad de divulgación, lo que contribuirá en gran medida a que los conocimientos científicos estén disponibles y sean de fácil acceso para el público en general. Al mismo tiempo es un tema de interés primordial que los efectos de las regiones polares también son importantes para el sistema climático mundial en su conjunto y que muchos cambios observados en las latitudes más altas tienen a su vez importantes repercusiones en el desarrollo sostenible de todas las sociedades, independientemente de la latitud geográfica.
Desde hace largo tiempo se reconoce que la meteorología constituye un paradigma de la ciencia sin fronteras y quizás la meteorología polar sea el ejemplo más auténtico de este principio. Así pues, en este momento en que la comunidad meteorológica internacional celebra el Día Meteorológico Mundial 2007, confío en que todos los Miembros de la Organización Meteorológica Mundial reconozcan la importancia de la meteorología polar y que sus efectos a escala mundial pueden influir en su vida, su seguridad y prosperidad. Por otra parte, espero también que los resultados de esta iniciativa contribuyan a que se alcance una comprensión más cabal de la variabilidad del clima y el cambio climático, y a que se creen las aplicaciones climáticas tan necesarias para resolver algunas de las principales dificultades que se plantean en el siglo XXI.
Derretimiento, segú científicos australianos
HOBART, Australia (Reuters) - El aumento del nivel del mar y el derretimiento de los casquetes polares parece estar acelerándose y podría ubicarse en la parte superior de las estimaciones, señalaron destacados científicos que han analizado los datos satelitales más recientes.
Un informe del Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por su sigla en inglés) señaló en febrero que preveía que el nivel del mar subiría entre 18 y 59 centímetros este siglo, debido a un incremento de las temperaturas de entre 1,8 y 4 grados centígrados.
"Las observaciones están en la parte alta de las previsiones," dijo el destacado científico marino australiano John Church a Reuters.
"Creo que nos estamos acercando con inquietud al umbral," dijo Church, del centro australiano de investigación marina y atmosférica CSIRO.
Pasado este nivel, partes de la Antártida y de Groenlandia se acercarían a un virtual derretimiento que generaría un incremento de metros del nivel del mar, añadió.
Por el momento no se ha repetido la situación que se registró en el 2002 en la Antártida, cuando se desprendió parte de la capa de hielo Larsen, que creó un iceberg de 500.000 millones de toneladas del tamaño de Luxemburgo.
Pero la península de la Antártida se está calentando más rápido que cualquier otro lugar de la Tierra, y los glaciares se están reduciendo de forma masiva.
"Ha habido escenarios apocalípticos de que el oeste de la Antártida podría derrumbarse con bastante rapidez. Y hay seis metros de nivel del mar en el oeste de la Antártida," dice Tas van Ommen, experto en glaciales de la División Antártica de Australia.
Esas previsiones no han ocurrido, pero incluso en el este de la Antártida, que está aislado con temperaturas extremadamente frías y grandes altitudes, hay nuevos datos que muestran que la altura del glaciar Tottenham, cerca de la base australiana Casey, se ha reducido diez metros en los últimos 15-16 años.
DERRETIMIENTO DE LOS POLOS
Los científicos dicen que la reducción de los glaciares en la isla Heard, a 1.000 kilómetros al norte de la Antártida, es un ejemplo de cómo se están derritiendo las zonas próximas a la región polar.
Los desprendimientos de hielo de la Antártida, con la consiguiente creación de icebergs, están también abriendo vías para que haya un flujo más acelerado de los glaciares hacia el mar.
Church señaló que el nivel del mar era entre 4 y 6 metros más elevado que hace 100.000 años, cuando las temperaturas se encontraban a niveles que se espera alcanzar a finales de este siglo.
Los flujos dinámicos de hielo podrían sumar un 25 por ciento a las previsiones del IPCC respecto al aumento del nivel del mar, dijo Van Ommen.
El científico australiano John Hunter, que se ha centrado en la información de los niveles del mar en la historia, dijo que para mantener el agua alejada, las comunidades habrían de construir muros.
"Hay muchos lugares donde no se puede hacer y donde habrá que soportar inundaciones," dijo.
Aproximadamente 100 millones de personas viven en todo el mundo a un metro del actual nivel del mar y, a juicio del científico de CSIRO Steve Rintoul, estas poblaciones deberán buscar otro lugar para vivir.